#CDMA: Cómo controlar las expectativas en el amor

Cuando conocemos a alguien que nos gusta, en realidad no estamos conociendo nada. La atracción física, mental y hasta espiritual que surge entre ambos hace prácticamente imposible el entender y asimilar la manera de ser de uno y otro.

¿Podrías decir por qué te gusta y tener argumentos fuertes al respecto?
¿Podrías decir por qué te gusta y tener argumentos fuertes al respecto?

Hace no mucho fui a tomarme unas cervezas con mi amiga Liliana, a quien tenía meses de no ver. Nos pusimos al tanto de nuestros trabajos y del conjunto de trivialidades que rodean la vida diaria. Me contó entre otras cosas, que la habían promovido en su trabajo, lo que le permitió mudarse al barrio que siempre quiso. Además adoptó a un perro al que nombró Jefe.

—Mi vida no podía estar mejor; bueno sí, lo estuvo —dijo Liliana—. También conocí a alguien.

—¿En tu trabajo? —le pregunté.

—Sí —confesó, bajando la mirada—, un cliente del despacho. Guapo, alto, bueno, inteligente y exitoso. Tuve que ir a verlo a su oficina para un asunto y, al terminar la junta, me invitó a comer. Me la pasé increíble. Me llevó a un lugar divino, caminamos de regreso, pasamos a comprar café y postre... No sé. Todo pasó muy rápido.

—¿Por qué? ¿Qué más pasó? —indagué.

—Empezamos a salir diario. Algunos planes muy bobos y otros más sofisticados. Para la segunda semana ya me estaba quedando a dormir todas las noches en su casa.

—¿Y? ¿Qué pasó?

—Pues, no sé —reflexionó—. No era como pensaba.

—Es que creo que te dejaste llevar demasiado —dije—. No te diste el tiempo de conocerlo y permitiste que tus expectativas se desbordaran, ¿no?

—Tal vez, pero ya estoy harta de ser tan cautelosa y temerosa.

Liliana me dejó pensando. Existe una línea muy fina entre no sobrepasarse con las expectativas que se forman en torno a un nuevo romance y en llegar a demeritarlas al grado de llevar al autosabotaje y el dejar de disfrutar del enamoramiento y de las cosas buenas que trae consigo. De hecho, hay un muy buen truco para saber sobrellevar ese estado de absoluto delirio y aterrizarlo nuevamente, llevando la potencial relación su justa dimensión y generando un equilibrio sano de por medio.

El secreto está en jugar al abogado del diablo con uno mismo, sabiendo argumentar a favor de cada una de las cualidades que se alaban o, simplemente, encuentran atractivas en la persona de interés. Un ejemplo obvio es que si alguien dice que le gusta que su pretendiente es “alto”, entonces tendría que demostrarlo con la evidencia necesaria, que en este caso sería que el tipo mida más de un metro ochenta, por decir algo.

El asunto se complica cuando se hace referencia a otro tipo de atributos como los valores, por ejemplo, el ser “respetuoso, “bueno”, “generoso” o “talentoso”. Esta clase de adjetivos, que suelen salir disparados por la boca de quien se encuentra enamorado de alguien, también requieren de razones contundentes para ser usados con seguridad y hacer afirmaciones de esa magnitud.

Por eso, para verdaderamente conocer a alguien se necesitan de más de unas cuantas salidas, entablar un diálogo constante y, sobre todas las cosas, observarlo con la mayor objetividad posible. De esta forma, si llega a florecer la relación, entonces habrá menos probabilidad de salir decepcionado.

@AnjoNava 

Escribe tu pregunta a: anjo.nava@yahoo.com

También te puede interesar:
#CDMA: El misterio de enamorarse con personas del trabajo
#CuestiónDeAmor en las #CDMA: No sé qué siento por una persona
#CDMA: Las tonterías que estamos dispuestos a hacer por amor