Pareja: construcción cotidiana

Construir el amor de pareja
Construir el amor de pareja

El amor de pareja no es algo dado, no es un molde que debemos llenar, tampoco un sueño ajeno que tengamos que cumplir, es algo que se va construyendo en cada decisión que tomamos. Si bien hay muchos ejemplos de lo que "debería" ser una relación amorosa, cada pareja tiene la oportunidad de replantearse cómo construirla. He aquí nueve sugerencias para reflexionar sobre la vida en pareja.

Sin cuentos de hadas. Las relaciones comienzan el enamoramiento, pero esto es solo una etapa. Hacer vida en común implica una dinámica muy distinta a la primera fase de romance. Con la convivencia aparece el tedio, lo extraordinario vuelve a ser ordinario y las negociaciones cotidianas se vuelven agotadoras. No hay pociones mágicas para evitar los desacuerdos, ningún hada madrina vendrá a devolver la chispa que desapareció con el tiempo. Creo que los cuentos de hadas tienen un final abierto e incierto. Dicen: "vivieron felices para siempre", pero nunca nos explican cómo. Y es que la relación depende de lo que decidamos hacer o dejar de hacer por ella.

Hacer equipo. Estamos viviendo un cambio de paradigma: los roles de la pareja se están modificando. Tenemos la opción de seguir un modelo tradicional o construir nuestra propia versión de pareja. Sea cual sea el esquema, el principio de equidad es básico. Cuando hombre y mujer hacen equipo, se vuelven más fuertes como individuos y como pareja.

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Hablar desde el amor. Permanecer en silencio y fingir que no pasa nada no hará que los problemas desaparezcan. Al contrario: se genera enojo, resentimiento y se mata el amor. Expresar los desacuerdos y negociarlos es un signo de sana comunicación, siempre y cuando no sea para ejercer el poder por encima del otro, sino para crecer como pareja.

¿Desahogarse o desvirtuar? Todos tenemos amigos con los que hablamos de nuestros problemas de pareja, pues es una forma de liberar la tensión. Sin embargo, por enojo o por defensa propia caemos en la tentación de abundar sobre los defectos de nuestra pareja y la dejamos expuesta ante los demás. Pero no nos damos cuenta de que esto no sólo afecta la imagen de nuestro compañero de vida, sino que nos pone en entredicho. Hace unos días, por ejemplo, después de escuchar a una amigo hablar mal de su chica, pensé: Si él dice que su novia es tan "insoportable", ¿por qué sigue con ella, por qué no hace nada para cambiar esa situación? Si, como dice, ella está contenta, entonces el problema es de mi amigo.

Ser uno mismo. Nada más agotador que fingir ser algo que no somos. Para formar una pareja no es obligación coincidir en gustos o en identidad, es más importante respetarse a sí mismo. De lo contrario, el otro nunca nos conocerá tal y como somos, surgirán decepciones y faltas de respeto. Amar y respetar al otro implica, como dicen los sabios, amarse y respetarse a sí mismo.

Ser corresponsables del placer. Todavía no se ha inventado un aparato para leer la mente de los demás. Mientras eso ocurre, habrá que seguir esforzándose por una comunicación sana, sobre todo en la intimidad. Ser claros con nuestras necesidades, hablar de lo que nos gusta y de lo que no nos viene bien es una forma de hacerse responsable del placer que se espera dar y recibir. Porque la intimidad no funciona si el placer no va de ida y vuelta; reconocer y recompensar al otro es otra manera de fortalecer los vínculos y explorar nuevos caminos hacia el placer mutuo.

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Vivir fuera del "nosotros". Nos enseñaron a pensar que el eje más importante de la vida es la relación de pareja. Sin embargo, enfocar toda la energía en ello hace que nos olvidemos de nosotros mismos. Conozco a mucha gente que ha postergado sus proyectos personales y su crecimiento individual a favor de la pareja, pero al cabo de un tiempo se encuentran frustrados y vacíos. Nutrir y fortalecer la vida en pareja requiere mantenerse en contacto con los demás, y sobre todo, no perder la conexión con uno mismo.

Cuestionar la "perfección". Estos tiempos a veces parecen absurdos: además de las exigencias laborales y personales, se nos pide ser "perfectos" al modo de los modelos photoshopeados de las revistas. Nada más irreal, injusto e innecesario. Una persona que se obsesiona por su peso o su apariencia tiende a volverse más reservada sexualmente y genera autodesprecio. En cambio, cuando se asume la imperfección con amor y sentido del humor, uno se libera de muchas cargas ajenas. Al mismo tiempo, el otro también aprende a amarnos y a cuidarse a sí mismo, porque se mira en un espejo que no le pide de ser perfecto, sino ser feliz.

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Errores y aprendizajes. Hay quien usa los errores de su pareja para justificar sus actitudes y culparla de aquello que no es capaz de cambiar. Vivir en esta dinámica es una gran pérdida para la pareja. Crecer juntos es todo un reto; asumir y superar las propias fallas con humildad es, quizá, uno de los aprendizajes más importantes.