#CuestiónDeAmor en las #CDMA: No sé qué siento por una persona

Los sentimientos son una cosa extraña. Sabemos con absoluta certeza que están ahí, los percibimos, los padecemos, los disfrutamos pero, a veces, nos resultan imposibles de descifrar. Nos percatamos de que algo se manifiesta en nosotros pero no tenemos idea de qué es ni qué hacer al respecto. Es por todos conocido que los estímulos entran por los sentidos, son procesados en el cerebro como reacciones químicas que, a su vez, provocan otras reacciones y sensaciones en el cuerpo. Hay un movimiento, una sacudida que puede ser de emoción, curiosidad, ansiedad o una mezcla de todas.

Los sentimientos pueden llegar a ser confusos o quizá es que no queremos enfrentar la realidad.
Los sentimientos pueden llegar a ser confusos o quizá es que no queremos enfrentar la realidad.

Algo así le pasa a Eduardo, quien, tras leer sobre los “crush” en este blog, se animó a escribir y compartir algo que le ha estado afectando. “Al principio uno cree que es enamoramiento, luego se va acrecentando hasta idealizar a la persona, he llegado a desilusionarme, hasta entrar en razón y descubrir que sólo es algo que no sabía describir” , externa en su correo.

Eduardo reconoce que de un momento a otro fue dominado por una sensación que perturbó su calidad de vida: “Eso es lo que me pasó, estaba tan atontado que no pude tomar un plan de acción, mira que soy experto en planearlos, por ejemplo en mi trabajo”, y aunque tuvo otras alternativas, nada se comparaba con ésa que lo hacía caer en un “trance”. Y después se convirtió en un verdadero problema. “Esta distracción amorosa, si no es correspondida, debería de desaparecer, pero cuando hay cierta complicidad de la otra parte, a veces haciendo sentir bien a uno, otras veces tratando mal, con cierto grado de bipolaridad, genera que no desaparezca del todo ”.

“Cuando uno hace un recuento, el tiempo ya se pasó para ambos y sin embargo, la relación continúa”, escribió Eduardo sobre la búsqueda de respuestas y una definición que, “describa: amor que no es amor, sin cerebro por momentos, sin rumbo ni dirección o simplemente, perdiendo el tiempo a lo tonto”.

Eduardo no detalla hechos ni acontecimientos, tampoco nombres, edades ni situaciones de vida. De lleno se aventura en tratar de describir sus emociones y, sin decirlo, en sus palabras queda manifiesta una profunda frustración. Podemos inferir lo que le está pasando: hay una persona por la que él siente una poderosa atracción y que tiene tiempo de haberse se apropiado de su voluntad, es alguien a quien frecuenta, con quien convive y que, a pesar de diferentes encuentros, probables declaraciones y confesiones, no logra obtener un compromiso. Trata de reducir el dolor, minimizando sus sensaciones y al darles un carácter de efímeras, cuando, hasta el momento, no lo ha podido lograr.

Regresemos a la frustración. El amor puede ser un reto, un juego o una meta, pero no dolor ni malestar. No hay motivo alguno para permanecer en un idilio que solo genera la mezcla de impotencia con deseo, que acaba con la moral, el autocontrol o el ánimo.

Quizá las emociones sean complicadas de traducir en palabras, pero hay veces que preferimos desconocerlas a propósito y jugar a ser ignorantes. Creo que en el fondo Eduardo es consciente de lo que le sucede, eso a lo que le busca explicación, nombre y definición. Y, de la misma forma, comprende el “plan de acción” que debería de seguir —abandonar al objeto de su dolor—, pero el miedo de perder eso que le hace tanto daño es mucho mayor.

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@AnjoNava

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