Dime qué te pones y te diré con quién andas

Cuando se trata de encontrar el amor, ¿qué estamos diciendo con nuestra apariencia física? / Foto: Thinkstock
Cuando se trata de encontrar el amor, ¿qué estamos diciendo con nuestra apariencia física? / Foto: Thinkstock

En algún momento de la historia usar ropa dejó de ser una necesidad y se convirtió en una tarjeta de presentación. Eso no quiere decir que los factores e inclemencias meteorológicas han dejado de ser importantes.

Por el contrario, la razón primordial de cubrir el cuerpo con prendas textiles es —y debería ser— una medida fundamental de protección. No obstante, la ropa que usamos y con la que decidimos vestirnos todos los días, el corte de pelo que utilizamos, los colores que lo tiñen y modificaciones corporales a las que nos sometemos, desde perforaciones hasta tatuajes, todo ello es sujeto a una reacción y posterior interpretación, por lo tanto, dice algo de nosotros.

En ese sentido, cuando se trata de encontrar el amor, ¿qué estamos diciendo con nuestra apariencia física? Cuando alguien está inmerso en el juego de conocer gente, ya sea para entablar una relación pasajera, que tenga una duración de una sola noche o algo mucho más serio con vistas al futuro, hay un deseo prácticamente universal de quererse ver bien y de provocarle atracción al resto de las personas que le rodean.

Hace unos días mi amiga Karen, una chica en sus veintes, llegó a una fiesta completamente transformada. Su atuendo no sólo era mucho más extravagante de lo normal —traía puestos unos pequeños shorts de mezclilla encima de unas medias agujereadas, botas militares y una chamarra de motociclista—, sino que había teñido su pelo de negro y se hizo un fleco que cubría su frente, justo encima de las cejas.

Cuando el grupo de amigos que estábamos ahí la interrogamos por tan dramático cambio, ella solo dijo: “Lo hice por amor”. Al indagar un poco más en la situación, descubrimos que Karen estaba saliendo con un tipo al que le gustaban las mujeres con una apariencia más ruda y, de un día para el otro, ella decidió darle gusto.

En el amor, como en el resto de los componentes de la vida diaria, la individualidad es uno de los mayores dones que tienen las personas, aunque paradójicamente lo ignoran por completo y tratan de ser exactamente como los demás o, peor aún, como alguien en especial.

Destacarse en la moda no quiere decir tomar la primera cosa con la que uno se encuentre —como sacos de papas o bolsas del supermercado— y vestirse con ellas. La ropa que utilizamos debe ser coherente y representativa con nuestra personalidad y forma de ser. Cambiarla para gustarle a alguien más o para ser aceptado por un grupo en especial sólo hará más evidentes las diferencias con ellos.

Al tratar de hacer una correlación entre el amor y la moda, creo que el equilibrio es la mejor opción. Sí, el sentirse atractivo y deseado es tan necesario como protegerse de la lluvia porque eso garantizará una respuesta favorable por parte del grupo de pretendientes al que se tiene acceso.

Si las prendas que se eligen ayudan a dicho cometido porque elevan nuestra autoestima, entonces bienvenidas sean, pero si se usan sólo para gustarle a alguien más y no representan en absoluto la forma de ser de quien las trae puestas, entonces lo mejor es entregárselas al encargado del probador y salir corriendo de la tienda.

Dicen que “de la moda lo que te acomoda”. Yo creo que no hay mejor moda que la de ser uno mismo. Cuando se trata del amor, la pregunta es: ¿de quién quiero que se enamoren, de mí o de mi disfraz?

¿Te ha pasado? ¿Qué te parece?

@AnjoNava

Si quieres compartir tu caso escribe a: anjo.nava@yahoo.com

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