Qué les decimos a las niñas

Crecí con una amiga de pelo negro y muy rizado, Ro. Lo pasamos muy bien todas aquellas tardes aprendiendo a jugar, a ser adolescentes hasta que nos perdimos la pista cuando comenzamos a ser adultas.

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Su mamá no era fácil, y no puedo hablar de cómo era a puerta cerrada porque no era mi mamá. Pero sí recuerdo cómo mencionaba lo bonito que era mi pelo castaño claro y lacio y que qué bonitas eran las niñas rubias. Mi amiga, como casi toda niña, quería ser aceptada por su mamá y también ser una niña "bonita"; su pelo rizado, y negro, no ayudaba en nada.

Así que desde los 6 u 7 años comenzó a cepillárselo hasta lastimarse; cuando se pudo comprar una plancha para el pelo, se lo quemó; usó todo tipo de productos de alaciado y acondicionadores, pero el resultado no fue otro que un pelo tieso que se le caía con cada parpadeo.

La recuerdo casi como una sombra, que me seguía a todos lados, y en verdad me caía bien, pero la gente no la identificaba por su nombre, sino como la "niña que siempre estaba conmigo". Creía que no era bonita, y que para serlo tenía que ser menos Ella, hasta que se volvió invisible.

Le perdí la pista muchos años, y no sé cómo fue realmente su proceso de reconocimiento al entrar a la adultez, pero cuando la volví a ver, no hace mucho, era completamente distinta a como la recordaba: su pelo rizado y negro se esponjaba en todo su esplendor y le quedaba tan bien...

Estoy segura que la mamá de Ro no era mala, y tengo fe que en su mente no elaboró un eculubrado plan para hacer que su hija lo pasara tan difícil para reconocerse como persona. Pero la verdad es que la autoestima se construye desde la infancia y construir un "me quiero" y un "así como soy valgo" es difícil cuando tu imagen en el espejo no es la que quisieras para poder agradar a tu mamá. ¡Tu mamá!

Nadie nace sabiendo, y a nadie le enseñan a ser padres, pero cualquier adulto debería ser consciente del poder de sus palabras, y más en un niño pequeño.

Como Ro ha habido, y habrá, muchas niñas, y como su mamá otras tantas mamás, y sí, todos somos humanos y todos decidimos, pero quizá deberíamos de dejar de echar toda la culpa de los problemas de imagen personal y autoestima de las niñas a las revistas, a las pasarelas o los programas de televisión.

Bien dicen que la educación se mama, así que pensemos en qué es lo que estamos enseñando a nuestros hijos en casa, pensemos en que somos responsables de una persona, y su primer contacto y enseñanza de lo que es el mundo. Si desde un inicio les ofrecemos a las niñas una imagen distorsionada de ellas mismas, ¿cómo esperamos que sea su imagen del resto del mundo?

No es demasiado tarde para insistir en que nadie es quién para decidir qué mujer vale más que otra por su imagen personal, por el color de su pelo o si es rizado, lacio, crespo o si es calva.

Sentirse bonita, aceptada, querida y apreciada comienza en casa. Así que es hora de que más mamás se den cuenta de qué es lo que le están diciendo a sus hijas, y de cómo pueden ser en parte responsables de la destrucción de su autoestima.

Desde aquí, un abrazo a Ro.

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