Premios Nobel alternativos

Bien puedo decir que me considero una persona con mucho sentido del humor. Pero estos premios, aunque tienen su gracia, también me hacen pensar en las huestes de científicos de los países más pobres del mundo, que rara vez consiguen financiación para sus investigaciones.

Premios para científicos locos - iStockphoto
Premios para científicos locos - iStockphoto

La cuestión es que una veintena de científicos, entre ellos una empresa rusa y una agencia gubernamental estadounidense, fueron distinguidos en la Universidad de Harvard con los Premios Ig Nobel Prize (o Nobel alternativos) por sus descubrimientos "alocados", como los que ganaron en Neurociencia, los estadounidenses Craig Bennett, Abigail, Michael Miller y George Wolford: demostraron que los investigadores del cerebro pueden probar, a través de distintos instrumentos, actividad cerebral coherente en cualquier parte, incluso en un salmón muerto.

Son una suerte de parodia estadounidense a los Nobel legendarios, organizados por la Annals of Improbable Research (AIR) -que parodia a la ciencia-, y tiene como premisa destacar los logros de diez grupos de científicos que "primero hacen reír a la gente, y luego la hacen pensar".

"Los premios pretenden celebrar lo inusual, honrar lo imaginativo, y estimular el interés de la gente en la ciencia, la medicina y la tecnología. Todos los años, en una ceremonia de gala en el Teatro Sanders de Harvard, 1200 espectadores espléndidamente excéntricos ven a los ganadores dar un paso al frente para aceptar sus premios. Estos son físicamente entregados por laureados genuinos del Nobel", explican en la web de AIR.

Para que se entienda la dimensión de la parodia (que no excluye cierta crítica), el premio de Literatura se lo ha llevado este año el Gobierno de los EE.UU -Oficina General de Rendición de Cuentas-, "por la emisión de un informe acerca de los informes sobre los informes que recomienda la preparación de un informe sobre el informe acerca de los informes sobre los informes."

El de Física ha quedado en manos de Joseph Keller (US) y Raymond Goldstein (US y UK), Patrick Warren, y Robin Ball (UK), "por el cálculo de la correlación de fuerzas que dan forma y mueven el pelo recogido en una cola de caballo humana".

Y el de Química fue para Johan Pettersson (Suecia y Ruanda). "por resolver el enigma de por qué, en ciertas casas en la ciudad de Anderslöv, Suecia, el pelo de la gente se puso verde".

Científicos al fin, no hay que infravalorar el hecho de que, al menos, puedan reírse de sí mismos.

Twitter: @aleherren

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