La cita perfecta

En la vida de quien esto escribe ocurren cosas muy divertidas, como ser invitada a la presentación de la “Primera encuesta nacional la Cita Perfecta”. Desde que recibí la invitación me pareció muy curioso que a alguien se le ocurriera hacer un estudio de ese tipo, y más aún que lo compartiera con los medios de comunicación. Usualmente me encuentro con estudios que se las agencias de citas hacen en EEUU o en Francia, y luego los reviso bajo la óptica de América Latina. Pero pocas veces una se encuentra con estudios realizados en México.

¿Es así la cita perfecta? / Foto: Thinkstock
¿Es así la cita perfecta? / Foto: Thinkstock

La palabra “Nacional” en el título del estudio me confundió. ¿Acaso era una encuesta realizada por una institución gubernamental? Nada de eso. Con la finalidad de conocer las tendencias de los lugares para salir por la noche, las preferencias durante una primera cita y los atributos que debe tener “un hombre perfecto”, la cadena de restaurantes Italianni's elaboró un cuestionario y lo aplicó a 2050 mujeres de entre 25 y 35 años durante su visita a los restaurantes de la marca localizados en toda la República Mexicana.

Algunos porcentajes me produjeron sentimientos encontrados, sobre todo algunos que reafirman ideas que pensamos superadas, empezando por el concepto mismo de “la cita perfecta”. Si la cita perfecta existiera no sería más que una coreografía de gestos como las que llevan a cabo muchos animales para elegir a su pareja sexual. Tratándose del ser humano, la cita perfecta no es más que un juego de códigos para sociabilizar nuestras imperfecciones.

Pero vayamos más atrás. Una cita es un ritual de cortejo, y todos los rituales son una mezcla de factoress históricos, biológicos, sociales, religiosos y económicos. El tipo de cortejo que trasluce en la encuesta no difiere mucho del que heredamos de la época medieval, allá cuando los caballeros de la corte (de ahí la palabra cortejo y de ahí también el concepto de caballerosidad) debían realizar una serie de gestos para ser considerados por la dama y su familia como posibles candidatos al matrimonio.

Pero no nos vayamos con la finta. Primero: cuando el caballero no tenía ningún talento, contrataba trovadores que cantaran por él, soldados expertos que pelearan por él o mediadores cuya labor amortiguara la falta de pericia o de estatus. Y segundo: no es que la mujer eligiera a su futuro marido a través de la demostración de sus valores o sus talentos con la espada o el laúd. El cortejo se hacía en público y era evaluado por los padres, quienes tomaban la decisión del matrimonio pensando en las ventajas económicas que representaba la unión. Muy por debajo de los gestos, el cortejo servía para ver qué tan hábil era el caballero para negociar y cuidar a las tierras o las propiedades que pasaban a sus manos a través de la dote de la mujer.

En fin, mientras presentaban los resultados de la encuesta se reactivaron esas ideas en mi cabeza junto con varias preguntas: ¿qué tan conscientes somos de lo que hay detrás de los gestos de una primera cita?, ¿qué ponen de manifiesto los códigos de cortejo hoy en día?, ¿por qué hay situaciones y expectativas que no han cambiado desde el siglo XII? Y por último: ¿qué tan semejantes o diferentes serían los resultados si la encuesta se aplicara a una primera cita en una relación homosexual, donde también una de las partes toma el rol activo y otra el rol pasivo? Acá les dejo los resultados que me parecieron más relevantes para que ustedes saquen sus propias conclusiones:

¿Qué opinas de los resultados?

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