Llega esa triste fecha y… el fantasma del duelo

Cuando hubo una pérdida importante en nuestra vida intentamos seguir adelante. Como podemos, hasta que el dolor se vuelve callo. Pero cada año, cuando se acerca la fecha clave, nos invade otra vez el peso de esa angustia que llevamos contenida los otros 360 y ‘pico’ de días.

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Para algunos ese pesar renace de las cenizas una y otra vez. Aunque haya pasado mucho tiempo sienten que jamás podrán superarlo. ¿Existirá alguna forma de disipar esa angustia para que no nos domine?

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Lelia Flizsman, licenciada en psicología, nos explica por qué nos sucede y cómo podemos vivir un poco mejor un duelo.

El primer año suele ser más doloroso, ¿y luego?

“Yo creo que el duelo no tiene tiempo. Hay diferentes formas de padecerlo, no se puede generalizar. Algunos son más patológicos que otros. Por ejemplo, una persona melancólica queda hundida en su tristeza y no puede salir nunca.

Sin embargo, también están los duelos mejor resueltos, que son aquellos en los que esa angustia desoladora va disminuyendo de a poco. Estas personas, incluso, pueden evocar recuerdos desde otro lugar, con una sonrisa. Eso no quiere decir que se hayan olvidado de lo que les pasó, sino que pueden estar menos tristes y continuar con su vida, con el resto de las cosas.

Pero hay un concepto erróneo con respecto a elaborar un duelo. A veces se cree que si logramos elaborarlo es que ya olvidamos lo que nos sucedió, o que el ser querido que perdimos dejó de ser importante”.

¿Qué es mejor, tratar de olvidarse del dolor o prepararnos para esa fecha tan triste?

“No siempre se puede ser tan conciente de todo lo que nos pasa. En mi consultorio suelen repetirse dos tipos de reacciones muy distintas entre los pacientes. Algunos, en determinados días, suelen levantarse muy acongojados con una sensación de angustia fuerte. Sienten como una opresión en el plexo solar (en la boca del estómago) y no saben qué les sucede.

“Sin embargo, cuando en la sesión les pregunto si tiene que ver con alguna fecha significativa, ahí comienzan a recordar y a asociar. Recién cuando pueden verbalizarlo comienza a aflojar esa angustia. Por eso, cuando alguien viene triste sin saber qué le sucede es importante, primero, descubrir si esa tristeza está relacionada con una fecha especial. Hay que ubicar el motivo que desencadena ese estado. Entender lo que nos pasa, por lo general, produce cierto alivio”.

- ¿Y el resto de la gente cómo reacciona?

“Otros pacientes, en cambio, cuando llega la fecha generan lo que llamo la ‘profecía autocumplida’. Son los que están absolutamente concientes del dolor que sienten durante esos días; entonces, se conciencian que la van a pasar muy mal y eso es lo que les termina sucediendo. En ese caso no se dan la opción de vivenciar otra cosa. Entonces, no hay posibilidad de que no les pase. Es decir, no se dan lugar a sentirse bien”.

- ¿Cómo podemos hacer para que esa fecha pase un poquito más desapercibida?

“Tampoco hay que forzar para que no duela, porque de todas formas estaríamos evocando el dolor todo el tiempo. Eso no sirve. Lo mejor sería intentar no predeterminar tanto lo que nos va a suceder. A lo mejor, corremos el riesgo de pasarla bien. ¿Quién lo sabe?”.

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- ¿Podemos prepararnos para un duelo?

“Yo creo que no. La prevención en este caso no es aplicable. Cada duelo es personal y único. Los analistas no podemos intervenir en un duelo, sólo podemos acompañar el proceso. Es un estado radical; si esa persona tiene que sufrir, entonces, va a sufrir. Va a hacer lo que puede y como puede. De todas maneras, si luego el paciente se posiciona ante la vida en un lugar de sufrimiento tenemos que trabajar con él para que se pregunte por qué sostiene este lugar tan doloroso. A veces, como te decía, descubrimos que mucha gente siente culpa. Piensa que si ya no se entristece por ese ser querido que falleció algo está mal. Esto también debemos trabajarlo”.

- Si deseamos estar solos y encerrados durante esos días, ¿debemos hacerlo o conviene salir y estar rodeados de gente?

“Lo mejor es hacer lo que uno siente, sin imponer ninguna situación. A menos que el encierro perdure por más de un día y luego se prolongue en el tiempo. En ese caso si es necesario buscar ayuda profesional”.

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- ¿Es posible superar un dolor muy grande o sólo es cuestión de acostumbrarse a sobrellevarlo?

“Es posible. Vuelvo a repetir, superar no quiere decir olvidar sino elaborar. Uno aprende a sobrellevar su vida de la mejor manera posible. La idea es poder seguir viviendo con esa pérdida. Sabemos que ese lugar quedó vacío y que nadie va a poder ocuparlo, pero aún se puede seguir viviendo. Porque si, de lo contrario, el dolor se vuelve absoluto te priva de todo lo demás, de disfrutar del resto. Por ejemplo, la muerte de un hijo es la situación más dolorosa y menos esperada que puede tener una persona. Pero seguramente también están los otros hijos a los que hay que atender y que nos necesitan”.

- ¿Como sería un duelo bien resuelto?

“Hacer una buena elaboración es llegar al punto en el que se pueda pensar en el ser querido con un recuerdo grato. Hay gente que puede lograrlo sola. Pero si pasaron 10 años y esa persona sigue depresiva cada vez que se acerca la fecha es bueno pedir ayuda terapéutica. Porque un duelo patológico puede durar toda la vida. Asimismo, es aconsejable acudir a un profesional para acompañar un duelo. Porque aunque contemos con los seres queridos, es más difícil atravesarlo con ellos. Uno se inhibe de contarles ciertas cosas porque no quiere escuchar lo que le dicen o se siente incomprendido. Con un psicólogo se puede hablar de todo y nadie será juzgado”.

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