Competir con un hombre por el mismo puesto

Desde hace algunos años, las mujeres hemos ido ganando terrenos que antes eran impensados dentro del mercado laboral y en otros ámbitos puramente masculinos. Tan lejos hemos llegado, que hoy muchos países tienen mandatarias femeninas.

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Sin embargo, aún falta mucho por hacer. Nos cuesta ganar la competencia cuando se trata de un puesto laboral, y no porque no estemos capacitadas (Se dice que las féminas dominan las aulas en las universidades). Pero todavía las compañías prefieren a los caballeros, aunque no lo admiten públicamente; incluso, si comparamos los sueldos para una misma tarea, son ellos los que ganan más.

¿A qué se debe? Antes que nada a una cultura machista difícil de erradicar (aunque lo estemos logrando paulatinamente). Pero también estamos en desventaja respecto de las leyes que no nos amparan del todo. Porque aunque muchas veces digamos que somos iguales, hay muchas cosas que nos diferencian del género “fuerte”. ¿La más importante?, los hijos. Aquellos pequeños monstruos que molestan tanto a los jefes con sus requerimientos.

¿Y por qué estamos en desventaja respecto de los hombres? Es que nosotras ponemos el cuerpo. Y no solamente durante el embarazo y el parto, sino también cuando no hay nadie que pueda quedarse con ellos, cuando se enferman, cuando tienen presentaciones en la escuela… siempre tenemos, queremos y nos piden estar de cuerpo presente. ¿Por qué sino las mujeres que suelen llegar a puestos jerárquicos, por lo general, son las que no tienen niños o los tuvieron una vez consagradas?

Sin embargo, la lucha no está perdida ni aún vencida, porque las mujeres tenemos muchas ventajas para ofrecer, también a nivel laboral. Y no vamos a hablar de inteligencia porque a esta altura ya está más que comprobado que estamos en iguales condiciones. Sólo precisamos que las cabezas de las compañías se enteren.

¿Por qué a una empresa le convendría contratar a una de nosotras?

En esta nota te detallamos una lista de algunos de nuestros puntos fuertes, que son las herramientas que debemos exhibir a la hora de competir.

Juego de damas:

. La perseverancia, uno de nuestros fuertes: nacimos con la cruz de ser féminas y parece que hay que demostrar constantemente que nosotras podemos. Somos perspicaces, intrépidas, curiosas y no nos rendimos fácilmente ante el primer no. Traemos la lucha en la piel y, a pesar de los obstáculos (que suelen presentarse muy seguido a nuestro género), siempre vamos para adelante. Este es un punto clave y muy útil para el crecimiento de una empresa.

. La intuición femenina: nos surge espontáneamente, es nuestro sexto sentido. Tenemos buen olfato para saber si algo puede funcionar o si ni siquiera vale la pena tenerlo en cuenta. Es cuestión de confiar más en él.

. Somos más integradoras: nos gusta organizar eventos, tenemos presentes las fechas importantes (como aniversarios, nacimientos y cumpleaños), juntamos el dinero para hacer obsequios y estamos en cada detalle. Son gestos que en definitiva terminan uniendo a un grupo de trabajo. También vale, porque unidos se puede llegar más lejos. Si queremos ir para adelante, nada más importante que todos tiren del mismo carruaje.

. Seductoras innatas: conseguimos lo que queremos cuando algo realmente nos interesa. Tenemos las armas para hacerlo, sin hablar necesariamente de un escote pronunciado. Basta nuestra simpatía, la empatía con quien estamos negociando y una mirada positiva y clara. Si que sabemos cómo seducir para alcanzar la meta.

. Cuestión de organizarse: ¿quién es la que organiza la casa y la vida familiar? Esto nos ayuda a armar una estructura fuerte, difícil de derribar. Tenemos una gran experiencia para ordenarnos y hacer varias cosas a la misma vez. En una empresa también se necesita estar ordenado y esa es una de nuestras especialidades.

. Sabemos comunicarnos: los hombres son básicos. A ellos les cuesta más hablar o trasmitir lo que piensan. En cambio, si hay algo que tenemos bien claro las damas es cómo trasmitir lo que pensamos. Lo hemos hecho desde que ellos cazaban en silencio y nosotras tejíamos relaciones sociales para salvaguardar la especie.

¡Cuidado!, de nada sirve que llevemos arraigadas toda esta batería de capacidades si no las reconocemos y las utilizamos. Es cuestión de confiar en nosotras mismas para poder lograr que los demás se enteren. Esa no es una tarea fácil pero podemos conseguir lo que queremos. Adelante.

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