21 días sin las drogas del amor

Mi amiga había terminado hace meses con su ex, pero seguían enviándose mensajes y no lograban separarse del todo. Hace algunas semanas, ella descubrió que lo que tenía era una relación adictiva, de manera que comenzó un plan de desintoxicación de 21 días. Nada de comunicarse con el susodicho, ni por whatsapp, tampoco revisaría las redes sociales y trataría de no dedicarle pensamientos ni emociones. La restricción fue en serio... y parece que dio resultado.

La adicción al amor detona mecanismos orgánicos y emocionales / Foto: Thinkstock
La adicción al amor detona mecanismos orgánicos y emocionales / Foto: Thinkstock

Después de ver el proceso de mi amiga, me quedé con la curiosidad: ¿qué mecanismos se activan en las relaciones adictivas y cómo pueden desactivarse en 21 días? Leí varios artículos al respecto y encontré un factor común: las relaciones adictivas suelen encubrir una resistencia a construir intimidad, pues la adicción viene a cubrir necesidades inconscientes que tienen que ver con la inseguridad.

Según dicen los expertos, cuando hay una disfunción en la familia de origen, la búsqueda del amor de pareja se convierte en una forma de resolver asuntos que quedaron pendientes de la infancia. No siempre estamos buscando a nuestros padres en la pareja, puede ser que estemos tratando de reconstruir una situación en la que fuimos lastimados o en donde vivimos nuestra primera herida de amor. Pero no lo sabremos hasta que no hagamos conscientes los duelos de la infancia, sólo entonces podremos liberar el dolor y elegir con libertad a la pareja.

La mayoría de los terapeutas recomienda pasar un buen tiempo conociendo a la persona antes de involucrar sexo o sentimientos amorosos. Ocurre que cuando activamos el mecanismo de la atracción, los asuntos no resueltos del pasado emergen como una neblina que nos impide ver hacia dónde vamos. Sin darnos cuenta, vemos en el otro ciertos rasgos que nos recuerdan de manera inconsciente a esa persona con la que tenemos un asunto pendiente desde la infancia. Eso nos permite volver a construir lo que yo llamo “el escenario de los amores no resueltos”, con la esperanza de tratar de resolverlos.

Cuando no trabajamos los asuntos del pasado para perdonar o simplemente entender que eso ya pasó, nuestra vida amorosa se convierte en una escena que se repite una y otra vez con actores parecidos. Y la obra casi siempre termina mal.

La adicción al amor es una fantasía, o mejor dicho, una historia en la que el otro ocupa el lugar de un fantasma del pasado. Los adictos se entusiasman y hacen proyecciones, como “lo acabo de conocer pero creo que puede hacerme feliz", o "ya sé que me hace daño, pero siento que es el amor de mi vida”. Esas afirmaciones detonan una catarata de químicos en el cuerpo, eso que conocemos como las drogas del amor. Sin embargo, para conocer realmente a una persona se necesita más tiempo y, sobre todo, menos drogas en la sangre.

 

La pasión no es amor

Las relaciones adictivas detonan mecanismos orgánicos, es decir, subidones químicos que ocurren cuando el otro llama o se aparece. Pero las mariposas en el estómago pueden convertirse en auténticos vampiros, pues son una respuesta a un estímulo que construimos desde el inconsciente. Y nos guste o no, nos hacemos adictos a esas sustancias.

Lo extraño es que en nuestra cultura ese tipo de enamoramiento apasionado está sobrevalorado. ¿Por qué? En este momento se me ocurren dos hipótesis: 1. el enamoramiento apasionado presenta menos obstáculos para el sexo y, por lo tanto, facilita la reproducción de la especie 2. hemos escuchado un solo tipo de historias, casi todas hablan del amor apasionado como una sustancia prohibida; necesitamos escuchar otras historias de amor, relatos donde éste sea valorado por construir redes de cuidado, comunidad y complicidad sostenidas en el tiempo.

Por otra parte, las relaciones adictivas no brindan la posibilidad de desarrollar las herramientas emocionales necesarias para afrontar las situaciones complejas cuando éstas aparecen. Tampoco están fundadas en la honestidad sino en la comodidad, por lo que se evita la confrontación y la intimidad. Ésta última implica hablar abiertamente de los miedos y las preocupaciones, de temas que van más allá de la superficie y nos hacen vulnerables. Es probable que, de niños, su entorno los haya hecho percibir que ser auténticos y honestos los ponía en peligro; como un mecanismo de defensa o de compensación, se desconectaron de sus sentimientos.

Finalmente, mi amiga está más tranquila y menos ansiosa; el mecanismo orgánico ha comenzado a desactivarse, ya no hay nubes rosas en el horizonte. Entiendo que abstenerse de las drogas del amor durante 21 días es solo el comienzo de un proceso largo, pero esperanzador.

 

@luzaenlinea

 

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