Codependiente, ¿yo?

La dependencia es uno de los grandes temas de la experiencia humana. Dependemos de lo que la tierra nos provee para sobrevivir y también necesitamos unos de otros por el simple hecho de que somos vulnerables. Aunque el ideal es que todas nuestras relaciones sean interdependientes –es decir, fundadas en la reciprocidad, la equidad y la correspondencia– la realidad es que, al menos una vez en la vida y sin darnos cuenta, desarrollamos vínculos de codependencia.

Al menos una vez en la vida y sin darnos cuenta, desarrollamos vínculos de codependencia.
Al menos una vez en la vida y sin darnos cuenta, desarrollamos vínculos de codependencia.

[Galería: 11 síntomas de codependencia]

En general, las personas codependientes se preocupan más por los demás que por sí mismas; basan su satisfacción o su estabilidad emocional en lo que otros opinen porque crecieron con la creencia de que el amor y la aceptación vienen de fuera y que deben sacrificar algo de sí para obtener reconocimiento. Es así que ponen al otro como prioridad y le entregan toda su energía, aunque al cabo de un tiempo se sienten vacíos o decepcionados; al no recibir lo que esperan, perciben que los otros han abusado de sus buenas intenciones y terminan preguntándose: ¿por qué no me siento mejor si lo di todo, por qué no aprecian lo que hago, por qué abusan de mi energía? Culpar a los demás sólo genera rencor y arrepentimiento, pero no resuelve el asunto de fondo. El primer paso es aceptar que somos codependientes en alguna medida (sí, todos), pero a veces resulta un poco difícil tomar distancia de nosotros mismos. De acuerdo con la autora Jade Mazarin, existen cuatro maneras de reconocer si estás siendo codependiente:

1. ¿Vives tratando de controlar el mundo interno de los demás? ¿Te sientes responsable por lo que otros sienten, piensan o hacen? ¿Evitas tomar una decisión de vida importante porque temes decepcionar a alguien que amas? Revisa tus vínculos, probablemente eres codependiente y no lo sabes. Recuerda: tú eres responsable de tus actos, no de las reacciones de los demás. Eso no significa que te vuelvas frío, cruel o indiferente ante el mundo. Hacerte responsable de tu parte de la realidad no excluye la idea de ser respetuoso y considerado con otros. De hecho, cuando actúas con honestidad y eres fiel a lo que sientes, es más fácil dar su lugar a las personas, ofrecer disculpas y manifestar nuestro descontento.

[Relacionado: Deja de pedir perdón por ser bonita]

2. ¿Ofreces disculpas todo el tiempo, sientes que eres una molestia para los demás? Imagina la siguiente escena: pagas un producto por internet, el precio incluye la mensajería, pasa el tiempo de entrega y no llega el producto, hablas a la compañía, dicen que han entregado tu paquete, hubo una confusión, lo entregaron en casa del vecino, cuando llega el mensajero, ambos van a casa del vecino y éste entrega el paquete. Al ver las expresiones del mensajero y del vecino, tu primera reacción es pedir perdón por las molestias. ¿Te das cuenta? Si te disculpas a la menor provocación, quizás temes que otros se enojen contigo. Te sientes responsable hasta cuando no lo eres porque buscas la aprobación de los demás.

¿Ofreces disculpas todo el tiempo, sientes que eres una molestia para los demás?
¿Ofreces disculpas todo el tiempo, sientes que eres una molestia para los demás?

3. Te esfuerzas demasiado por agradar a los demás. Estás rodeado de un montón de gente que te aprecia y te quiere tal y como eres, sin embargo, te importa más la opinión que tienen de ti ciertas personas que no hacen más que criticarte. Cuando le caes mal a una persona, no puedes dejar de pensar en ello y te obsesionas con la idea de agradarle a cualquier precio. Probablemente, a esa otra persona le tiene sin cuidado lo que hagas o dejes de hacer, pero tú piensas que si te ganas su beneplácito, te sentirás mejor contigo mismo.

[Relacionado: La delgada línea entre ayudar y estorbar]

4. ¿Ofreces ayuda cuando no te la piden? ¿Haces a un lado tus necesidades para satisfacer las de otros? ¿Sientes que sin ti las cosas no ocurren “como deberían”? Quizás estás asumiendo un rol que no te corresponde o cargando con responsabilidades que no son tuyas. El impulso de hacer cosas por los demás de manera sistemática no siempre es reconocido; muchas personas con este tipo de codependencia sienten que sus esfuerzos no solo no son valorados sino que se sienten rechazados o terminan ocupando el papel del amigo fetiche.

Enfócate en lo que sientes, hazte consciente de tus necesidades y tu valor.
Enfócate en lo que sientes, hazte consciente de tus necesidades y tu valor.

Si te sientes identificado con alguna de estas situaciones, enfócate en lo que sientes, hazte consciente de tus necesidades y tu valor. Una manera de romper con este ciclo es comenzar a poner atención en las propias necesidades, aprender a decir que no, revisar las prioridades y redefinir el concepto de bienestar. Por ejemplo: si te sientes presionado, no ofrezcas ayuda porque eso aumentará tu nivel de estrés; si estás demasiado preocupado por la opinión de alguien, no actúes para agradarle, mejor revisa tus inseguridades y trabaja en tu autoestima.

Recuerda que los patrones de comportamiento pueden cambiarse con la práctica consciente; en la medida en que aprendas a respetar tus espacios, a honrar tus necesidades y a cuidar tus recursos, formarás vínculos de interdependencia y reciprocidad.

 

Mira también: