La tecnología en la moda salvará a los hombres

Pronto las mujeres podrían diseñar sus propios vestidos favoritos. Sus parejas estaremos agradecidos. / Foto: Thinkstock
Pronto las mujeres podrían diseñar sus propios vestidos favoritos. Sus parejas estaremos agradecidos. / Foto: Thinkstock

“Que este vestido está muy largo”, “que aquel no me marca correctamente la silueta”, “que ese otro no me hace ver espléndida…” Es la santa paciencia que hay que tener cuando ellas se están probando un vestido de fiesta. Las variantes son infinitas y a los hombres nos da vértigo de sólo pensar que nuestra amada compañera está a punto de “sugerirnos” que a ella le encantaría que la acompañemos a ver “unos vestiditos” para el evento de la próxima semana.

Con poco tiempo por delante y un presupuesto acotado sabemos desde el principio que la pasaremos mal, sobre todo cuando nos demanden nuestra opinión. No será poca la tolerancia que deberá desarrollar la vendedora o el diseñador del atuendo para la gran velada.

Por un momento nos parece entender la importancia que reviste elegir “el” vestido para el lucimiento perfecto. Supongo que algo parecido le habrá sucedido al modisto Jean Louis cuando creó el vestido para Rita Hayworth con el que escandalizó al mundo en la película “Gilda”. O cuando Bill Travilla imaginó el vestido plisado de Marilyn Monroe para “La comezón del séptimo año”. Gracias a él quedó inmortalizada en la escena donde mostraba sus piernas jugando con el viento de una rejilla.

¡Cuánto habrán penado las costureras al confeccionar el vestido que Elizabeth Emanuel diseñara para la fantástica novia Diana de Gales! Y otro tanto, 30 años más tarde, cuando la actual duquesa de Cambridge, Catherine Middleton, confiara la creación de su atuendo de Boda Real a Sarah Burton (Alexander McQueen).

Si hemos de hablar de estoicismo, debemos distinguir a aquellos caballeros que pagarán lo indecible para conformar a la damisela. Por ejemplo, unos 80 mil euros por el vestido de novia que luciera Grace Kelly en Mónaco el día más importante de su vida. Tal vez depositar 874 mil euros por el vestido en el que la Monroe le cantó el famoso “Happy Birthday Mr. President” a John F. Kennedy. Posiblemente no fueran suficientes los 280 mil euros que se ha debido pagar por el bonito vestido azul que llevó con distinción Lady Di cuando bailó con John Travolta en 1985, durante una recepción en la Casa Blanca.

¿Y si la señorita en cuestión posee gustos extravagantes al mejor estilo Lady Gaga? ¿Cómo lidiar con la imaginación estrambótica aplicada a una vestimenta de fiesta? Ese estilo inclasificable ciertamente pondrá a prueba la entereza de quienes ayudemos a la improvisada modelo a lograr el “look” pretendido.

Quizás la solución se encuentre más cerca de lo que pensamos. Hace muy poco la tecnología de impresión en 3D ha logrado realizar lo inimaginable: fabricar un vestido a partir de 17 piezas distintas. Fue creado por la impresora EOS P350 y luego contó con ensamble a mano y el agregado de cristales Swaroski. El primer vestido hecho por una impresora 3D fue exhibido por Dita von Teese en un evento especial en Nueva York.

El vestido “digital”, diseñado por Schmidt y Bitonti en un iPad se inspiró en la “secuencia Fibonacci” utilizando los programas de diseño Maya y Rhino.

Quién les dice, que muy pronto las mujeres puedan diseñar sus propios vestidos favoritos, personalizándolos en la comodidad del hogar, utilizando sólo una PC, una impresora 3D y cierto talento estético. Los novios y maridos estaremos agradecidos.

¿Qué te parece?

@Sebas4nier

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