Amor y redes sociales: ¿Un ‘Me gusta’ es un ‘Me gustas’?

El interés romántico despierta todo tipo de comportamientos extraños en las personas.
Cuando se le ha puesto el ojo a un nuevo prospecto, es muy normal que la atención se vuelque sobre él. Que se estudie cada uno de sus movimientos, como un depredador acechando a su presa, inmóvil, aguantando a que se dé el instante idóneo para atacar. Observar y esperar, observar y esperar son acciones que vuelven un mantra, repetitivo y constante que, de practicarse, puede otorgar los mejores resultados.

Pero, ¿qué es eso que se espera realmente? Hace mucho tiempo, cuando tenía unos 11 o 12 años, le pregunté a mi papá cuál era la clave del ligue. Había escuchado años de historias de cómo él y su mejor amigo arrasaban con las chicas a cuanto lugar entraban y se me hizo lógico preguntarle del tema al único experto que entonces conocía. Su respuesta fue una tan sencilla como cierta: "Espera una señal".

Una señal es un mensaje sutil del interés que muestra una persona cuando se siente atraída por otra. Es un dejo de optimismo, un rayo de ilusión de que se es correspondido. Un semáforo que, de repente, se torna color verde y abre la puerta a un posible acercamiento.

Sin embargo, éstas pueden ser tan sutiles que a veces resultan difíciles de distinguir. ¿Podemos confiar en nuestra perspicacia y objetividad para identificarlas o nos estamos guiando por la ilusión de un momento al evaluarlas? Por desgracia, una acción cualquiera puede ser interpretada de mil maneras y confundida por una señal, cuando en realidad no era nada más que eso, una simple acción.

Además en esta época, a diferencia de lo que mi papá y su amigo vivían en la década de los sesenta, surge otro problema: muchas de las situaciones y actos que pueden o no ser señales no suceden en el plano de la realidad, sino en el mundo digital donde estamos inmersos durante muchas horas al día.

Mi amiga Mara, por ejemplo, dejó que un simple gesto digital, se convirtiera en un auténtico debate.

—Te quiero enseñar algo —me dijo al hurgar en las profundidades de su teléfono móvil.

Su rostro se veía tenso y concentrado, iluminado por el reflejo de la pantalla del aparato, mientras buscaba justamente eso que quería compartirme.

— ¡Mira! —dijo al mostrarme una foto de una caverna con un enorme cráter en la parte superior de su estructura.
— Está increíble —dije yo.
— Pero ve quién puso “Like” —señaló Mara con una sonrisa ingenua.
— ¿Quién?
— Pablo, el chico que me gusta —respondió asertiva—. ¿Crees que le gusto?
— ¿Por darte un “me gusta” en tus redes sociales?
— Ajá.

La pregunta era tan abierta como el techo mismo de la cueva en la fotografía. El tipo, Pablo, pudo haber querido mandar algún tipo de señal a través de la red social o bien, al toparse con la imagen, manifestar su agrado. Cualquiera de esas dos opciones —y la gama entre ambas— podía ser la correcta, pero no había forma de asegurar ninguna.

— ¿Te llama, manda mensajes o te das cuenta que se pone nervioso cuando te habla?
— No, para nada.
— Eso no es bueno —aseguré.
— Pero hace unos días, en una reunión, me estuvo contando de un festival de cine independiente y me preguntó que si quería ir.
— Entonces sí le gustas, Pablo te invitó a salir.

Mara miró de nuevo su celular dejando que su esperanza levara anclas. En el amor, no hay mejor señal que aquellas que son las más evidentes, las que dejan muy poca oportunidad a la confusión y al error. Las que son códigos universales de interés y que lo difícil no es identificarlas, sino aceptarlas.

¿Te ha pasado algo así? ¿Fue amor o se confundieron las cosas?

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@AnjoNava