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Ayuda a tu cuerpo a recuperarse mientras entrenas

Ciertamente la actividad física en sí tiene sus riesgos, tanto de lesiones como de agotamiento; una de las razones principales por las que esto sucede es por no dar la importancia adecuada al organismo y, peor aún, exigirle más, a veces sin control. Es sorprendente cómo el cuerpo se adapta a nuestras demandas, pero llega un momento en el cual pone severos límites.

Para evitar estas situaciones indeseables, no hay que olvidar que la recuperación forma parte primordial de lo que se conoce como entrenamiento invisible - junto con la alimentación. Así como tú necesitas de horas de sueño (8 diarias), de un día de descanso en el campo laboral y de ciertas pausas distribuidas en toda jornada, tu organismo también necesita descanso, recuperación y pausas para recargar energía cuando entrenas.

La recuperación es igual de importante que el propio entrenamiento
La recuperación es igual de importante que el propio entrenamiento

Nunca habrá un día de entrenamiento igual a otro, es muy probable que tengas días en los cuales no tengas un rendimiento óptimo aunque hayas tenido un buen descanso y alimentación; sin embargo, puedes reducir esas sensaciones con una serie de recomendaciones que, por lo mismo que parecen muy sencillas, se suelen pasar desapercibidas mientras que hacen bastante diferencia...

Comienza con el calentamiento, el cual comprende lubricación de las articulaciones, estiramiento y activación muscular, lo que permite elevar poco a poco tu frecuencia cardiaca y preparar a tus huesos, músculos y articulaciones para un esfuerzo mayor.

Nunca omitas la parte final, que consiste en un enfriamiento; es decir, la vuelta a la calma de tu frecuencia cardíaca, y estiramientos de los principales grupos musculares; así evitas la acumulación de ácido láctico y das tiempo a que tu organismo se estabilice. Una regla de oro es: mejor sacrificar minutos de entrenamiento a minutos de estiramiento.

Hidratación constante; no debes esperar a tener sed, puesto que es una señal de deshidratación. Bebe agua antes, durante y después del entrenamiento; una bebida isotónica es recomendable sólo cuando tu actividad se prolonga a más de una hora.

Evita el sobre entrenamiento, el cual se da cuando a pesar de sentir fatiga, continúas con grandes esfuerzos en vez de parar y darte el tiempo de recuperarte. Más vale tomar un descanso más breve a tiempo que uno largo y forzoso.

No quieras llegar al fallo muscular o al límite anaeróbico; esto es, llegar a tus máximos límites, esta clase de esfuerzos solamente se hacen cuando se compite, y para ello deben haber días previos de descenso y días posteriores de recuperación casi total (programados). Definitivamente no son propicios para un entrenamiento regular.

Nunca entrenes cuando tus defensas estás bajas; el cuerpo te está avisando que no está en las mejores condiciones, por lo que cualquier esfuerzo que hagas, además de que no te servirá, te saldrá contraproducente porque estarás aplazando un tiempo de sanación que no tendría porqué prolongarse si tienes los cuidados necesarios.

Aprovecha la ventana metabólica, misma que abarca los 45 minutos posteriores a tu entrenamiento, siendo el momento en el que el organismo absorbe y aprovecha de manera efectiva los nutrientes que le aportes así como el agua y las sales minerales.

Todo lo anterior tu cuerpo lo agradecerá y te seguirá respondiendo satisfactoriamente.