No más conversaciones anti-gordura

En la entrada de una heladería...

— Quiero un helado, pero estoy tan gorda que...
— ¡Para nada, no estás gorda!
— Tú ni hables, siempre has sido súper delgada.
— Nada que ver... Si quieres comemos mitad y mitad, así engordamos juntas.
— Tú no vas a engordar. Yo sí.
— Bueno, entonces te acompaño en tu doble sesión del gym.

Una típica e "inocente" conversación entre dos buenas amigas. Los norteamericanos la llaman fat talking, que en español podría traducirse como charla sobre la gordura o, más exactamente, anti-gordura, un tipo de conversación que tiende a hacer comentarios negativos sobre la figura o el peso corporal, un hábito que está bastante arraigado en la cultura femenina que, a pesar de su conclusión compasiva o solidaria, está muy lejos de ser constructiva.

El fat talking está en todas partes: entre miembros de la familia, entre amigas, en las parejas, en el trabajo, en las redes sociales... Esto se refuerza en los medios de comunicación, que canibalizan el cuerpo de las celebridades, incluso de las recién paridas, colocadas como ejemplo a seguir por haber "recuperado su figura" vertiginosamente.

La conversación sobre la supuesta gordura se ha convertido en un fenómeno generalizado en las últimas décadas. De ahí que los antropólogos hayan comenzado a investigarlo. Mimi Nichter fue quien acuñó el término"fat talk" en la década de 1990, tras notar que era una especie de ritual que condimentaba las conversaciones cotidianas de las mujeres, pero que hablaba de trasfondo negativo.

Han pasado veinte años desde entonces y el panorama sólo parece empeorar. El año pasado la revista Psychology of Women Quarterly realizó un estudio para medir el nivel de satisfacción corporal y su relación con el ideal del cuerpo delgado. Los resultados: el 93% de las participantes dijo que tenía conversaciones sobre la gordura frecuentemente, y un tercio de ellas lo hacía casi a diario. Prácticamente la mitad dijo que a pesar de saber que la delgadez es un parámetro ideal, hablar sobre la supuesta gordura las hacía sentir mejor. El debate, dicen los analistas, debe entonces dirigirse hacia la forma en que estas conversaciones desvían o refuerzan la angustia de las mujeres al respecto de su cuerpo.

La paradoja

Los hechos indican que la mayoría de las mujeres involucradas en estas conversaciones no padece obesidad, sino que está en un peso relativamente saludable. Entonces el fat talking tiene que ver más con la idea de "sentirse gorda". El espectro es amplio, pues abarca inflamación abdominal, estar fuera de forma, padecer un desorden alimenticio o sentirse frustrada por no lucir como Angelina Jolie.

Los antropólogos señalan que estas conversaciones juegan un rol muy importante en lo que toca la formación de vínculos. Esto encuentra su fundamento en la cultura patriarcal, que durante siglos nos ha enseñado a odiar nuestro cuerpo y a denigrarnos o valorarnos a partir de ello. En esta perspectiva, el fat talking sería una forma de burlar esa normativa al decir: "comparto contigo esa misma insatisfacción, no compitamos". Según Mimi Nichter, es una demostración de vulnerabilidad que propicia los lazos entre mujeres. Pero su eficacia es superficial: las mujeres se sienten bien los primeros cinco minutos, pero el malestar vuelve porque está arraigado en el sistema, las ideas y los hábitos.

Lo peor del caso es que estas conversaciones refuerzan la angustia, la hostilidad y el rechazo hacia quienes realmente padecen sobrepeso o que simplemente no coinciden con el ideal de la mujer delgada. Esas chicas, al escuchar una charla anti-gordura, piensan para sí mismas: "Si tu eres gorda, ¡¿entonces qué soy yo?!" Porque, en el fondo, estas conversaciones fomentan la negatividad y la crítica entre las mujeres.

¿Qué ocurre cuando una mujer no entra en ese juego? Cuando una se muestra segura de sí misma, corre el riesgo de aparecer como insensible, antipática, arrogante o poco solidaria con otras mujeres. Y aunque muchas intuyen la falacia implícita en esos comentarios, no se atreven a romper el molde.

¿Podemos romper el hábito?

La respuesta: necesitamos hacerlo. El ejercicio, el bisturí, los masajes, las dietas... nada moldea nuestro cuerpo de manera tan eficaz como lo hacen las ideas. Ideas que son acciones y que se manifiestan en conversaciones. Si durante siglos se nos han inculcado ideas que generan rechazo, odio y angustia, es necesario cambiarlas, partir desde otro punto de vista.

Ahí están campañas como la que inició Dove con el portal de belleza real. Y otras como la Semana Libre de Fat Talk, realizada en Estados Unidos. Esta última muestra los efectos negativos de hablar sobre la supuesta gordura y motiva a las mujeres para enfocarse en la salud y no en la talla. El objetivo es generar consciencia en todos sentidos, hacia una misma, en quienes nos rodean y hablan pestes de su cuerpo (incluyendo los hombres, por supuesto), en los que defienden el ideal del cuerpo delgado y en quienes menosprecian a otros basándose en su figura.

Empecemos por nosotras mismas. ¿Qué nos decimos ante el espejo? ¿Por qué a la hora de la comida hablamos de calorías y grasa, en lugar de disfrutar un platillo por sus beneficios, sus sabores, su preparación, el trabajo que lleva detrás... qué se yo? ¿Por qué nos martirizamos a partir de la gordura para que nuestras amigas reafirmen lo que ya sabemos? ¿Por qué hablamos mal de otras mujeres?

Continuemos en nuestro círculo de influencia. La única manera de cambiar la conversación es tomando un rol activo. Si alguien comienza a hablar de ello, podemos elegir no participar y no juzgar. El silencio es un primer paso porque llama la atención. El siguiente paso es hablar del tema, tomar una posición, decir: "me parece que esta conversación es absurda, yo no me siento mal y no creo que debamos sentirnos mal por tener el cuerpo que tenemos. ¿Qué tal hablar de la salud o de lo que nuestro cuerpo nos permite sentir?".

El problema de las conversaciones es sólo una de las aristas de un fenómeno mayor y muy complejo. Pero por algún lugar tenemos que empezar. Necesitamos dejar de pensar que la apariencia física es el núcleo de nuestro valor. La salud, la fuerza, la inteligencia y la sabiduría de nuestro cuerpo, la interacción con los demás, los principios que sustentan nuestros actos... Ahí hay otros temas de conversación. Puede que sean aspiracionales, pero hay que seguir intentándolo.

¿Qué opinas de este tipo de conversaciones?

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