Dormir con los niños, ¿sí o no?

Dormir con los niños, ¿sí o no?

Durante el matriarcado, el pasaje de la simbiosis del bebé con su madre a la integración de este en el grupo social se hacía gradualmente, respetando el deseo de la criatura, que iba adquiriendo confianza en el entorno. El famoso Complejo de Edipo desterró este concepto.

¿Habría beneficios al dormir todos juntos? Foto: Thinkstock.
¿Habría beneficios al dormir todos juntos? Foto: Thinkstock.

Mitos y verdades

Michael Balint, psicoanalista y bioquímico de origen húngaro, sostenía que en su integridad primaria la criatura no reconoce límites ni fronteras entre su cuerpo y el de su mamá; es un ser disuelto en su entorno.

Si la integración en el grupo humano de ese nuevo ser se hace de manera gradual, esa conciencia que tiene de ser parte de un todo seguiría presente a lo largo de su vida, superando la idea de sí mismo como individual y separado del resto. Pero esto se trunca con el discurso del Complejo de Edipo.

El Complejo de Edipo

Casilda Rodrigáñez, reconocida escritora española, y autora de varios ensayos sobre parto y maternidad, señala que tan presos y presas estamos del pensamiento falocéntrico en materia de sexualidad, que no nos podemos imaginar otra sexualidad que la que depende del falo.

El Complejo de Edipose ha construido sobre un mito que atribuiría al recién nacido no solo el deseo escondido en su inconsciente de consumar el coito con su progenitor del sexo opuesto, sino también, de matar al progenitor del mismo sexo.

Y sobre este supuesto se ha basado el patriarcado para justificar la represión hacia las criaturas. No reconoce la sexualidad humana como proceso de expansión del placer y de la autorregulación corporal. Por el contrario, la ha reducido a una sexualidad falocéntrica, coital y adulta.

Balint considera que la represión del amor primario produce la herida, la falta básica que esa criatura seguirá cargando a lo largo de su vida.

Una madre lo sabe

Como humanos, tenemos programas heredados de supervivencia; pero también podremos generar programas aprendidos en base a la percepción que tengamos de lo que llamamos realidad. Existirán tantos programas aprendidos como actividades se realicen en el cerebro.

Sin dudas, el más importante en cualquier animal y ser humano, es el programa de decisión. Tanto para uno como para otro, es cuestión de supervivencia reconocer al enemigo, atacar, huir o inmovilizarse. Por esto, el programa de decisión debe estar firme antes de que el recién nacido sea desmadrado.

Una hembra no obligará a su cría a dejar la lactancia, ni a no dormir con ella hasta que se asegure de que el programa de decisión esté firme. Luego, la inducirá a independizarse. Toda madre tendría la posibilidad de reconocer y respetar las necesidades de su bebé, pero el condicionamiento cultural, en muchos casos, no se lo permite.

El contacto físico, prodigado a través del amor, las caricias, y la contención de padres a hijos (sobre todo de la madre), el reconocimiento hacia esa nueva vida como un ser único e irrepetible, que no vino a satisfacer sus necesidades sino a hacer su propia experiencia, podría considerarse el pasaporte a una vida adulta emocionalmente equilibrada.

Fuentes consultadas: libro La represión del deseo materno y la génesis del estado de sumisión inconsciente, Casilda Rodrigáñez; libro Concebidas Sin Pecado, Elisa Botti.

Elisa Botti es licenciada en medicinas naturales y naturopatía, coach psicobiológica, miembro profesional de ASIMEPA (Asociación Internacional de Medicinas y Psicologías Alternativas), especialista en técnicas psicocorporales, miembro del cuerpo docente de la Asociación Argentina de Medicina Psicobiológica, y autora del libro Concebidas Sin Pecado.