Soltera por elección

De un tiempo a la fecha he venido preguntándome por qué todas las canciones de amor hablan solamente de lo que ocurre en la pareja. ¿Acaso no hay otras formas de amor? ¿Qué tal el que sentimos entre amigos, el amor al trabajo, al arte, a la vida, a uno mismo? No entiendo por qué nuestra cultura se ha esmerado en hacernos pensar que sólo el amor a la pareja merece que le compongan miles de canciones del tipo "Sin tu amor no valgo nada" o "Si te vas ya no podré continuar"... La cantidad y la insistencia de estas melodías nos envía un mensaje: el amor de pareja no sólo es el más importante, sino el único capaz de validarnos como personas.

Mientras estamos solteras todo el mundo quiere presentarnos un amigo, tenemos que soportar el "y tú para cuándo" de la tía Chonita, y esquivar las miradas de compasión que nos lanzan algunas personas cuando nos ven solas en el cine, como si no tener pareja fuese un defecto, una falla, una discapacidad. Del otro lado de la escena está la mayoría de nuestras amigas -infelizmente- casadas o saliendo con un peor es nada sólo para ver reducida la tensión social, esa que cuestiona nuestras "aptitudes" emocionales.

Mientras se trataba de poblar la tierra y perpetuar la especie, estaba claro que quedarse soltero era un desperdicio de vida. Sin embargo, en el contexto del siglo XXI, ¿por qué se juzga a las solteras, por qué se piensa que si está sola "algo raro" deben tener?

Una larga exploración
"Lo más difícil es superar los prejuicios y dar el salto para asumirse como una soltera por elección, feliz, satisfecha, exitosa, dispuesta a confrontarse a sí misma y a construir un proyecto personal congruente", afirma Teresa, editora de 28 años. "Antes solía compararme con mis amigas casadas cuya historia del amor romántico era un hit a los 24 años. Entonces yo era una especie de solterona precoz, sin embargo, ahora que todo el mundo comienza a divorciarse, me doy cuenta que hice bien en no dejarme presionar, en explorar mi propio camino y no el que correspondía al deber ser", concluye.

Esta visión de la soltería también es compartida por Alejandra, ilustradora de 30 años. "La gente piensa que padezco una enfermedad que se me va a quitar cuando tenga novio; parece que lo "normal" es tener pareja, porque todo ha estado pensado para dos, y en ese esquema lo impar es anormal", dice la también publirrelacionista. "Hay veces que voy a reuniones llenas de parejas y entonces surge la pregunta obligada: ¿Estaré mal por no tener novio? Ahora sé que esta pregunta viene de la dificultad para acoplarme al ritmo de vida de mis amigos que viven en pareja. Pero estoy consciente de que esta es mi elección y la disfruto mucho. Alguna vez ya viví en pareja y sé muy bien de qué se trata, ahora no temo a estar sola porque en realidad estoy conmigo misma, construyéndome, alimentando sueños que muchas mujeres anulan a favor de construir un hogar y tener hijos", confiesa.

Entre los principios que rigieron a nuestras abuelas y lo que vivimos las mujeres hoy en día, hay una ruptura económica y social que está modificando los roles y abriendo horizontes antes insospechados. La idea de realizarnos como mujeres contempla opciones como forjar una carrera profesional que nos brinde autonomía económica y emocional. No hay duda de que algunas mujeres también podían conseguirlo hace cien años, pero si no tenían una figura masculina a su lado, eran duramente juzgadas y cuestionadas moralmente.

¿Prescindir de los hombres?
Elisa, arquitecta de 33 años, dice al respecto: "Cuando me preguntan por qué no tengo novio, simplemente respondo con la verdad. Sí quiero una pareja, pero como no ha llegado la persona correcta prefiero continuar sola. Eso no quiere decir que viva encerrada y aburrida, al contrario, ahora creo saber lo que quiero y definitivamente lo que no quiero. Me siento contenta y tranquila porque estoy siendo fiel a mí misma. Si te dejas comer por el qué dirán, por el sistema reinante de valores o la familia, te pierdes del camino; puedes vivir tu soltería con tranquilidad si permaneces fiel a tu trabajo personal, si te estás cultivando y te cuidas. Hay que aprender a apreciarse constantemente para no buscar apreciación del exterior", concluye Elisa, quien también practica Kabbalah.

