Mi hijo es adoptado, ¿cómo y cuándo decírselo?

Al hijo adoptivo, como a todos los niños y jóvenes, le interesa su origen.
Al hijo adoptivo, como a todos los niños y jóvenes, le interesa su origen.

Hoy se sabe que no es recomendable negar el origen del hijo adoptivo. Es decir, no se debe ocultar la verdad. Tampoco se trata de, un día, decirle al niño que es adoptado, sino de que él crezca junto a esta información. Seguramente, a medida que vaya creciendo irá preguntando de diferentes maneras acerca de su origen y sus padres podrán ir relatándole su historia.

Al hijo adoptivo, como a todos los niños y jóvenes, le interesa su origen. De hecho, se puede generalizar y afirmar que todos los seres humanos tienen una etapa normal del desarrollo que gira en torno a la pregunta por su origen.

Asimismo, la imposibilidad de conocer datos precisos como la fecha y el lugar de nacimiento, así como las circunstancias que rodearon el nacimiento, no impide una vida social dentro de coordenadas normales: con sus preguntas e inquietudes, sus conflictos y dificultades.

La situación particular del niño adoptado es que, por un lado, quedó fuera de una familia; y por otro lado, ingresa a una nueva. Esto requiere un proceso de adaptación, acompañado de palabras claras y amorosas acerca de su historia, además de dar tiempo y lugar para elaborar la nueva situación y construir nuevos vínculos.

Para ello se espera, del lado de los padres, vivir con naturalidad esta otra manera de construir una familia, transmitiendo en cada etapa la verdad de este proceso.

Al ir creciendo, y sobre todo al acercarse a la etapa de la adolescencia –periodo en que las preguntas en torno a su historia son muy frecuentes–, seguramente el niño desee recibir información acerca de su familia de origen. Se trata del origen en un sentido extendido, su historia, que tal vez hasta el momento no fue relatada con detalles, y que ahora necesita y solicita. Es importante tener presente que el hecho de que pregunte sobre su origen no significa desamor hacia los padres.

También puede suceder que no pregunte por su origen, que ese día de invitación a contarle su historia no llegue de su mano. Por eso el relato de la historia, la verdad sobre su inicio, no pueden depender de las consultas de los hijos.

Hay niños que no desean saber y prefieren no preguntar. Hay padres que no promueven este diálogo. Si el niño no pregunta, debería revisarse la posición de los adultos de referencia a este tema. También puede suceder que el pequeño esté guardándose sus pensamientos y sentimientos al respecto.

En ese caso, conviene que los adultos sean quienes incluyan, de la manera más natural y amorosa posible, la temática del origen, brindando elementos que permitan reconstruir su historia. Hacer una mención casual sobre la adopción es una forma de invitar al niño a que se sienta libre para preguntar y conversar.

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@licmrussomando

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