S.O.S. ¡Odio a mi estilista!
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A pesar de las recomendaciones, del dineral que gastaste, del corte "a prueba de tontos" que elegiste, apenas sales del salón de belleza y sientes que todas las miradas van hacia tu cabello... y que no son nada alentadoras. Llegas a casa, te miras al espejo y quieres llorar. Odias tu nuevo corte. O mejor dicho, ¡odias al estilista! ¿Pero toda la responsabilidad es de él? Pongámonos del otro lado: puede ser que no estemos siendo muy precisas con las indicaciones. Para evitar sorpresas desagradables y no dejar cabos sueltos, aquí te dejamos algunas recomendaciones.
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Saca una cita. Si llamas dos días antes, tu estilista reservará una hora para tu corte. Si, además, le dices que llegarás media hora antes porque necesitas hacerle un par de preguntas, mucho mejor. La charla previa es quizás la parte más importante del corte o del tratamiento, sobre todo cuando quieres hacer un cambio notorio. Hay temas ineludibles a tratar: cuánto tiempo inviertes por la mañana en tu peinado, si tienes alguna preferencia de color o forma, qué cortes te desagradan, las diferencias que presenta tu cabello cuando está húmedo y cuando se seca naturalmente, y qué tratamientos te has hecho en los últimos dos meses.
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Haz casting. Cuando llames para sacar una cita, pregunta si en el salón hay un estilista que se especialice en tu tipo de cabello. Aunque no lo creas, no es lo mismo cortar hombres con pelo de púa que chicas con cabellera larga, delgada y rizada. Ocurre igual con la coloración: si buscas algo más arriesgado, evita ir con el colorista de tu tía bisabuela. Parecería una frivolidad, pero entre los estilistas existen esas y otras especialidades.
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Trabajen con ejemplos. Los estilistas, por lo menos los que yo conozco, son mucho más visuales que auditivos, es decir que si les muestras un par de fotografías que ilustren lo que deseas, les quedará más claro que si les haces una descripción. A lo anterior hay que añadir que cada quien tiene referencias distintas. Cuando uno dice "rubio", el estilista puede estar imaginando un "rubio Barbie", cuando tú en realidad estás pensando en un rubio más cobrizo. Ante la duda, pide que ellos te muestren ejemplos en revistas o catálogos (Foto: Wireimage)
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Los puntos sobre las íes. El famoso "despunte" puede significar tres dedos, tres milímetros o hasta cinco centímetros. En vez de dejarlo a la imaginación, señala a tu estilista con exactitud hasta dónde quieres que te corte. Un buen peluquero, antes de dar el primer tijeretazo, siempre te preguntará: ¿ahí está bien? Si te parece que es muy poco o demasiado, dilo con claridad, y si es necesario, señala la altura exacta con tus dedos.
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Cuidado con lo que pides. Nunca falta la chica que se entrega a la imaginación o la creatividad del estilista. No hizo cita para la consulta previa, no llevó ni pidió fotografías, no le importa ser clara y, para colmo, pidió a un desconocido: "hazme lo que quieras, algo locochón". Eso suena como un salto al vacío. ¿Y si el estilista en turno es un practicante? ¿Qué tal si anda de mal humor y no tiene ganas de lidiar con tu cabello? Si lo dejas todo a su talento y sale mal, prácticamente no tendrás ningún argumento para reclamar.
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Escucha al experto. Muy bien: ya sacaste una cita, llegaste quince minutos antes, tienes tus fotos en la mano, estás convencida de lo que quieres, lo expresas con claridad... Sin embargo, tu estilista te dice que hará "lo mejor que pueda". Notas en su gesto un dejo de inseguridad. Tal vez sólo está siendo cortés y no se atreve a decirte que tu cabello no da para ese corte, o que la coloración que elegiste endurecerá tus rasgos. Ante la duda, pregunta. Y si te hacen sugerencias, escúchalas con mente abierta.
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Reconoce el talento. Si te gustó el trabajo del estilista, no sólo se lo digas, también déjale una buena propina y dile al dueño o a la directora del salón que la próxima vez que llames para sacar una cita, te asignen a la misma persona. ¿Qué otra recomendación harías?