Es light, ¿es sano?

A raíz del infarto que sufrió un amigo cercano (de 38 años apenas), ayer conversaba con otro amigo sobre nuestros hábitos alimenticios. Entre otros temas, yo insistía en que dejara de tomar bebidas con gas, pero su argumento para no hacerlo era el clásico "no hace daño, es de dieta". Entonces decidí hacer algo más útil que darme de topes en la pared: proporcionarle información.

Gaseosas light / iStockphoto
Gaseosas light / iStockphoto

Al igual que mi amigo, miles de personas creen que tomar bebidas carbonatadas "de dieta" es más sano que tomar bebidas con azúcar. Sin embargo, decenas de estudios dicen lo contrario. Los motivos son variados y están relacionados, sobre todo, con un estilo de vida poco saludable: malos hábitos alimenticios, sedentarismo, prejuicios provocados por la publicidad tendenciosa, etc. El problema es bastante complejo, por lo que trataré de desmenuzarlo en dos apartados.

- Si es "light", no engorda

Se ha comprobado que las personas que toman resfrescos de dieta tienden a ganar peso más que a perderlo. Esto puede deberse a dos situaciones íntimamente relacionadas. Estos consumidores, en general, tienen habitos alimenticios deficientes y estilos de vida sedentarios. Como es muy difícil romper con un patrón nocivo, prefieren hacer cambios remediales, es decir, gestos superficiales que, de acuerdo con los mensajes publicitarios, parecen ser más saludables. Entre ellos está cambiar el consumo de una bebida azucarada por el de una bebida con edulcorantes.

Pero el asunto no queda ahí. Preferir una bebida artificialmente azucarada al agua pura o al jugo natural pone de relieve una adicción al azúcar (en algunos casos también al jarabe de maíz modificado y a la cafeína). Los edulcorantes actúan como un placebo que satisface la necesidad psicológica o sensorial, pero no la física. El cuerpo, acostumbrado a trabajar con altos niveles de azúcar, busca satisfacer la necesidad a través de otros alimentos, pero después de un tiempo de abstintencia el consumo suele presentarse en forma de atracones.

Esto no quiere decir que el simple hecho de consumir bebidas gasificadas de dieta provoque obesidad, sin embargo, en la mayoría de los casos sólo refuerza los malos hábitos alimenticios, pues se piensa que por ahorrarse las calorías de la bebida, se pueden permitir comer de más o no hacer ejercicio.

- Riesgos de enfermedad

El hábito de tomar bebidas carbonatadas, tanto de dieta como "normales", puede provocar diversas enfermedades crónico degenerativas:

1. Daño a los huesos. Se ha comprobado que los consumidores de refresco tienen entre 4% y 10% menos densidad mineral en los huesos. Esto puede deberse a que las bebidas con gas tienen ácido fosfórico, un mineral que además de erosionar el esmalte de los dientes, requiere usar las reservas de calcio del cuerpo para ser metabolizado. Este dato sería crucial para las mujeres que han tenido hijos, ya que su deficiencia de calcio es mayor que en el resto de los individuos.

2. Disminución en la capacidad renal. Después de seis años de estudio en mujeres, se comprobó que consumir más de dos refrescos diarios disminuye en un 30% la función renal. Todo apunta a pensar no sólo en la acidez del refresco sino en la presencia de otros minerales. Cuando se mide la cantidad de éstos en una lata de refresco, el aporte no es significativo, pero cuando se ingieren más de dos latas diarias, el desgaste a los riñones aumenta considerablemente.

3. Síndrome metabólico. De acuerdo con el Dr. Ramachandran Vasan, de la Escuela de Medicina de la Universidad de Boston, beber dos refrescos diarios y llevar hábitos de vida sedentarios aumenta en un 50% las posibilidades de presentar síndrome metabólico, y cuando se padece síndrome metabólico se duplican los riesgos de sufrir diabetes, infarto, cáncer, ovario poliquístico, etc. Este síndrome se caracteriza por una baja en el colesterol "bueno", presión alta, acumulación de grasa en el abdomen y la cintura, entre otros síntomas.

4. Cáncer. Después de casi un año de ejercer presión en tribunales, finalmente se ha logrado que las empresas que producen refrescos de cola en los EEUU se vean forzadas a disminuir el nivel de 4-MI (colorante que da tono caramelo) en las bebidas. Según el reporte presentado por el Centro para la Ciencia pro Interés Público, los niveles de este químico son responsables de provocar inflamaciones severas y cáncer, por lo que las autoridades están obligando a las empresas a poner una leyenda preventiva (del tipo "el consumo de este producto puede provocar cáncer") a quienes no accedan a disminuir los niveles de 4-MI. A esto se suma la gran cantidad de estudios "no concluyentes" sobre los riesgos de consumo prolongado de aspartame, acesulfame, manitol y otros endulzantes artificiales.

Les recomiendo este documental llamado Sweet Misery (Dulce Miseria) donde se exponen algunos datos interesantes sobre el aspartame y los daños que éste provoca al sistema nervioso:

Por si todo lo anterior no fuera suficiente, hasta un niño sabe que la sed no se quita con una bebida azucarada y gasificada (a menos que sea lo único que haya en kilómetros a la redonda). La publicidad nos ha vendido esa idea y nuestro inconsciente la ha asimilado tan bien, que hoy dejamos de lado otras opciones más saludables, como el agua, el jugo de fruta recién hecho o incluso una infusión, bebidas que sí aportan algún beneficio a la salud.

Puede parecer que estoy "satanizando" las bebidas con gas, pero no es así. Estoy de acuerdo en es tomar un refresco de vez en cuando, pero convertirlo en la fuente principal de líquido me parece un riesgo real para la salud.

¿Creen que es exagerado? ¿Cuáles son sus razones para tomar o dejar de tomar refrescos azucarados con gas?

Para los interesados en dejar las bebidas gasificadas, aquí hay un plan de 28 días que puede ayudarles.

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