Cuando algunas mujeres invaden el espacio

Las mujeres han ocupado más espacio con una estrategia ingeniosa y sutil. / Foto: Thinkstock
Las mujeres han ocupado más espacio con una estrategia ingeniosa y sutil. / Foto: Thinkstock

¿Qué es lo que hace que las mujeres ocupen más espacio que el hombre? Contrariamente al discurso que hemos escuchado y de tantas veces repetido, hemos adoptado como verdad incuestionable que las mujeres, lejos de estar acotadas o limitadas, han extendido su mundo sin que nadie lo notara. De hecho, han tomado por asalto y con su mejor rostro de candidez sectores que nos pertenecían a todos.

La estrategia es muy ingeniosa y la técnica es increíblemente sutil a pesar de lo evidente que podría resultar para el común mortal.

Por lo astuto del movimiento, los hombres aceptamos mansamente el ardid. La martingala femenina comienza con el socavado de los cimientos de “algo” que, de tan establecido, hemos perdido la capacidad de observar críticamente. Se trata de la deferencia entre el ámbito público y el ámbito privado.

Sabemos que lo “público” y lo “privado” son las dos esferas en que se divide la sociedad. ¿Cómo han logrado romper ese equilibrio las mujeres? ¿Conocemos sus artimañas?

Podrán decir que es fácil darse cuenta, una vez que logran descubrir por primera vez la estratagema. Pero, cuánto tiempo hemos estado cegados por la maniobra femenil?

Alguna vez habremos visto a las damas pintándose parsimoniosamente las uñas en la oficina o pasándose lápiz labial en un bar repleto de gente sin que nada de lo que pasa a su alrededor importara. Seguramente hemos presenciado el esmerado retoque del color de su rostro con ese polvo extraño mientras se traslada en un transporte público. ¡Allí está el secreto que tenían bien guardado!

La treta consiste en ganar el espacio público para ellas, realizando tareas que corresponden estrictamente al ámbito privado. Con total desenfado practican faenas exclusivamente domésticas, o seas aquellas acciones del círculo familiar o personal, habitualmente reservadas a la vista de muy pocos y que sólo conciernen a la individualidad.

¿Dónde se ha visto un hombre afeitándose en público? Nunca se lo verá cortándose la uñas en la sala de espera de un consultorio médico. Jamás nos retocaríamos la patilla en un restaurante o en un centro comercial a la vista de todos.

En nuestra discreción radica la derrota, la capitulación tácita sobre el espacio público, el mismo que ellas han abordado sin miramientos y han conquistado.

Cuando veamos que nuestra esposa, novia o amante retoca su rímel (máscara de pestañas) en el asiento del acompañante de nuestro automóvil, habremos comprendido que estamos, en ese preciso instante, entregando parte de un espacio que en rigor de verdad nos pertenece a todos.

Otro punto a favor para ellas….

¿Qué opinas?

@Sebas4nier

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