“Familia Fantoche”, cuando ser lesbiana es un problema para los demás

Karla y Mónica llevan tres años de relación. Viven juntas con las tres hijas biológicas de la segunda, fruto de su matrimonio heterosexual./ Foto: Cortesía Karla Porras
Karla y Mónica llevan tres años de relación. Viven juntas con las tres hijas biológicas de la segunda, fruto de su matrimonio heterosexual./ Foto: Cortesía Karla Porras

Karla no tuvo una infancia típica: a ella le gustaban los deportes y convivir con niños porque consideraba que eran más divertidos. Sus compañeros le ponían apodos como 'marimacha', se burlaban de ella o la excluían de los grupos. Incluso una vez la metieron arrastrando al baño de varones. Esas experiencias al final la hicieron más fuerte para enfrentar y aceptar su orientación sexual homosexual a los 21 años.


Cuando le dije a mi mamá, su reacción inicial fue un rechazo absoluto. Lo vivió como una traición, como si le hiciera un daño intencional. Le preocupaba el 'tipo de vida' que tendría. No me hablaba o me hablaba horrible. Casi me salgo de mi casa. Sin embargo, cuando acepté y abracé mi decisión, también decidí que nunca iba a permitir que nadie me tratara mal por mi orientación que iba a defender mis derechos ante cualquiera, incluso mi familia. Así que la confronté y le pedí respeto.


“Hoy en día me identifico como mujer lesbiana y andrógina, es decir que no elijo los rasgos y conductas de género estereotipadas. No me importa si lo que pienso, hago o visto está tradicionalmente definido para hombres o mujeres. De modo que puedo no usar tacones o maquillaje y sí usar unas botas militares y practicar artes marciales o futbol, sin preocupación por el qué dirán.


Para Karla no fue difícil reconocer su orientación sexual. Asegura pertenecer a una minoría de mujeres lesbianas que no tuvo crisis de identidad sexual y no entró en conflicto ni caos. Solo entendió que le gustaban las mujeres. No lo cuestionó, ni buscó explicaciones psicoanalíticas.

 

Juntas asisten a la marcha gay de la Ciudad de México,, pues están a favor de la diversidad./ Foto: Cortesía Karla Porras
Juntas asisten a la marcha gay de la Ciudad de México,, pues están a favor de la diversidad./ Foto: Cortesía Karla Porras


Con el tiempo conoció a su novia Mónica, con quien lleva una relación de tres  años y medio. Ella tiene tres hijas de 8, 12 y 14 años de su matrimonio heterosexual anterior. Juntas se autonombran “La Familia Fantoche”.


“Ha sido un proceso de adaptación difícil, con altibajos, pero hemos logrado, día a día, salir adelante y mantenernos juntas. Lo más complicado ha sido el proceso de la hija mayor porque es adolescente y le importa ser aceptada.


“Hacemos lo mismo que cualquier familia: trabajamos, procuramos la salud y educación a las niñas, las llevamos a la escuela y al médico cuando enferman, participamos en la asociación de padres de familia, tenemos reuniones familiares, vemos la tele, vamos al cine, salimos de vacaciones, acampamos, etc. La única diferencia entre nosotras y las familias con padres heterosexuales es que una vez al año asistimos juntas a la Marcha del Orgullo LGBTTTI de la Ciudad de México y que criamos a las niñas a favor de la diversidad de cualquier tipo y en contra de toda discriminación. Además les hacemos saber que pueden elegir ser lo que quieran y, cuando sean grandes, amar a quien decidan, y que las amaremos igual”, agrega.


Karla y su pareja han sufrido críticas y discriminación social.  Ellas tratan de enfrentar cada situación dando la cara y demostrando que su vínculo es un acto de amor. “Una vez una compañera molestó a la niña de 12 años y le dijo -'Tu mamá es lesbiana'. Ella la confrontó y le respondió -'Sí, mi mamá tiene novia y yo tengo dos mamás, pero si a mí no me afecta a  ti qué te importa'. Las burlas pararon un tiempo, pero volvieron. Así que cuando vimos que ella sola ya no podía resolverlo fuimos directamente a hablar con su maestra, quien detuvo el asunto.


