Ah, las 'selfies'

Hasta hace unos años nomás, a nadie se le hubiera ocurrido sacarse una autofoto. Había un fotógrafo y un fotografiado. Y si a alguien le entusiasmaba tomarse una foto personal y sin otro que hiciera foco, en general, elegía solo una parte de su cuerpo. Tengo fotos de mi pie izquierdo con el mar de fondo; del derecho, apoyado sobre unas rocas en un arroyo transparente… Ahora, en cambio, todas son selfies. Si hasta mi mamá el otro día me pidió que “le tomara” una porque todas sus amigas ya tenían la propia.

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Para ella y todos los que no saben qué es una selfie, solo aclararles que es un autorretrato instantáneo, de una o más personas, que puede ser tomada por un teléfono celular, una tablet y hasta por una cámara fotográfica digital (de las que no tienen otra función que la de sacar fotos). Que resulta clave para que sea considerada como tal que haya sido sacada con la distancia que permite el brazo extendido. Y que sea subida, lo antes posible, a las redes sociales.

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Lejos de la espontaneidad que uno imaginaría de una foto de este tipo, lo cierto es que por alguna extraña razón todas las selfies se parecen. Basta recorrer en la web los perfiles de las amigas de mi hija para ver que todas tienen selfies casi idénticas. Con la boquita fruncida, como tirando un beso; con la lengua afuera; guiñando un ojo. Distintas versiones de un yo generacional según el cual las selfies deben ser de tal o cual manera aunque se esfuercen por parecer instantáneas.

Según el ensayista cubano Ernesto Hernández Bustos, las selfies responden “menos a una cuestión de narcisimo que de voluntad de dominio. Revelan la necesidad de autoproponerse a través del control de la propia imagen, que proclama 'este soy yo ahora', 'yo luzco así' o 'estoy aquí'. Reconózcame, acéptenme, quiéranme."

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¿Eres de sacarte selfies? ¿Por qué te gustan? ¿A qué atribuyes su moda?

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