Abraza tu lado oscuro

Buena parte de nuestros conflictos con el mundo son el reflejo de nuestro conflicto interior. Lo llamamos de muchas maneras: enojo, egoísmo, miedo a lo desconocido, afán de controlarlo todo, injusticia, temor al rechazo… Sin embargo, la base de todos ellos está en la forma en que entendemos la dualidad. Blanco y negro, ¿son opuestos o complementarios? Ocurre lo mismo con lo masculino y lo femenino, ¿son opuestos por definición o complementarios por naturaleza?

Pocos se atreven a mirar su lado oscuro y son muy contados los que logran abrazarlo / Foto: Thinkstock
Pocos se atreven a mirar su lado oscuro y son muy contados los que logran abrazarlo / Foto: Thinkstock

En el camino de la conciencia y el autoconocimiento, luz y oscuridad conforman la dualidad fundamental. Todos tenemos un lado luminoso al que no tememos acercarnos, pero cuando se trata de observar nuestro lado oscuro no tenemos la misma disposición. Pocos se atreven a mirarlo y son muy contados los que logran abrazarlo. Casi todos lo negamos porque en este mundo simplista e hiperracional, la dualidad es entendida como una lucha de opuestos y tiene que haber un ganador.

Si echamos una mirada a la historia, veremos que las gestas épicas no son más que la manifestación macro de un conflicto micro. En cada nueva escritura de la historia, los encargados de contarla, como buenos hombres o mujeres de su tiempo, suelen inclinar la balanza hacia lo que esa sociedad considera el lado "luminoso" de la vida. En nuestro tiempo, el lado oscuro ha quedado vencido y oculto porque nuestra mente moderna ha sido modelada por una serie de principios –bastante limitados, por cierto– en donde sólo lo que es perfecto, joven y luminoso merece ser amado.

Hemos aprendido que para no sufrir el rechazo de nuestra sociedad es mejor negar nuestra sombra, pero no nos hemos dado cuenta de que eso también nos cierra la puerta a la compasión y a la comprensión del mundo. Todo, absolutamente todo lo que existe sobre la faz de la tierra tiene sombra y en ello no hay ningún tipo de drama, simplemente es así, no podemos hacer nada para cambiarlo, pero sí para comprenderlo. (Por eso los verdaderos comediantes son apreciados y, en muchas culturas, considerados como sabios; a punta de inteligencia y humor, nos enseñan a mirar la realidad de otra manera.)

Mientras sigamos pensando hay una parte de nosotros que no merece ser reconocida o amada, perderemos la oportunidad de comprender de qué se trata la vida. Ese lado oscuro no es malo ni terrible, tampoco es tan oscuro cuando lo miramos sin drama; sólo es una de las partes que nos hace seres humanos completos y dignos de ser amados por esa misma complejidad.

Todo, absolutamente todo lo que existe sobre la faz de la tierra tiene sombra / Foto: Thinkstock
Todo, absolutamente todo lo que existe sobre la faz de la tierra tiene sombra / Foto: Thinkstock

Cuando negamos una parte de nosotros mismos, tomamos decisiones equivocadas y perseguimos sueños que no queremos; llenamos nuestros días de tareas sin sentido y nos convertimos en alguien más, usamos todos nuestros recursos en mostrar lo que no somos en lugar de aceptarnos y amarnos sin juicios. Lo mismo hacemos con los demás: juzgamos a los otros, invertimos mucha energía en contarnos historias más o menos convenientes, construimos argumentos para probar que tenemos razón. Nos han inculcado la idea de que la razón es la que le da el valor a las cosas, pero la razón, tal y como hemos aprendido a utilizarla, realiza operaciones excluyentes: uno de los dos lados de la vida prevalece por encima del otro.

Del reconocimiento a la compasión

Una forma de descubrir y abrazar nuestro lado oscuro es identificar qué rasgos odiamos en los demás. Los otros son un espejo, su presencia y sus actitudes nos recuerdan eso que nos resulta inadmisible en nosotros mismos. Cada vez que nos enganchamos en una discusión y hacemos todo por tener la razón, estamos tocando nuestro lado oscuro. Tratamos de convencer al otro, pero, en el fondo, estamos luchando con nosotros mismos para convencernos de que eso tan terrible no es cierto, no puede existir, que no estamos alineados con esa forma de pensar. Sin embargo, cuando uno ya ha resuelto algo en su fuero interno, difícilmente se enfrasca en discusiones para convencer a los demás y demostrar que tiene razón.

Una forma de descubrir y abrazar nuestro lado oscuro es identificar qué rasgos odiamos en los demás / Foto: Thinkstock
Una forma de descubrir y abrazar nuestro lado oscuro es identificar qué rasgos odiamos en los demás / Foto: Thinkstock

Aceptar nuestro lado oscuro nos da la humildad necesaria para reconocer que un defecto es el complemento de una virtud, son dos caras de la misma moneda. Y más aún, la “oscuridad” de un defecto es el complemento necesario para una virtud brille.

 

Pero el proceso no se termina en el reconocimiento de nuestra sombra. Cuando vemos en los demás una actitud que rechazamos, emitimos un juicio. Lo tenemos tan integrado a nuestras reacciones que a veces ni siquiera pasa por el pensamiento. ¿Cuántas veces al día hacemos eso con nosotros mismos? Vale la pena hacer el ejercicio, es muy útil para descubrir las estrategias que usa nuestra razón para negar nuestro lado oscuro.

Las rutas del pensamiento son caminos mentales aprendidos a partir de la convivencia con otros seres humanos que también han crecido rechazando su lado oscuro. La voz de nuestra razón es muy útil para ciertos ámbitos de la vida, pero a veces nos habla con crueldad y emite juicios terribles que inhiben toda intención de empatía. No se trata de silenciar la voz del pensamiento, sino de construir nuevas rutas que nos lleven hacia la compasión y nos alejen del juicio. Si sólo escuchamos la voz de la razón estamos condenados a vivir en conflicto con la dualidad, o peor, a pensar que sólo hay dualidad y a negar que entre luz y oscuridad hay una gama infinita de tonalidades y que todas son necesarias para la existencia.

@luzaenlinea

 

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Mi interpretación no es "La Verdad"