Amor y confianza, ¿se puede guardar secretos en una relación?

Al final, la confianza es siempre un acto de fe y, al entregarla, se espera que el otro verá por su integridad. / Foto: Thinsktock
Al final, la confianza es siempre un acto de fe y, al entregarla, se espera que el otro verá por su integridad. / Foto: Thinsktock

No es difícil confiar en la gente. Lo que resulta en verdad extenuante es hacerlo después de un tiempo. En general las personas no atesoramos la confianza y la solemos violentar cada que tenemos oportunidad, desde contar algo que no pidieron nunca hacer hasta traicionar a alguien por lograr un fin en particular. Si no tuviéramos una valoración tan pobre por este atributo, tampoco la entregaríamos con la misma generosidad como si se tratara de un acto altruista.

Soy un firme creyente de que la confianza se debe de ganar tras de una serie de pruebas conscientes, las cuales arrojan indicios y evidencias sobre si se puede empezar a relajar la guardia con respecto a una persona, ya sea un amigo, un colega, un socio o una pareja.

Pero confiar es un proceso perpetuo de ensayo y error en el que nunca se tiene la certeza absoluta de que la otra persona no cometerá una transgresión. Al final, la confianza es siempre un acto de fe y, al entregarla, se tiene la esperanza de que el otro verá por su integridad.

La capacidad de confiar se va mermando con el tiempo, por todas esas veces que es quebrantada. Dependiendo de la magnitud, tras una desilusión, el acto de volver a creer sufre una fase de sanación. La duración de ésta es completamente particular e individual. Hay quienes no pierden el tiempo y vuelven a confiar al día siguiente, mientras que otros no lo vuelven a hacer jamás, al menos no como lo hicieron aquella primera vez.

De todas las formas en las que se puede confiar, en el amor romántico cobra mayor relevancia, porque la pareja es esa familia a la que nosotros elegimos. Es ese ente que pasa de ser un mero desconocido a la persona con la que —de forma voluntaria— compartimos nuestra cama. Pareciera obvio, pero la confianza es uno de los pilares más elementales del amor y estoy seguro de que la sociedad no la trata como tal.

Sin embargo, una de las cosas que siempre me he preguntado es qué delimita la confianza dentro de una relación. ¿Dónde empiezan y terminan sus fronteras? En estricta teoría —porque todos sabemos que en el mundo real es raro quien respeta la solemnidad de un compromiso—, ¿tener pareja significa no guardar secretos?

Descartemos las relaciones incipientes. Aquellos romances que están empezando y que aún se encuentran en una etapa de reconocimiento. En estos casos, el sentido común debería de ser un recurso suficiente para entender que uno no debería de entregarse de inmediato ni mucho menos revelar por completo su pasado a la persona con la que se está saliendo. Como es imposible anticipar el rumbo que seguirá el idilio, evitar instancias que nos vuelven vulnerables es lo más recomendable.

Yo me refiero a esas relaciones serias, de mucho tiempo, en las que la honestidad y seguridad no están en entredicho. Hablo de los compromisos que han encontrado la forma de tolerar los embates del tiempo, de las familias, de la distancia, de los enemigos, chismes, incredulidad y demás vicisitudes por las que se puede pasar. ¿Se debe de ser cien por ciento transparente con esas personas?

Sin temor a ser linchado en la sección de comentarios de este espacio, me atrevo a decir que no. No es esencial para el éxito de la relación que ésta esté libre de secretos. Estoy convencido de que el mantener una vida interna, con información que sólo nosotros conocemos, ayuda a mantener el misterio y la emoción en el amor.

Cuando uno vuelca todo lo que es y piensa durante el noviazgo o matrimonio, se da una pérdida inherente de la individualidad. Además la incertidumbre, en la medida exacta, es un elemento necesario para la seducción. Si uno da por sentado que conoce en todos los sentidos a su compañero, entonces pierde el deseo de conquistarlo.

Pero, como todo en esta vida, existen reglas y conocerlas es esencial para poder saber cómo jugar. Hay secretos que nunca deberían de existir dentro de un compromiso, y son los que ponen en riesgo a cualquiera de los integrantes que lo conforman o, bien, la plenitud del mismo. Cualquier comportamiento nocivo que se mantenga en secreto puede ser el detonante para terminar la relación.

La confianza es un acto de fe, y yo tengo fe en que cada persona sepa con exactitud cuáles son las causas que podrían arriesgar sus respectivas relaciones.

¿Qué te parece?

@AnjoNava

Si quieres compartir tu caso escribe a: anjo.nava@yahoo.com

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