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Síndrome del hijo único

Un niño gritando en el parque (Foto: Istockphoto.com)

Por Carolina

 

Muchos de nosotros, padres actuales, fuimos el primero o el cuarto de varios hijos en la familia. Crecimos con apreturas, a veces dos o tres hermanos en la misma habitación, a veces sin ver demasiado a nuestros padres, que trabajaban muchas horas a lo largo de la semana. Probablemente, sin televisión en el dormitorio, y mucho menos con consola o mp4.


Hoy, muchos de nosotros tenemos un solo hijo. En algunos países, como China, esto sucede por ley, y está llevando a una serie de problemas demográficos. En nuestras sociedades, ¿será por reacción? Antes teníamos que compartir tantas cosas entre hermanos, y ahora elegimos dárselas todas a uno. Nadie duda, sin embargo, de que la abundancia material es mayor en nuestros tiempos. Dado que cada vez se hizo más frecuente formar una familia y limitarla a un solo hijo, comenzó a hablarse del "síndrome de hijo único".



Los psicólogos infantiles nos dicen que, en verdad, la personalidad no viene determinada tanto por el orden en el nacimiento como por la educación que damos al niño. El hecho de ser hijo único no es causa segura de tener un niño o niña más egoísta, por ejemplo.Es frecuente, en estos casos, que los padres que se deciden por uno solo sufran cierto "sentimiento de culpa": "¿Estaré haciendo las cosas bien? ¿Seré muy egoísta por no darle un hermano o hermana? ¿Se sentirá solo?" La reacción puede ser la de suplir esa falta con más atenciones, regalos y condescendencia ante los errores. Nos volvemos más permisivos y ablandamos su carácter.



Eso es lo que hace que el hijo único sea a menudo caprichoso (consigue todo lo que se propone) y egoísta (si no le hemos enseñado a compartir).



No todas las características del hijo único son negativas, por ejemplo, suelen ser:



* orgullosos


* confiados en sí mismos


* ordenados


* ambiciosos


* controladores


* con capacidad de liderazgo


* inquietos por aprender



Crecer solo no tiene por qué implicar ser individualista. Otros educadores nos insisten en que, si le damos una justa medida de responsabilidades (por ejemplo, haciendo que colabore en las tareas de la casa, integrádole en nuestros asuntos), también tenemos niños más maduros y responsables.



Todo cambia muchísimo cuando tienes un solo niño y le das un hermano (para mí es imposible imaginar cómo sería mi hija mayor de no tener un segundo detrás). A pesar de que los inconvenientes, los problemas, el trabajo y las fatigas se multiplican no por dos, sino por cinco, no los cambiaría por nada en el mundo.



¿Y tú? ¿Te quedas con uno solo? ¿Crees que los hijos únicos son más egoístas que los que tienen hermanos?