“Al principio los padres y madres de familia nos veían mucho, nos vigilaban. Se notaba que todo el tiempo se cuestionaban la naturaleza del vínculo entre Moni y yo. Supongo que sin declarar nada poco a poco algunos se han dado cuenta. Somos parte de la asociación de padres de familia y del comité de prevención de violencia en la escuela. Nos respetan porque llevamos años demostrando ser 'normales' e inofensivas. Hemos informado, educado y empoderado a las niñas para que su autoestima sea fuerte y resista la homofobia, para que sepan defenderse con argumentos y sin violencia, y para que ellas mismas sean promotoras del cambio social”, explica.

Karla y su novia tratan de inculcarles una autoestima fuerte a las menores para que ellas mismas sean promotoras del cambio social. / Foto: Cortesía Karla Porras
Karla y su novia tratan de inculcarles una autoestima fuerte a las menores para que ellas mismas sean promotoras del cambio social. / Foto: Cortesía Karla Porras

La orientación sexual, ¿ocasiona discriminación laboral?
En México, subraya Karla,  existen altos niveles de discriminación hacia las poblaciones lesbianas, gays, bisexuales, travestis, transgénero, transexuales e intersexuales (LGBTTTI). La ignorancia, la homofobia, el odio, la discriminación y violencia son los principales enemigos. Sin embargo, el miedo no debe ser mayor al amor para lograr un cambio social. “La discriminación en nuestro país por razón de preferencia sexual está constitucionalmente prohibida y es un delito según el Código Penal Federal. Está presente durante las postulaciones o entrevistas de trabajo, así como al ocupar un puesto dentro de los espacios laborales. Hay empresas que no contratan personas homosexuales por la homofobia y prejuicios de sus dueños o del personal directivo, o porque afecta la ‘buena imagen’ que tienen con sus clientes, pero ¿las capacidades, competencias, desempeño, profesionalismo, eficiencia, productividad y potencial laboral de una persona dependen de sus relaciones sexuales, eróticas y afectivas?”, pregunta Karla, quien es psicóloga social y docente, y tiene una consultoría en la que imparte cursos y talleres de desarrollo humano. Además coordina un grupo lésbico de formación y reflexión e imparte terapias de apoyo psicológico.


En una ocasión la discriminaron en una escuela en la que trabajó como maestra de preprimaria hace 4 años.
“Fui víctima de discriminación por parte de una de mis compañeras de trabajo, la directora y los dueños. Fueron maltratos muy sutiles, sobre todo verbales, pero para mí fue suficiente para levantar una denuncia en la COPRED (Comisión para Prevenir la Discriminación del D.F.) vía internet”.


Las escuelas, subraya, son los espacios laborales con mayor índice de discriminación por homofobia. Los y las docentes homosexuales se ven obligadas a silenciar su orientación sexual con menores de edad.

"Entre directivos, docentes y padres de familia prevalecen mitos como si son un mal ejemplo o mala influencia, que podemos orientarlos hacia la preferencia homosexual, o podemos abusar sexualmente de los menores", dice.


Tener una autoestima equilibrada, aceptarse a uno mismo, no permitir abusos y estar bien informada sobre temas de diversidad sexual, derechos e instrumentos legales para poderse defender es básico para no permitir la discriminación.


“Considero que necesitamos transformar los paradigmas con los que organizamos, miramos y juzgamos al mundo, sobre todo en lo que se refiere al sistema sexual y de género predominante. Hay que educar para el respeto, la inclusión y el trato digno  y justo de todas las sexualidades no tradicionales a personas de todas las edades en las familias, las escuelas, los trabajos, los medios de comunicación y las políticas públicas
“Como coach trato que desde mis trincheras, desde mi quehacer cotidiano como mujer, pareja, madre, docente o psicóloga, promover el cambio social a favor de la diversidad sexual, que aunque es lento, ya se ve y se vive con claridad. Estoy segura de que muchos niños el día de mañana vivirán en un mundo menos homófobo”, concluyó.

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