Enemigos silenciosos de la salud

Estadísticas médicas certifican que el 90% de las personas que viven en ciudades no están del todo sanas. Esto es atribuido al azote de las llamadas enfermedades de la civilización moderna, dolencias “silenciosas” que son fruto de nuestro tipo de vida: arteriosclerosis e infarto de miocardio, hipertensión arterial, gastritis, úlcera gástrica, sobrepeso y obesidad, alergias, cánceres, etc.

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Dentro de los principales “enemigos silenciosos” de nuestra salud se encuentran situaciones que podemos estar enfrentando actualmente sin saberlo. La presión arterial, el tabaco y el alcohol, son considerados los grandes y silenciosos asesinos en todo el mundo. Un consorcio internacional de científicos en un estudio de la estimación de la carga de morbilidad atribuible a los 43 factores de riesgo en 1990 y 2010, que publican la revista The Lancet, asegura que están por encima del hambre como causa de muerte.

Por otro lado, la obesidad y el sobrepeso son enemigos silenciosos que afectan a un elevado porcentaje de la población, incluso, a niños. El corazón tiene que trabajar mucho más en una persona con sobrepeso que en alguien que tiene un Índice de Masa Corporal normal. Las personas que tienen un índice de colesterol alto tienen que hacer un esfuerzo mayor para regularlo, por lo tanto el colesterol también puede ser uno de los mayores enemigos silenciosos de la salud.

Es necesario estar conscientes de que en la medida que cuidemos nuestra vida, así vamos a tener “buenas cosechas”, y en la medida en que no cuidemos las cosechas, no serán tan buenas. Necesitamos entender que durante nuestra existencia no sólo debemos conservar la vida, sino también es nuestra obligación tratar nuestro cuerpo lo mejor posible para evitar la enfermedad, y en caso de que surja, buscar que sea los más tarde posible.

Para evitar que los enemigos silenciosos de la salud afecten nuestro equilibrio, no solo tenemos que vigilar nuestra alimentación y realizar más actividad física.

Es necesario actuar de una manera más consciente y responsable con nosotros mismos. Generalmente valoramos más otras cosas y hacemos caso omiso a las necesidades primordiales que tenemos. El cuerpo nos ha sido dado en préstamo y por un tiempo, necesita especial atención a la hora de alimentarse, de ejercitarse, de descansar y de vivir en contacto más tiempo con la naturaleza.

Recuerda, nuestra salud es un bien que debemos cuidar con el mayor agradecimiento y sabiduría posibles.

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