Internet, una forma de mantener la amistad

Gracias a la tecnología, los vínculos del alma se conservan fuertes. / Foto: Thinkstock
Gracias a la tecnología, los vínculos del alma se conservan fuertes. / Foto: Thinkstock

Martín, Aldo, Guillermo y Sebastian son amigos desde hace mucho tiempo. Son muchachos que están llegando a los cincuenta. Si les dieran a elegir, preferirían estar todo el tiempo juntos, como en las postadolescencia y la juventud, donde la única obligación era estudiar y divertirse.

La aceleración que impone la vida actual, la cantidad superabundante de compromisos laborales, sociales, familiares van dejando cada vez menos espacio para que la amistad de los cuatro compinches. Un encuentro cada mes, y a veces ni eso, para disfrutar de uno de los únicos momentos en donde cada uno de los amigotes de toda la vida hallan ese lugar en el mundo en el que no caben la impostura, la formalidad artificial, el disfraz para los sentimientos genuinos ni las tontas apariencias.

Es ese el sitio tan relajado al que la inconsciencia y el desatino han marginado a unas pocas horas mensuales, quedando en deuda constante con el placer de ser uno mismo rodeado de auténticos pares.

Han planeado reunirse con más frecuencia, pero les ha sido imposible. Siempre se interpone una “obligación”, de esas que se desearía que no existiesen o que se cancelen al menos una hora antes de la reunión de la hermandad. Pero eso nunca sucede.

Sabiamente la “cuaterna” se dio cuenta que la amistad no necesariamente es una expresión que debe manifestarse físicamente, que aunque se extrañen los abrazos cálidos, las palmeadas en el hombro y las risotadas en una misma habitación, la presencia puede aún subsistir por otros medios.

Aunque son hombres grandes, la tecnología no les es ajena y se han mantenido actualizados con los últimos adelantos digitales. De ese modo, estas vacaciones han estado separados por kilómetros de distancia, pero han podido comunicarse “al minuto” gracias a Whatsapp , al Skype y otros artilugios de enlace.

Han estado on line permanentemente, y cuando Martín practica el Kitesurf sobre un lago del sur los otros tres recibirán un video instantáneamente. Mientras Aldo construye su tercera casa en aquel distinguido barrio privado, sus tres amigos pueden estar al tanto de los avances del proyecto arquitectónico, a través de fotos que detallan cada paso dado en la obra.

Tanto Guillermo como Sebastián han elegido distintas ciudades costeras para vacacionar y mantienen informados a los miembros del grupo de “simplezas de la cotidianidad”, como de cuántos elementos están compuestos sus desayunos, del clima reinante en cada una de las playas a las que concurren y muchas otras circunstancias banales, pero que conservan bien cerca la actividad que cada uno desarrolla allí donde estuviere.

Los comentarios entre los cuatro amigos fluyen como agua y no se pierden de ningún pormenor de lo que al instante le está aconteciendo a sus “hermanos de la vida”, aunque estén increíblemente lejos el uno del otro.

Es una paradoja que ubicándose geográficamente tan separados por la distancia, hayan logrado sostener una comunicación más intensa y cercana que la que poseían en su juventud. Sus tablets y smartphones ofician de enlace para que la amistad no se resienta y puedan compartir la intimidad del día a día con las personas con las que verdaderamente quieren hacerlo. Gracias a la tecnología y la voluntad de utilizarla, los vínculos del alma se conservan fuertes, próximos y remozados.

La amistad virtual nutre los lazos de afecto entre Martín, Aldo, Guillermo y Sebastián y logra que continúen más unidos que nunca.

¿Qué te parece? ¿Cuántos amigos frecuentas mediante la tecnología?

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