Por qué los hombres no escuchan según la ciencia

Estudios revelan que la voz femenina puede agotar el cerebro masculino. / Foto: Thinkstock
Estudios revelan que la voz femenina puede agotar el cerebro masculino. / Foto: Thinkstock

Independientemente de la sensibilidad de nuestro oído, existen ciertos sonidos que nos colocan al borde del disgusto, algunos al límite del dolor. En este blog explicaremos por qué la mujer es la involuntaria causante de parte de este flagelo.

La llamada contaminación sonora y la perturbación que pueden producir los sonidos no son un tema de ahora, pues ya en la antigua Roma existía este problema: Por ello se dispusieron normas para controlar el ruido proveniente de los carros que golpeaban las piedras en el pavimento y alteraban el sueño de los romanos.

Un documento presentado por la Organización Mundial de la Salud (OMS), titulado Guías para el ruido urbano, basado en “Community Noise” (publicado por la Stockholm University y el Karolinska Institute), plantea una pauta para entender la disyuntiva del ruido urbano. Allí se señalaba su impacto psicológico y fisiológico, que “el ruido siempre ha sido un dilema ambiental de importancia para el ser humano”.

¿Cómo funciona nuestro organismo? El sentido de la audición capta el sonido que empieza como una onda sonora que ingresa por el canal auditivo, vibra en el tímpano y llega hasta el oído interno. Este es un ambiente líquido cuyas paredes tienen vellosidades que se mueven acorde con las señales recibidas, tal cual sucede con las algas con el ritmo del mar. Este movimiento permite traducir los sonidos escuchados en una señal nerviosa que finalmente interpreta el cerebro.

Por ejemplo, cuando la tía Mabel canta el resultado es agradable, pero si estamos expuestos a los chillidos de la tía Betty, la molestia se hace evidente. La intensidad del sonido se mide en decibeles (dB), de tal modo que un cuchicheo tiene menos de 30 dB y el sonido de una aspiradora 70 dB. El umbral del dolor se alcanza superando los 140 dB. La asociación entre un sonido molesto y la irritabilidad es incuestionable.

Aquí viene lo interesante. Un estudio reciente llevado a cabo por el Dr. Michael Hunter, psiquiatra destacado de la Universidad de Sheffield, Gran Bretaña, devela que los hombres oyen la voz de una mujer de un modo distinto al que oyen la de un hombre.

El estudio realizado mediante técnicas de resonancia magnética nuclear reveló que la voz femenina puede llegar a producir agotamiento en el cerebro masculino, ya que posee tonos más complejos que ocupan una gran área auditiva del cerebro, mientras que cuando se trata de la voz de un hombre, la porción que interviene es menor. Literalmente, nos llenan el cerebro.

A partir de esta investigación, el hombre puede comenzar a entender por qué en ciertos momentos de la conversación con una mujer dejamos de escuchar su parloteo. Es que nuestro sistema auditivo súbitamente se bloquea, una acción defensiva para preservar nuestra estabilidad mental. Para evitar males mayores responderemos con un complaciente “aha”, un condescendiente “sí, claro” o un tolerante “entiendo, mi amor”.

No es cierto que los altibajos de la comunicación cotidiana con nuestras respectivas mujeres sean todos consecuencia absoluta de su tono de voz. Si esto fuera así, la cirugía de cuerdas vocales pasaría a ser la primera en solicitudes y ostentaría el primer puesto en el Top 5 de cirugías plásticas, lo cual le ganaría a la práctica de aumento de senos, la lipoescultura y la rinoplastia, entre otras. Con una particularidad: ya no sería una demanda de las mujeres para verse más bellas, sino un reclamo masculino para preservar su integridad meníngea.

Sea como fuera, es una tarea global responsable y humanitaria contribuir con el descenso de la contaminación sonora urbana, en todas sus formas. Las mujeres pueden colaborar haciendo un uso adecuado de su bella voz.

¿Qué te parece?

@Sebas4nier

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