Pedicure con peces

Tres años atrás, cuando me enteré que en Estados Unidos existía el fish pedicure, me pareció que se trataba de una de esas terapias para excéntricos. Al poco tiempo el departamento de salud de ese país prohibió la llamada "ictioterapia" por considerarla antihigiénica e incluso peligrosa. Pensé que ahí había terminado la historia, sin embargo hace un par de meses reapareció anunciada por todos lados: en la columna de publicidad del facebook, en los clasificados de google, en las páginas de cupones, en las promociones de los spas, en el periódico, la tele y las revistas.

Es inevitable preguntarse de dónde el éxito del tratamiento. Imagino que será la curiosidad, el gusto por la novedad o simplemente porque está de moda. Usualmente yo desconfío de algo que se prohíbe en Estados Unidos y luego reaparece en Latinoamérica, porque acá lo reciclamos a ojos cerrados, sin preguntar de qué se trata. Pero esa soy yo y mis teorías de conspiración. Los datos que circulan en los medios de comunicación hablan maravillas, que si es gracioso, que si Angelina Jolie y Brad Pitt llevaron a sus hijos para que lo vivieran, que si es relajante... Lo cierto es que lo venden como si fuera el mejor pedicure del mundo mundial.

¿De qué se trata exactamente?
Es un tratamiento originario de Turquía que recurre a decenas de pececitos desdentados (garra rufa o pez kangal) para que, a modo de exfoliante, remuevan la piel muerta de los pies. Por un costo promedio de 50 dólares, uno mete los pies en el estanque durante media hora y los peces tienen un festín de reyes. Aunque el tratamiento debe completarse con un pedicure tradicional, dicen los esteticistas que los resultados son más duraderos y que la suavidad de la piel es impresionante.

En este lado del mundo, mientras no se reporten muertos o envenenados, los negocios pueden seguir funcionando masivamente, sin regulaciones ni advertencias médicas. En Gran Bretaña, en cambio, las constantes dudas de los consumidores llevaron a que la agencia de protección a la salud, HPA (Health Protection Agency), investigara los posibles riesgos e hiciera las recomendaciones correspondientes.

El reporte de la HPA examinó el riesgo de transmisión de virus (hepatitis, VIH), infecciones bacteriales, parásitos, pie de atleta y hongos. Lo que encontraron es que los riesgos del tratamiento son muy bajos, sin embargo no está de más que las empresas y los clientes tomen sus precauciones.

Uno podría contagiarse por varias vías: los peces, las malas condiciones del agua del tanque, la presencia de hongos en el suelo y otras superficies. En el caso de los virus que viajan en la sangre, si un garra rufa hace contacto con la herida de un portador, podría pasarlo a otra persona que también tuviese una herida en el pie. La HPA considera que esto es poco probable ya que el agua diluye y desprende las partículas que se quedan en la boca del pez.

La agencia descartó la transmisión de parásitos, ya que estos ocurren sólo si se come el pescado o si tiene contacto con una herida abierta. Con las infecciones bacterianas se recomienda ser cuidadoso, ya que algunas (mycobacterium marinum, estafilococo dorado) están asociadas a peces de estanque y a cuerpos de agua no clorada, pero al igual que los parásitos, requerirían tener contacto directo con una herida. Los hongos y el pie de atleta no están asociados directamente a los peces, pero sí al piso mojado.

Las recomendaciones del HPA

• Verificar que el cliente no tenga hongos, infecciones cutáneas o heridas que pudiesen ser motivo de contagio (incluyendo las pequeñas heridas que quedan después de depilarse o afeitarse las piernas).

• Proporcionar sandalias desinfectadas o pedir a los clientes que lleven las suyas.

• No se recomienda a las personas que padecen diabetes o enfermedades del sistema inmunológico, ya que son más vulnerables a infecciones.

• Dar a los clientes la información completa, incluyendo los riesgos potenciales.

• Lavar cuidadosamente los pies antes de introducirlos al estanque.

¿Te has hecho pedicure con peces? ¿Cuál ha sido tu experiencia?