24 horas después de dar a luz

Las escenas de partos que hemos visto en las películas y en la televisión suelen ser terroríficas. Dicho burdamente: los directores nos muestran a mujeres convertidas en bestias de dolor y el parto aparece como una situación alarmante, peligrosa y llena de riesgos. Desafortunadamente, esa imagen fue la única que conocimos durante años, una imagen tan poderosa que muchas mujeres nos cuestionamos la capacidad de hacerlo.

Cuando las mujeres a mi alrededor comenzaron a tener bebés y escuché sus historias, me di cuenta de que los partos que veía en la pantalla tenían poco o nada que ver con lo que una mujer y el bebé sienten, mucho menos con lo que necesitan. Me enteré de la necesidad de un parto respetado, me informé acerca del hipnoparto y la labor de las matronas y las dulas en la actualidad. Y también comprendí que la medicalización del parto (hacer sentir a la madre como una enferma que tiene que acudir a un hospital para curarse) ha sido uno de los grandes errores del siglo XX.

Orilladas por un sistema de pensamiento cientificista, cedimos el conocimiento intuitivo y orgánico que durante miles de años nos había correspondido; pero eso nos llevo a desconectarnos de nuestro cuerpo, de sus procesos, de la experiencia de otras mujeres del presente y del pasado.

En el caso de México, que ocupa el último lugar en lactancia y parto vía vaginal en América latina, esta desconexión me interpela y me deja pensando en cómo las políticas públicas, las compañías de seguros, los médicos, las ideas sobre el estatus y las leyes laborales nos orillan a tomar decisiones en el territorio de su conveniencia. Cuando miro la situación, la imagino como un monstruo viejo parado sobre la piedra de la cultura patriarcal, esa donde la mujer es vista como una eterna menor de edad que debe actuar bajo la tutela del médico, del marido y de un deficiente sistema de salud.

Por fortuna, aunque poco a poco, van apareciendo en el panorama opciones que nos reconectan y nos empoderan, que abren otros caminos para entender el nacimiento de manera respetuosa. Algunos ejemplos: la serie Call the Midwife (Llamen a la partera, BBC, disponible en Netflix), las ideas de Mujer Árbol y el punto de vista de Ginecología Natural y las imágenes de Jenny Lewis, una fotógrafa inglesa que, ante la duda de si podría pasar por un parto, decidió acercarse a aquellas madres que recién habían dado a luz.

One Day Young, proyecto fotográfico de Jenny Lewis/Fuente: jennylewis.net
One Day Young, proyecto fotográfico de Jenny Lewis/Fuente: jennylewis.net

El resultado de su proyecto comenzó a publicarse en su sitio web y posteriormente, en el libro de fotografías titulado One Day Young (Un día de vida, Hoxton Mini Press), que incluye 40 de los 150 retratos que Lewis hizo a las mamás con sus hijos, a menos de 24 horas de haber dado a luz. Lejos de construir un set o imponer una idea a estas mujeres, la fotógrafa les pidió que le avisaran apenas volvieran a casa después del parto.

Como podrán observar, las imágenes muestran un espacio íntimo, un momento reconfortante y nada intrusivo; las mujeres se ven contentas, “empoderadas y felices de poder compartir” ese momento, afirma Lewis.

La fotógrafa eligió las imágenes donde las mujeres están observando de frente a la cámara. “Me pareció fascinante la confianza que hay en su mirada, es tan fuerte que desplaza la idea que uno tiene sobre una madre que acaba de tener a su bebé unas horas antes. Tienen tanta valentía que no bajaban la mirada, la sostienen y cuando las miras, descubres que es penetrante y protectora, llena de amor”, declaró Lewis al sitio Slate. Finalmente, estoy convencida de que este tipo de imágenes nos ayudan a reconciliarnos con nuestra feminidad, nos reconfortan y nos devuelven la confianza en el poder de nuestro cuerpo.

 

@luzaenlinea

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