Felicidad con minúsculas

¿Siempre quieres cosas que están más allá del horizonte? Quizá debas valorar esta felicidad con minúsculas. / Foto: Thinkstock
¿Siempre quieres cosas que están más allá del horizonte? Quizá debas valorar esta felicidad con minúsculas. / Foto: Thinkstock



Hacia la mitad de la vida, hay una edad en la que uno mira hacia atrás y ve que hay sueños que ya no podrá realizar. Si no fue madre, y tiene cuarenta y tantos años, difícilmente lo será; si no tiene un trabajo que responda a sus expectativas, también se complicará un cambio de rumbo… Este panorama puede deprimir a muchos, resaltando la insatisfacción personal por lo “poco conseguido”. Pero también puede ser la oportunidad para revalorizar lo hecho y aprender a disfrutar más los invisibles logros cotidianos.


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"Siempre queremos cosas que están más allá del horizonte", dice el escritor español Luisgé Martin en un reportaje que le realizaron a partir de "La misma ciudad", su último libro. Y agrega: “Los sueños que solemos concebir son muchísimo más grandes que la vida que podemos llevar, al menos, para las personas con una cierta ambición, que desean vivir con intensidad. La única cura es aprender a aceptar lo que se es y disfrutar de los pequeños momentos, de una felicidad con minúsculas”.


¿Cómo construir ese ser satisfecho con su realidad? ¿Cómo aprender a registrar y valorar esta felicidad con minúsculas? Algunas ideas:

- Ver qué metas no se han cumplido y analizarlas. Por qué no se dieron, por qué debo abandonarlas. ¿Hay margen para que las resignifique de acuerdo a mis posibilidades?

- Detallar qué objetivos sí se han alcanzado. Tratar de repasar cómo fue el camino hacia ellos, los obstáculos, la felicidad del logro. Ver cuánta de su influencia aún nos acompaña.


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- Repasar qué cosas nos hacen felices diariamente. Analizar hasta qué punto este “estado de gracia” depende de nosotros y no de los otros.

- Antes de trazarnos nuevos y lejanos horizontes, ver qué otras cosas puedo hacer o dejar de hacer para agregarle placer a nuestra cotidianeidad.

- Y si somos buenos en algo, y ya lo hemos probado, animarnos a recorrer ese trayecto nuevamente, sin exigirnos ser tan buenos o aún mejores que entonces. Hacerlo, simplemente, por el placer de transitar otra vez ese camino conocido, pero abiertos a todo lo nuevo que puede aportarle nuestra experiencia, esa que sin duda dotará de valor agregado a nuestro trabajo.


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¿Qué cosas del día a día forman tu felicidad con minúsculas?

@BalaguerAdriana