¡Ahora entiendo a mi mamá!

Texto: Mariana Israel

“¡Llévate una chaqueta por si refresca!”. “Termina toda tu espinaca”. “Ordena tu habitación”… Ufff, cuando éramos niñas y adolescentes, nuestras madres nos volvían locas.


Literalmente, nos agobiaban con consejos, ¡sin ningún sentido! (o al menos así lo percibíamos). Ahora, como adultas o madres, por fin entendemos a nuestras progenitoras. Nos llevó la mitad de la vida, pero finalmente alcanzamos la iluminación y hoy podemos declarar: “Madres: siempre tuvieron razón”.

La lucha por la televisión

La regla de casa que más me costaba aceptar era la impuesta sobre la televisión. El “régimen” consistía en no más de 1 hora por día. Imagínense que no podía darme el lujo de desperdiciar ni un minuto haciendo zapping, así que me leía toda la revista mensual de programación del cable y subrayaba lo que iba a ver cada día.

Hoy, sonrío cada vez que leo un artículo en la revista científica de la Academia Americana de Pediatría acerca de los perjuicios de que los chicos vean más de dos horas diarias de televisión. Ella lo supo mucho antes que cualquier investigación: los niños felices juegan al aire libre, inventan actividades, crean mundos… ¡no los miran por TV! Punto para mamá.

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La mesa, batalla campal

María Isabel, de 42 años, es madre de tres hijos preadolescentes. Cada vez que se sientan todos a comer, empieza a repetir exactamente las mismas órdenes que le daba su madre a ella: “Las servilletas en la falda, los codos fuera de la mesa, tomen bien el tenedor, no se levanten hasta que no hayamos terminado…”. “¡Me convertí en mi mamá!”, admite. Hoy comprende la importancia de los hábitos y de las normas familiares, que nos ordenan y nos educan desde pequeños.

De frutas y berenjenas

Mis amigas me hacían burla en el colegio porque para almorzar mi madre no me preparaba un lunch con hamburguesas o salchichas, ¡sino con brócoli y berenjena! Desde siempre, mamá se preocupó porque comiéramos variado. Impuso reglas que en su momento me molestaban, como la de comer una fruta de postre en lugar de una golosina, pero que hoy agradezco infinitamente. Soy la viva confirmación de que los hábitos alimenticios que nos inculcan nuestros padres en la infancia, ¡duran toda la vida!

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Todos a ayudar

“Con hijos adolescentes, o les pones reglas para que ordenen su habitación y te ayuden con las tareas hogareñas, o te resignas al caos”, sentencia Liliana, de 46 años. Siempre se burló de su madre quejosa, que caminaba detrás de ella levantando pantalones, medias y sostenes desparramados por el suelo. “Ahora, ¡soy mucho más estricta que ella!”, reconoce.

Sufrir por la noche

Cada vez que Eugenia salía sola con sus amigas, su madre no pegaba un ojo en toda la noche, hasta escuchar el reconfortante ruido de la cerradura y los pasos de su hija en la escalera. Euge nunca comprendió esta locura materna, le parecía una obsesión ridícula… hasta que fue mamá. Ahora, cuando su hija le pide permiso para salir de noche, algo le cruje en sus entrañas. Es ese instinto protector de madre, básico, único, incondicional.

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¿Qué actitudes comprendes de tu madre ahora que eres mayor?

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