Aunque sus circunstancias y profesiones son distintas, Teresa, Alejandra y Elisa coinciden en un mismo punto: tienes que cultivar tu interior, atreverte a explorar tu espíritu, confrontarte y llenarte de experiencias para no esperar a que alguien llegue a llenar tus vacíos. Alejandra y Teresa, por ejemplo, disfrutan enormemente sus respectivos proyectos, mismos que tardaron en construir varios años y que están relacionados con el arte y el altruismo. En el caso de Elisa, quien encontró muchas respuestas a sus preguntas sobre las relaciones en el libro ‘Spiritual Rules of Engagement', de Yehuda Berg, trabajar a favor de la espiritualidad, la consciencia, la búsqueda, y el crecimiento constante es algo que hoy llena sus días de amor y trascendencia.

Un paradigma distinto

A diferencia de la generación anterior de mujeres, que salieron de la casa de sus padres vestidas de blanco para entrar sin escalas en el hogar conyugal, a nosotras nos es dado un tiempo de prueba entre la salida de la universidad y el momento de comenzar la vida en pareja. "Hay chicas que se casaron muy jóvenes y ahora están separadas, viviendo una etapa de soltería posdivorcio", dice Teresa. "Muchas veces las he escuchado decir que les habría gustado darse un tiempo de soltería antes de formar una pareja, crecer, viajar, equivocarse, tener más parejas sexuales, explorar la vida a partir de otras realidades y no de la zona de confort. Creo que no importa si lo haces antes o después, hay un gran aprendizaje en la soltería y se ha desdeñado por cuestiones culturales. Si lo vemos bien, son años de mucha creatividad en los que las mujeres logramos convertirnos en poderosos agentes de cambio para la sociedad. Hacen falta más historias de mujeres solteras, felices y satisfechas, y menos de mujeres desesperadas por hallarse un marido para legitimarse", afirma Teresa.

Desde otra perspectiva, Alicia, diseñadora de 31 años, secunda la idea de Teresa: "En la televisión, en las canciones, en las películas... todo me decía que era una perdedora por no tener pareja. Sin embargo, me encontré con otras mujeres felizmente solteras y me cambió el chip. Verlas contentas, satisfechas con proyectos que no sólo les daban dinero sino que aportaban beneficios reales a la sociedad me hizo sentirme fuerte y revalorar mi potencial creativo. Me siento afortunada de tener ese poder femenino que inspira. Es muy saludable contar estas historias de mujeres solas que están bien, en paz consigo mismas y planteándose retos", concluye.

¿Es algo transitorio?
Para algunas sí, para otras no. Y aunque ninguna de estas cuatro mujeres descarta la posibilidad de encontrar una pareja, simplemente no les apura la idea. "Hay que desaprender una serie de pensamientos que nos inculcaron, porque al final no te hacen feliz y no tienen que ver con tus sueños", afirma Alejandra. Teresa, por su parte, habla de transgredir: "Lo terrible es darte cuenta de que tu familia, tus amigos, la sociedad entera considera que lo más correcto es que una mujer renuncie a sus sueños para poner su vida en función de un hombre. ¿Por qué ser cómplices de esa idea? Cuando alguna vez pensé en hacerlo, me sorprendió que todo el mundo me alentara a no seguir con mi proyecto de vida. Hay que dar un gran salto, modificar las reglas, la experiencia lo vale".

¿Crear una idea propia del amor?
Alicia está convencida de que cada quien debería hacerlo: "Mi idea del amor romántico no es la de una Cenicienta, para mí no tiene sentido hacer una pareja si no funcionamos como un equipo; si yo tengo mi proyecto y él tiene el suyo, estamos juntos para apoyarnos", afirma. En la misma tesitura habla Alejandra: "He trabajado mucho esa idea con mi terapeuta. Hay que reescribir nuestra vida y generar una nueva narrativa del amor de pareja. De otra manera, uno repite historias que tenían sentido hace cien años y que además son ajenas".