¿Borrarías tus malos recuerdos?

La película Eterno resplandor de una mente sin recuerdos (Eternal Sunshine of the Spotless Mind) planteaba la posibilidad de borrar las memorias dolorosas de nuestra mente. Y eso que parecía un argumento de ciencia ficción se ha convertido en un reto para algunos científicos. Muestra de ello es un estudio publicado en la revista Nature, que describe cómo un grupo de investigadores han conseguido manipular los recuerdos “malos” en la mente de los ratones de laboratorio para que evitar que sean menos atemorizantes.

Escena de 'Eterno resplandor de una mente sin recuerdos' / Foto: AP Photo/Focus Features, David Lee, File
Escena de 'Eterno resplandor de una mente sin recuerdos' / Foto: AP Photo/Focus Features, David Lee, File

Los investigadores del MIT (Massachusetts Institute of Technology) sometieron a los ratones a una serie de experiencias y situaciones susceptibles de transformarse en recuerdos; para los recuerdos agradables los metieron en un cuarto donde había una ratona, para los desagradables, los pusieron en un cuarto donde les daban toques eléctricos en las patas. Después, los científicos localizaron las áreas del cerebro donde se guardaban esos recuerdos. Usaron un laser para iluminar esas áreas y activar las memorias. Lo más interesante es que usaron esas luces para iluminar al mismo tiempo las neuronas asociadas a los recuerdos desagradables y a los agradables. De manera que los recuerdos de los shocks quedaron superpuestos con los de la ratona, con ello, consiguieron que el recuerdo de los choques se tornara agradable o, al menos, no tan atemorizante.

Para entender lo que ocurre, el Dr. Roger Redondo, neurocientífico del MIT da un ejemplo sencillo: imagina que siempre vas a un restaurante con tu familia y tienes un recuerdo feliz de ese lugar, pero un día vas con tu pareja y tienen una discusión que termina en rompimiento. Lo que ocurre es que cada vez que alguien menciona el restaurante, se mezclan los recuerdos buenos y malos; eso se debe a que el cerebro responde a una conexión múltiple entre el lugar y los recuerdos asociados a él. “Lo que logramos”, señala Redondo, “es llegar a ese lugar en el cerebro donde se conectan esos circuitos y hemos provocado esa conexión artificialmente”. Esa tecnología, aclara Redondo, no puede ser usada en humanos, sin embargo, tiene un gran valor porque abre la ruta hacia otros estudios que permitan aumentar la plasticidad cerebral, es decir, la capacidad de rediseñar la mente.

 

Borrar o no borrar, he ahí el dilema

Este tipo de estudios plantean dilemas éticos sin precedentes. Supongamos que en algún momento se encuentran las herramientas adecuadas para borrar los recuerdos de una persona. ¿Sería correcto hacerlo? De acuerdo con Redondo, “los recuerdos desagradables son necesarios, porque de otra manera viviríamos repitiendo nuestros errores. Por otra parte, la idea no es deshacerse de recuerdos triviales, sino facilitar el tratamiento de desórdenes que producen ansiedad, pánico o depresión. Hay situaciones asociadas a emociones tan fuertes que se vuelven discapacitantes; con estas herramientas podríamos minimizar la intensidad de las emociones asociadas a situaciones desagradables”.

Los recuerdos nos ayudan a no repetir nuestros errores / Foto: Thinkstock
Los recuerdos nos ayudan a no repetir nuestros errores / Foto: Thinkstock

A mi parecer, este tipo de tratamientos no traerían el alivio esperado, ya que nuestra memoria emocional está repartida en todo el cuerpo, sobre todo en nuestro intestino, considerado por muchos como el “segundo cerebro”. La doctora Irina Matveikova, especialista en endocrinología y nutrición clínica, señala en su libro Inteligencia digestiva , que en nuestro aparato digestivo tenemos un sistema nervioso entérico en donde se guardan muchas emociones no expresadas o problemas no solucionados. Por ejemplo, cuando experimentamos una situación límite, nuestro sistema digestivo (estómago, intestino, vesícula, hígado) segrega una serie de químicos que nos permiten reaccionar para sobrevivir.

Las experiencias traumáticas nos marcan de tal forma que generan memoria en las células nerviosas de nuestro tracto digestivo, de tal manera que ante situaciones similares nuestro aparato digestivo reacciona, se producen síntomas como irritación, acidez, estreñimiento y otros desórdenes que pueden terminar en cáncer o úlceras. Un tratamiento que incluya alimentación y terapia puede ayudar a que nuestro cuerpo comprenda de dónde vienen esas reacciones. Y con un trabajo personal que se enfoque en la resiliencia, esos recuerdos dolorosos se transformarían en aprendizajes y dejarían de afectar tan profundamente nuestro ánimo.

En vez de buscar borrar los recuerdos, lo mejor es transformarlos en aprendizaje / Foto: Thinkstock
En vez de buscar borrar los recuerdos, lo mejor es transformarlos en aprendizaje / Foto: Thinkstock

Vivimos en la era del confort, bombardeados por mensajes para rechazar todo eso que parezca "incómodo" o que no encaje con la idea que algunos tienen de una vida "feliz". Sin embargo, necesitamos reconocer que nuestras memorias tienen una función; negar los recuerdos dolorosos no sirve, solazarnos en ellos y usarlos para mantenernos en una posición de víctima nos vuelve ciegos al aprendizaje. Un recuerdo será doloroso o desagradable hasta que tengamos la valentía de mirarlo de frente y comprender que ha quedado en el pasado, que no es preciso recrearlo, que si dejamos que ocupe todo el lugar en nuestra vida, se convertirá en el motor de nuestras relaciones. Un trabajo de terapia no buscará borrar los recuerdos "malos", porque éstos tienen un valor; más bien, buscará transformarlos en aprendizajes para la vida. Ya lo dijo Freud hace muchos años: quien no conoce su historia, tiende a repetirla.

Creo que si los científicos encuentran la manera de “borrar” o traslapar los recuerdos, más que un alivio, estarían generando mayor confusión. Imaginemos que ante cierta situación se produce una reacción química en nuestra memoria corporal. ¿Qué efecto tendría si al comunicarse con el cerebro (a través del nervio vago) no encuentra el recuerdo correspondiente? A mi parecer, antes de proponer cualquier tratamiento, los científicos podrían revisar si el camino que están siguiendo es el correcto. Creo que una de las mayores limitantes de esos estudios radica en su cefalocentrismo; nuestro cerebro es sólo la oficina de operaciones, pero las acciones, las causas y las huellas están en todo el cuerpo.

@luzaenlinea

 

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