Qué le sucede a un papá primerizo

Ser papá cambia la vida por completo, pero la emoción al ver al bebito es tan inmensa que vale la pena. / Foto: Thinkstock
Ser papá cambia la vida por completo, pero la emoción al ver al bebito es tan inmensa que vale la pena. / Foto: Thinkstock

El papá primerizo debe afrontar una serie de desafíos a los cuales no está acostumbrado, ya sea por la cantidad y asiduidad con los que acontecerán justo después del arribo de su primer hijo. Se sentirán como una andanada de golpes arrojados por un boxeador profesional. Invariablemente habrá acontecimientos novedosos, eso definitivamente es lo que traerá “bajo el brazo” ese bonito bebé.

Pero la alegría de esos primeros tiempos es tan superlativa y la emoción al ver al bebito es tan inmensa que los cambios de vida que comenzarán a ocurrir serán absorbidos benignamente. La energía que produce la paternidad es colosal, pero como toda fuente de entusiasmo, naturalmente tenderá a debilitarse con el correr de los días y las semanas.

Al principio incorporaremos los conocimientos básicos: cambiar pañales, limpiar la zona de enchastre —aprender a contener la respiración mientras lo hacemos—,colocar un lienzo sobre el hombro para prevenir que ese líquido indescriptible que expulsa el niñito en forma de vómito luego de alimentarse no deje inservible la camisa que llevamos puesta.

Participaremos de los primeros baños del recién nacido. Nos enternecerá ver ese cuerpecillo complacerse dentro del agua y paralelamente desarrollaremos ese temor a que se resbale y sumerja en la pequeña bañera plástica. Los temores comenzarán a fluir sin que nada hagamos para que ello suceda.

Aparecerá el miedo a que los nuevos gastos que implica la atención del menor desequilibren la economía familiar, a que deje de respirar cuando duerme (nos aproximaremos a la boca del bebé un par de veces por la noche o nos quedaremos atentos observando en la oscuridad de la noche si su pecho se infla y desinfla con esa monotonía que tiene la respiración).

Estos “agobios” tan frecuentes tienen sentido, ya que para los papás el acontecimiento de tener un bebé en casa, esta aventura repleta de peripecias, comienza recién cuando nace. La diferencia fundamental es que la mamá transita nueve meses compartiendo su cuerpo con esa personita. Esto la va formando poco a poco y templando como madre.

Para nosotros el aprendizaje es vertiginoso. Al salir abruptamente al escenario de la paternidad, casi con el mismo empujón con el que la criatura irrumpe en nuestro mundo en la sala de partos, nos llenamos de dudas existenciales. Al mismo tiempo, con orgullo estrenamos el título de “padre”.

Y llegará el día en que debamos hacer honor al título conseguido. Un día la mamá del pequeñín decidirá que debe comenzar a recuperar su vida social, tomarse un descanso de tanto trajín y organizará una salida nocturna con sus amigas. Ella, sin dudas, merece una noche de esparcimiento para recompensarse por la dedicada atención dispensada a su bebé.

Repentinamente te encuentras de pie en la puerta de tu casa, con el vástago en brazos, despidiendo con un beso a tu esposa. Le desearás de todo corazón que la pase bien, que disfrute, al mismo tiempo que desearás que vuelva pronto al hogar. Ahora sí estarás completamente a cargo del chiquillo.

No será problema la comida, pues seguramente la madre le habrá dado el pecho o ha dejado un biberón en el refrigerador. El cambio del pañal es una de esas tareas que los hombres aprendemos rápido y bien. Una de las pocas en la que nos hacemos cada vez más eficientes. Pero no sucederá lo mismo al momento de hacer dormir al bebé… ¡eso es un problema!

No debemos entrar en pánico, pero deberemos estar preparados porque para hacer dormir a un niño hace falta técnica. Básicamente hay dos: la promovida por el pediatra Richard Ferber, autor del libro Soluciones los problemas de sueño de su hijo en el que sugiere acostar al niño cuando aún está despierto y permitir que llore durante periodos breves de tiempo, contigo entrando a intervalos para tranquilizarlo, pero sin cargarlo en brazos.

El pediatra William Sears en cambio, autor de El libro del bebé es defensor de otro método, el que enseña a dormir al bebé sin llanto. Respalda un acercamiento gradual con papá o mamá ofreciendo consuelo inmediato cuando el niño rompe en llanto.

Pero existe una tercera. Esa es la que tú elijas. La técnica que dependerá de con qué práctica te sientas más cómodo y de cómo responda a ella tu angelito. Deberás abrirte a la posibilidad de probar distintas maneras. Siguiendo tu corazón, es posible que a la larga tu bebé y tú encuentren una rutina nocturna que les funcionará perfectamente a ambos.

¿Qué te parece?

@Sebas4nier

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