Cómo mejorar la comunicación con tus hijos

Cohen y Ofer Ziv expresan que la paternidad “es un proceso de creación doble: un padre creando a un hijo y un hijo creando a un padre”. Por debajo de dicha doble creación existe un proceso permanente, subyugante e indispensable: la comunicación entre ambos.

Estos autores expresan además, que la responsabilidad de mantener abiertos y sanos esos canales de comunicación es de los padres, dada la asimetría de roles en la relación entre padres e hijos y la impostergable tarea de educar que los padres tienen para con sus hijos.

No es fácil definir qué es comunicación. En 1967, Gebner la definió como interacciones a través de mensajes, siendo esta definición interesante para comenzar a hablar de paternidad y comunicación. La paternidad es sin duda un permanente intercambio de mensajes entre padres e hijos.

Cuando los chicos lloran los padres leen el llanto y entienden lo que el bebe quiere decir: “tiene frío”, “tiene hambre”, “quiere upa”, etc. Cuando empiezan con sus primeras monerías los padres sonríen y piden al bebe que las haga frente a tíos, abuelos, amigos, etc. El mensaje implícito hacia el mundo es: mi bebé ya se comunica intencionalmente.  Eso pasa a los pocos meses de vida y, antes de eso, la comunicación ya era un hábito cotidiano entre padres e hijos. Desde las primeras horas de vida  el hijo mira a los ojos a sus padres, y en pocas semanas aprenderá a seguir la mirada de sus padres para conocer el mundo que lo rodea. Es así como con apenas algunos meses, sabe sin conciencia de ello, que no todo acto de comunicación es explícito y verbal. Aprendió a partir de la experiencia de mirar a los ojos y seguir los ojos de los demás, que mucho puede comunicarse solo con la mirada, la postura del cuerpo, las acciones y los gestos. A los nueve meses, el chico está en condiciones de comprender mucho de este lenguaje, especialmente cuando interactúa con seres queridos con los que comparte tiempo.

Es así que es necesario que pensemos que los mensajes que transmitimos no son transmitidos solo o especialmente a partir de la palabra. Las acciones, gestos, miradas, movimientos… transmiten más que el lenguaje oral. Ya dice el saber popular: un gesto vale más que mil palabras.

La mayor parte de los aprendizajes que los chicos realizan lo realizan por observación a partir del modelado de adultos y otros chicos que lo rodean. Cada comportamiento ajeno comunica sentido, significado, mensaje. Y a partir de allí se aprende.

Si un padre ingresa a un negocio con su hijo de tres años y luego de una espera de cinco o diez minutos grita a la persona que allí trabaja demandando atención, está comunicando a su hijo que esa es una manera aprobada de resolver conflictos.

Por eso, comunicación supone cada acto que sostenemos en la vida cotidiana, con y sin intención de comunicar. El mensaje que viaja en cada uno de esos actos es, muchas veces, diferente a las palabras con las que se transmiten mensajes cotidiana e intencionalmente (más allá de la conducta en el negocio, el padre dice a su hijo: no debe gritarse cuando el chico grita… pero un gesto vale más que mil palabras y ese chico usará los gritos como estrategia de comunicación).

En cada familia la comunicación entre sus miembros (y cómo ocurre), es la savia que nutre la calidad de vida familiar. De ella depende a veces cuán cómodo y seguro sale el chico al mundo, cómo desarrolla habilidades sociales y cuáles son las conductas con las que típicamente se presenta a los demás. Pensar concientemente acerca de los patrones de comunicación sostenidos diariamente con los hijos es fundamental para su sano desarrollo.

Es por eso que si queremos sostener sanos puentes de comunicación entre padres e hijos debiéramos considerar:

-    Un gesto vale más que mil palabras, es necesario modelar las normas de comportamiento a los chicos.

-    La comunicación comienza por la mirada, para transmitir, enseñar, pedir o comentar algo, debe mirarse  a los ojos.

-    El mensaje verbal debe ser conciso, claro y acorde a la edad de los chicos

-    La manera en la que los padres se comunican entre sí también modela tipos de vínculo y comunicación a los chicos.

-    Evitar la mentira es fundamental para que los chicos confíen en nosotros y seamos a sus ojos, creíbles.

-    Sostener el control y la calma es vital.

-    Elegir y pautar espacios de conversación familiar desde que los chicos son pequeños es fundamental para que hablen cuando sean adolescentes (las horas de comida son ideales para ello, que cada uno pueda comentar experiencias del día).

-    Aclarar, siempre, que estamos abiertos para escuchar, acompañar y recibir cualquier cosa que necesiten es crucial.

Como todo en la paternidad, comunicarse con los hijos es una actividad tan natural como desafiante cuando se quiere hacer bien. Lo más importante es tener vocación de padre y estar así dispuesto a dedicarles tiempo y espacio para que se sientan dispuestos a hablar.


Referencias
P Krause & T Dailey. Handbook of Parenting. Nova, 2009
H. Bryant. Human communication theory and research. Routledge, 2000


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