¿Quiénes son capaces de trasplantar el amor?

Algunas historias sugieren que el amor puede ser tangible y que el corazón puede adoptar otra forma.
Algunas historias sugieren que el amor puede ser tangible y que el corazón puede adoptar otra forma.

El amor es esa sustancia transmisible que, aún sin poder medirla con los elementos creados por el hombre, tiene peso, volumen, espesor… se siente. Siendo algo inasible por nuestras manos, ¿puede el amor materializarse y traspasar de manera palpable de un cuerpo a otro?

Como sabemos, el amor sólo puede ser experimentado por los seres humanos, aunque otras especies también son capaces de establecer nexos emocionales, como los perros, los caballos o los delfines. El amor tiene un componente misterioso e incluso inexplicable. Por este motivo, pensadores, poetas y artistas han intentado expresar los diferentes matices de este sentimiento.

Desde la psicología se han señalado tres componentes constituyentes del amor: la intimidad (aquellos sentimientos que impulsan la proximidad), la pasión (el intenso anhelo de crear un vínculo) y el compromiso (esa conciencia de la importancia que tiene el cumplir un objetivo superior). Algunas historias de vida representan a los tres factores y sugieren que el amor puede ser tangible y que el corazón, ese órgano especial que representa universalmente el sentimiento, puede adoptar otra forma. He aquí —acaso— la prueba de ello:

Allá por enero de 2014, Ashley McIntyre escuchó por la radio el caso de un electricista de Kentucky a quien se le había diagnosticado una nefropatía por IgA, una enfermedad renal crónica que requería un trasplante. Danny Robinson tenía sangre tipo O, lo cual significaba que solo era compatible con un donante del mismo tipo. Ashley tenía ese tipo de sangre.

Aún sin conocerse, se sometieron inmediatamente a diversas pruebas, exámenes físicos y psicológicos para determinar si eran compatibles para el trasplante. La intervención quirúrgica se llevó adelante en el Hospital Albert B. Chandler de la Universidad de Kentucky en Lexington, Estados Unidos. La noche antes de la cirugía, Danny le regaló a su generosa donante un joyero con una frase grabada: “Ashley, eres un ángel”. Meses más tarde, tras haber superado ambos el trasplante, la pareja sintió una conexión profunda. Durante la Navidad de ese año Danny le propuso matrimonio a Ashley.

Ella le había dado su riñón y él, en retribución, le entregó su corazón. Ellos dicen que simplemente se enamoraron y sintieron que deseaban estar juntos para siempre.

Desde 2004 que Daniela Álvarez se encontraba en lista de espera para recibir un trasplante. Le diagnosticaron insuficiencia renal a los seis años y desde hacía 10 debía someterse a sesiones de diálisis para poder vivir. El organismo de la mujer se deterioraba gradualmente y el tiempo comenzaba a jugar en su contra.

La decisión no se hizo esperar. El esposo de Daniela, Hernán Molina, protagonizando una enorme demostración de amor por su compañera, ofreció su propio riñón. Los trasplantes renales con donante vivo son habituales pero, según explica el Dr. Pablo Raffaele, jefe de la Unidad Renal de la Fundación Favaloro de Argentina, no se registran muchos casos relacionados entre cónyuges.

El primer parte médico del joven donante indicaba el éxito de la operación: “Buena evolución post-operatoria de nefroctomía derecha, sin complicaciones quirúrgicas ni clínicas”. El de su esposa señalaba: “Se implantó el riñón en fosa ilíaca izquierda sin complicaciones”. La madre de la paciente, días después, comentaba que la pareja había comenzado una etapa “distinta” en su vida, ya que “tendrán que cuidarse, pero con mucho afecto y esfuerzo les esperan muchos proyectos”.

Estamos de acuerdo que el amor se siente en el pecho, perturba la cabeza y en ocasiones nubla la vista, pero muchas veces son otros sitios del cuerpo humano los que les dan una dimensión real al más fantástico de los sentimientos.

¿Qué te parece?

@Sebas4nier

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