El pacto de Ulises

Hace unos días vi en una reunión a una persona cuya actitud me pareció bastante mezquina. Se lo conté a mi amiga Isabel y, un poco en tono de broma, le dije: “Por favor, si algún día me ves haciendo eso, me avisas y luego me retiras el habla”. Isabel me explicó que ese tipo de acuerdos se llaman contratos de Ulises. Nunca había escuchado el término, pero después de que me explicó cómo funcionaban, entendí que todos los hemos hecho alguna vez y que, cuando los hacemos conscientes, podemos aprovecharlos mejor para conseguir objetivos vitales.

El pacto de Ulises nos ayuda a alcanzar objetivos difíciles / Foto: iStockphoto
El pacto de Ulises nos ayuda a alcanzar objetivos difíciles / Foto: iStockphoto

Cuenta la historia que Odiseo o Ulises, rey de Ítaca, tuvo que hacer un larguísimo viaje para volver a casa después de la guerra de Troya. Ulises sabía que en su viaje pasarían por una isla donde habitaban unas sirenas cuyo canto era tan hermoso como abrumador, a tal grado que volvía locos a los marinos, atrayéndolos hacia ellas. Cuando el barco se acercaba a la orilla, chocaba con unas rocas haciéndose astillas con todo y tripulación. Ulises no podía correr el riesgo, pero tampoco quería privarse de escuchar el canto de las sirenas, así que ideó un plan para salir ileso: ordenó que lo ataran fuertemente al mástil del barco y puso un tapón de cera en los oídos de la tripulación. Nadie podía desatarlo o quitarse el tapón hasta que dejaran atrás la isla de las sirenas.

Este pacto entre Ulises y su tripulación fue tomado por el discurso de la psiquiatría para describir el acuerdo que hace un paciente con psicosis para que, en caso de sufrir una crisis en el futuro, se tomen las acciones que él decida en pleno uso de sus facultades mentales. Este acuerdo es similar a la ortotanasia o el llamado testamento vital, que en el campo de la medicina se usa para que sea respetada la voluntad de un paciente en caso de que una enfermedad terminal lo incapacite para tomar decisiones sobre su vida o su muerte. Más que un testamento, es más adecuado definirlo como un documento de voluntad anticipada.

En una situación cotidiana, el contrato o el pacto de Ulises podría definirse como la decisión que una persona toma libremente en el presente y que la compromete a tomar acciones y a asumir las consecuencias en el futuro.

En este video, Dan Ariely, autor de Las ventajas del deseo, explica cómo funciona el pacto de Ulises usando un experimento con pichones y ratas. Está en inglés, pero más abajo verán la explicación.

Con el botón verde, el pichón obtiene un pellet de satisfacción inmediata. El botón morado tarda 10 segundos (que en tiempo de un animal puede ser como un día), pero al cabo de ese tiempo le entrega diez pellets. Cuando se trata de decidir, el animal opta por la satisfacción inmediata. Sin embargo, cuando se coloca una tercera variable la ecuación cambia. El botón rojo desactiva el botón verde, haciendo tolerable la espera, lo que le permite obtener 10 pellets de satisfacción.

En otras palabras, un tercer factor en la ecuación hace que la tensión se desplace, permitiéndonos ganar perspectiva y fuerza de voluntad. Imaginemos que queremos dejar un mal hábito. Le damos a un amigo el equivalente a 500 dólares, establecemos una fecha razonable para alcanzar el objetivo y le pedimos a ese amigo que no nos devuelva el dinero sino hasta que hayamos conseguido lo que nos proponíamos. Cuando el objetivo es muy difícil de cumplir o la situación implica episodios aislados, en lugar de premio, hay quienes prefieren una penalización. Por ejemplo: descontar 100 dólares cada vez que se rompa el pacto.

He conocido algunos casos en los que el contrato de Ulises se ha convertido en una solución real para aprender a defenderse de uno mismo. Tal vez lo que más me gusta de ese pacto es que no niega la existencia de “la tentación”, al contrario. Y más aún: en el proceso, amarrado al mástil, uno puede observarse a sí mismo, averiguar por qué la tentación tiene tanto poder, si es posible lidiar con ella o no, y cómo podemos entrenarnos para no autodestruirnos. Uno puede hacerlo por sí mismo, pero si el reto es muy grande, podemos contar con algún amigo, alguien que nos quiera y que sea como la tripulación que nos acompaña en el camino.

¿Has hecho algún pacto de Ulises? ¿Crees que funciona?

Twitter: @luzaenlinea

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