¿Problemas emocionales? Quizá sea alergia al gluten

“A mi hijo le habían diagnosticado una enfermedad mental, pero yo me negué a medicarlo porque algo me decía que no iba por ahí”, dijo Paula, una amiga de mi familia. Ya había llevado a su pequeño con varios neurólogos pero ninguno encontraba la terapia correcta. Paula llevó a su hijo a hacerle unos estudios de alergias y ahí descubrió que era celíaco. “Hace dos semanas eliminamos todo el gluten de su dieta y hemos visto un cambio radical”, concluyó.

El gluten afecta incluso la salud mental en las personas celíacas / Foto: Thinkstock
El gluten afecta incluso la salud mental en las personas celíacas / Foto: Thinkstock

No es la primera vez que escucho esta historia. Una amiga, directora de un colegio para chicos con dificultades de conducta, recomienda a los padres de los alumnos que cambien la dieta de sus hijos, que les den comida libre de gluten al menos por un tiempo para descartar que no sean celíacos. Pero la intolerancia al gluten también afecta la salud mental de los adultos. Por ejemplo, una de mis compañeras de trabajo sentía que tenía fatiga crónica, problemas para dormir, diarreas frecuentes, dolores de cabeza y, sobre todo, una depresión inexplicable. Cansada de la situación fue con un experto en medicina integral y ahí descubrió que era intolerante al gluten.

La celiaquía es un desorden autoinmune detonado por el gluten, una sustancia que se encuentra en el trigo, el centeno, la cebada y la avena, así como en sus variaciones e hibridaciones. El gluten daña las vellosidades del intestino delgado, de manera que se altera la digestión y se atrofia la absorción de nutrientes (de ahí que uno de los síntomas más comunes sean la diarrea o la irritación del colon). Desafortunadamente, la especialización de la medicina moderna ha dividido al cuerpo en partes cada vez más pequeñas; tanto médicos como pacientes tratan al organismo como si fuese una máquina cuyos componentes funcionaran por separado, en lugar de mirarlo como una unidad compleja (física, mental, emocional y espiritual) cuyos síntomas forman parte de un mensaje. Esa idea de la medicina ha dado lugar a diagnósticos muy limitados, cuando no equivocados, que le cuestan a la gente valiosos recursos, efectos secundarios por medicamentos erróneos, además de una calidad de vida más o menos miserable.

Existe un vínculo estrecho entre la celiaquía y la depresión / Foto: Thinkstock
Existe un vínculo estrecho entre la celiaquía y la depresión / Foto: Thinkstock

Es importante, además de practicarse estudios generales, acudir con un experto que sepa integrar distintos niveles de información. Esto permitirá hacer un buen diagnóstico a tiempo, ya que la celiaquía puede conducir a problemas mayores de tiroides, osteoporosis e infertilidad. Afortunadamente, los médicos actuales ya comienzan a integrar otros recursos. Y la disponibilidad de información también ha permitido que los mismos pacientes pidan realizarse pruebas de sangre o biopsia de intestino, en las que pueden identificar qué tan sensibles son al gluten, ya que no toda sensibilidad es sinónimo de celiaquía.

De acuerdo con el sitio celiaccentral.org, existe un vínculo estrecho entre la celiaquía y la depresión. Uno de los estudios publicados en el sitio señala que buena parte de los pacientes celiacos reportan síntomas de depresión, pero al cabo de un año siguiendo una dieta sin gluten, los síntomas se van y no reaparecen, como suele ocurrir cuando se trata una depresión con fármacos. Otro estudio señala que el vínculo entre la depresión y la celiaquía se debe a la desnutrición. Al estudiar los niveles de folato y triptófano en la hemoglobina de pacientes que no sabían que eran celiacos, los científicos notaron que eran menores a los de pacientes con bipolaridad. Finalmente, psiquiatras de la clínica Mayo, en los EEUU, afirman que existe un vínculo entre la depresión y la falta de vitamina B12 y folato, sustancias que juegan un rol determinante en la producción de neurotransmisores. Estos nutrientes sólo pueden obtenerse a través de la alimentación, por eso cuando hay celiaquía, la deficiencia de vitamina B12 es una de las primeras en manifestarse a través de cambios en la concentración, el sueño y el estado de ánimo.

Hay que saber que la celiaquía no se “cura” con una pastilla o un jarabe; es una condición que pide un cambio de vida, de hábitos y de pensamiento. Es preciso dejar de comer pan, pasteles, pizzas y un montón de alimentos preparados de la manera tradicional. Significa aprender a cocinar, a explorar nuevos ingredientes y a leer las etiquetas de los productos.

La celiaquía implica hacer cambios profundos en la alimentación, pero la mejoría es muy a corto plazo / Foto: Thinkstock
La celiaquía implica hacer cambios profundos en la alimentación, pero la mejoría es muy a corto plazo / Foto: Thinkstock

Quienes han modificado su alimentación afirman que el cambio de hábitos es tan fácil o tan difícil como uno lo haga, de ahí que es importante tratar el problema con una visión integral de la salud. Ahora la industria de la comida también está reaccionando; muchos supermercados ya venden productos sin gluten e incluso hay panaderías y restaurantes que usan otro tipo de harinas (arroz, maíz, quinoa, etc) para sus platillos.

La buena noticia es que la mejoría se da a muy corto plazo. Y esto se debe a que el intestino es un pequeño ecosistema cuya flora se regenera día con día.

@luzaenlinea

 

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