La dieta pecetariana

Mucha gente a mi alrededor está pensando en cambiar su alimentación para poder perder algunos kilos extra y tener un estilo de vida más saludable. Algunos de ellos incluso quieren volverse vegetarianos, pero les gusta mucho la proteína animal y no quieren dejar de consumirla. Para ellos en particular, existe la opción de volverse pecetarianos o piscitarianos, es decir, alguien que convierte al pescado (o al marisco en menor cantidad) en su única fuente de carne.La palabra pecetariano fue inventada en la década de 1990 y es una combinación de dos palabras: pez o peces y vegetariano. Un pecetariano puede o no comer derivados como leche, queso o huevo, pero definitivamente no come carne de animal terrestre. Digamos que se trata de un vegetariano que sí come productos del mar o del río, por lo que también se conoce como piscívoro o pisci-vegetariano.

Los motivos para ser un pecetariano son muchos. Sin embargo, al igual que otras formas de alimentación, también tiene sus ventajas y desventajas:

Éticamente hablando...
El alto consumo de carne, sobre todo de res, implica un uso más elevado de recursos no renovables, como combustibles fósiles, agua y selvas. Además, la demanda de carne de res ha hecho que en lugares como México, Centroamérica y Brasil se deforesten importantes zonas de selva para poder contar con más terrenos de crianza de ganado. Por último, las emisiones de carbono del excremento vacuno son tan nocivas como las de los autos o las fábricas.

En resumen, si se evalúan los costos ecológicos de la producción de carne de res, pollo o cerdo, definitivamente el consumo de pescado y marisco es menos agresivo para el ecosistema. Aunque hay quienes argumentan que también se debería excluir el pescado y los mariscos de la dieta, pues consideran que su industrialización implica el mismo sufrimiento que se ejerce contra otros animales de consumo humano.

Económicamente hablando...
Consumir pescados locales y de temporada es hasta tres veces más barato que otros productos cárnicos. Sin embargo, como no suelen ser de demanda masiva, hay que invertir algo de tiempo en conocerlos y encontrar una pescadería que no sólo sea accesible, sino también confiable. Esa investigación es un esfuerzo que se hace una vez en la vida, pero vale la pena.

La desventaja en este sentido ocurre cuando uno sale a comer a un restaurante. En muchos casos la oferta se limita a una moda impuesta por la industria y que sólo incluye al salmón y al atún entre sus opciones. Estos pescados suelen ser caros y no siempre son tan buenos ni tan frescos. Además, se dejan fuera variedades locales que son más baratas y pueden tener sabores incluso más refinados.

Nutricionalmente hablando...
A nivel nutricional, los pescados y mariscos proporcionan una buena cantidad de proteínas y oligoelementos. Suelen ser una buena opción para los que están en transición hacia el vegetarianismo, o para los vegetarianos que desean complementar su dieta con un poco de proteína animal una vez por semana.

La dieta de los pescetarianos es muy similar a la de los habitantes de Okinawa, los más longevos y sanos de Asia, por no decir del mundo. Debido a que los productos del mar son bajos en grasas saturadas y no han sido inyectados con dudosas hormonas de crecimiento, no promueven la subida del colesterol y son una buena fuente de omega 3.

Sin embargo, hay que ser mesurados con el consumo de pescados y mariscos, ya que, debido a la contaminación de los cuerpos de agua, también tienen toxinas como el plomo, el mercurio y el PCB; eso sin olvidar que uno debe informarse para conocer los tiempos de veda y las cualidades de cada producto.

En general, la dieta pecetariana puede ser mucho más saludable, económica y ética que aquella que incluye otro tipo de carnes. Sin embargo, cada persona debe informarse y analizar qué tipo de alimentación es la que más le conviene de acuerdo a las posibilidades cotidianas y al estilo de vida que desee llevar. Importantísimo: consultar a su médico para saber qué tipo de nutrientes son los que su cuerpo necesita de acuerdo a la edad, el peso y el estado de salud.