Cirugías plásticas, ¿la nueva adicción?

por Mariana Israel

Los expertos ya hablan del “Síndrome de la mujer fashion”: aquella que está demasiado pendiente de su imagen y de cualquier cambio estético. “Son mujeres poliretocadas, de entre 40 y 50 años, que se operan, se aplican Botox, se hacen rellenos y peelings, con cada vez más frecuencia”, describe a Yahoo Mujer la Lic. Adriana Guraieb, miembro de la Asociación Psicoanalítica Argentina (APA) y de la Asociación Psicoanalítica Internacional (IPA, por sus siglas en inglés).

Cuando la mirada del otro es una obsesión, ¿dónde está el límite de las transformaciones en pos de una perfección idealizada? ¿Y quién o quiénes deberían ponerlo?

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Dismorfia, ¿la raíz de la adicción?

Todas hemos pasado un tiempo frente al espejo, preparándonos para una cita especial o un gran evento. Es común que una fotografía nos despierte desasosiego y que una parte del cuerpo nos traume durante la adolescencia. Pero, cuando esta conducta se prolonga en el tiempo y la insatisfacción se vuelve una constante, existe el riesgo de caer en lo que los especialistas denominan Dismorfia Corporal o Trastorno Dismórfico Corporal.

“Cuando la preocupación por el cuerpo y la insatisfacción ocupan la mente al punto de querer recluirse, no salir del hogar, podemos hablar de un trastorno de dismorfia, una obsesión”, define a Yahoo Mujer la Lic. Esther Any Krieger, miembro de APA y de IPA, y coautora del libro Nuevas Adicciones. Señala que el problema suele comenzar en la adolescencia y advierte sobre las tentaciones del mercado: “La idea de unos pechos nuevos al cumplir los 15 años, la increíble oferta de que el cuerpo anhelado se puede conseguir con 10 sesiones de aparatología, no hace más que incentivar el camino hacia el cirujano”.

El gran problema de las mujeres que sufren dismorfia es que el pasaje por el bisturí no las alivia, sino que las frustra aún más.

Círculo vicioso

La Asociación Americana de Ansiedad y Depresión estima que el trastorno dismórfico afecta al 1% de la población estadounidense, y advierte que las víctimas pueden incurrir en cirugías plásticas innecesarias para corregir supuestas imperfecciones.

El principal riesgo es el psicológico, sumado a los clásicos “desastres quirúrgicos”: mujeres con los rostros hinchados, facciones que pierden su naturalidad y cuerpos deformados. Las sucesivas operaciones “no alivian el estrés y la vergüenza del trastorno dismórfico. No percibes los resultados esperados o, simplemente, empiezas a obsesionarte con otro aspecto de tu cuerpo y a demandar más procedimientos estéticos”, detalla la Clínica Mayo. Caes en un peligroso círculo vicioso.

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Un límite difícil de trazar

Para el Dr. Sergio Korzín, cirujano plástico, director de la clínica Lasermed y miembro de la Sociedad Argentina de Cirugía Plástica, Estética y Reparadora, suele ser fácil darse cuenta de que el paciente está obsesionado con su imagen. “Es la persona multioperada, que viene hablando mal del cirujano plástico anterior. Ahí se nos prenden las luces de emergencia y nos damos cuenta de que hay algo que no funciona”, relata a Yahoo Mujer.

El experto sostiene que darse cuenta a tiempo de la presencia de un trastorno es la clave del éxito del cirujano plástico, que solo debería intervenir si el paciente tiene expectativas lógicas. De lo contrario, nunca va a estar conforme con los resultados.

Sin embargo, admite que decir que no dista de ser fácil. “Como lo económico está en danza, algunos médicos piensan ‘por qué le voy a decir que no, si se lo hará con otro’. Pero por ética, por buen gusto y estética, y por su propia seguridad, debe estar atento a estos pacientes y tratar de decir que no”, subraya Korzín, que hace una autocrítica. “A veces los cirujanos plásticos somos un poco cómplices de la dismorfia. Cuando viene un paciente y nos pide un relleno facial, le aplicamos una jeringa y queda contento; le ponemos una segunda y sigue contento, pero cuando vuelve por una tercera, ya no le va a quedar bien, pero sigue viéndose mal, y exigiendo más y más y más. La complicidad puede ser el error que nos lleve a resultados artificiales o ridículos. El paciente quiere más y el médico no sabe decir que no”, concluye.

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Entrevistas con: Lic. Adriana Guraieb, miembro de APA y de IPA; Dr. Sergio Korzín, cirujano plástico, director de la clínica Lasermed y miembro de la Sociedad Argentina de Cirugía Plástica, Estética y Reparadora; Lic. Esther Any Krieger, miembro de APA y de IPA, coautora del libro Nuevas Adicciones.