La dieta “detox”

Las dietas de desintoxicación parecen estar de moda. Este fenómeno puede deberse a dos ideas: 1) cometer excesos en la alimentación intoxica al cuerpo y 2) lo que comemos está lleno de químicos extraños que saturan al organismo y no lo dejan purificarse como es debido.

En teoría, nuestro cuerpo está hecho para neutralizar y eliminar las toxinas sin ayuda de agentes externos. Sin embargo, estudios recientes apuntan que muchas de las toxinas que el cuerpo debería eliminar sin problema, se están quedando almacenadas en el tejido graso, ya que los malos hábitos de vida entorpecen las funciones purificadoras del hígado, el intestino y los riñones.

Entre las toxinas más comunes que se eliminan están la amonia, que resulta de la síntesis de proteínas, los pesticidas, colorantes y conservadores, medicinas, humo de cigarro y metales pesados. Sin embargo, cuando nuestro cuerpo anda cargando un "lastre" de toxinas, es más fácil que se enferme y comience a presentar desajustes hormonales, nutricionales y metabólicos. Quizás por ello es que hoy, más que nunca, las dietas de desintoxicación se están volviendo una práctica común.

¿En qué consisten?
Los signos de un cuerpo intoxicado son: frecuentes indigestiones, mal aliento, dolor en los músculos, fatiga crónica y piel maltratada. Para descartar que estos síntomas no correspondan a una enfermedad, es preciso que se consulte al médico antes, durante y después de una dieta de desintoxicación.

La mayoría de las dietas "detox" consisten en:
1. Disminuir la cantidad de químicos (artificiales y nocivos) que se ingieren. Se recurre a la comida orgánica, por ejemplo.
2. Aumentar la cantidad de alimentos altos en agua y fibra, ya que ayudan al intestino a moverse y favorecen la digestión.
3. Enfocarse en la comida que provee vitaminas, nutrientes y antioxidantes.

Generalmente, se requiere preparar al cuerpo con una semana de anticipación. Una vez iniciada la dieta, se incluye uno o dos días de dieta líquida. Posteriormente se va añadiendo fruta, verdura al vapor y arroz integral. Al final de la dieta se aumentan alimentos sólidos.

Entre los resultados reportados están: aumento de energía, piel más limpia, digestión regular y claridad de pensamiento. Un efecto secundario podría ser la pérdida de peso, pero no es su objetivo principal.

Es probable que durante la dieta aparezcan estas reacciones, que deben ser monitoreadas por el médico:
- Dolor de cabeza por falta de cafeína y otros estimulantes. Se recomienda dejarlos paulatinamente un par de semanas antes de comenzar la dieta.
- Evacuaciones frecuentes o constipación. Esto ocurre por que se aumenta el consumo de fibra; debe regularse con una ingesta de líquidos proporcional a la cantidad de fibra. - Cansancio, sensación de hambre, irritabilidad. Al no darle al cuerpo las sustancias a las que se había acostumbrado (proteína animal, grasas hidrogenadas, azúcares y harinas refinadas), éste reacciona como si se tratara de un síndrome de abstinencia.

Para quien se inicia, la dieta se apoya con la ingesta de hierbas, tés o suplementos, ejercicio, aromaterapia, sauna, etc. Solo quienes ya tienen más experiencia suelen recurrir a laxantes.

Al terminar una dieta de desintoxicación se debe volver paulatinamente a una forma de alimentación saludable; lo más recomendable es que no se deje de consumir la misma fruta y verdura que se tomaban durante la dieta.

El otro lado de la moneda
Existen críticas en contra de las dietas de desintoxicación. Se dice que no sirven, que hacen más daño que beneficio y que pueden derivar en trastornos alimenticios. Otra crítica frecuente es contra los productos de apoyo, léase cápsulas, laxantes, siropes, etc. Se dice que son caros y que no se han comprobado sus beneficios.

Estas dos críticas se justifican debido a que la gente hace dietas de manera irresponsable, dejándose llevar por la emoción o por la recomendación de la vecina. Una dieta de desintoxicación implica, forzosamente, la consulta con un especialista, ya que puede resultar agresiva para ciertos organismos. Por ejemplo: mujeres embarazadas, niños, diabéticos, enfermos del riñón, tiroides, cáncer y otras condiciones crónicas pueden hacer dieta de desintoxicación solamente cuando sea prescrita por el médico y bajo su estricta vigilancia.

Epílogo
Muchas personas me preguntan por qué soy tan (insoportablemente) cuidadosa con lo que como. La respuesta es que padecí trastornos digestivos desde la adolescencia: gastritis, colitis y todas las "itis" relacionadas. Hasta que hace cuatro años, en medio de una crisis que me tumbó tres días en cama, mi madre me llevó con un medico japonés que no me dio ningún medicamento, sólo me puso a dieta de desintoxicación dos semanas y me dio cápsulas de sábila. Los primeros días fueron una tortura, pero al terminar la dieta me sentía tan bien que no quise volver a probar ciertos alimentos que -lo descubrí con el tiempo- me habían causado malestar durante años.