Primeras vacaciones de mi hijo, ¡sin mí!

Las vacaciones, culturalmente, representan la escena familiar de la foto perfecta.

A partir del crecimiento de los hijos, comienzan a tomar sus decisiones, a transitar su autonomía y con ellas, la foto cambia. Esto genera una gran movilización emocional: por un lado los hijos crecen y por lo tanto los adultos también, y por otro en muchos casos la pareja queda sola frente a ello.

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En líneas generales los adultos suelen preocuparse en esta época alrededor de esta temática, sobre todo ante la primera experiencia de parte de sus hijos de vacacionar solos.

En primer lugar por situaciones vinculadas a la inseguridad y luego en posibles excesos y descuidos en los que puedan incurrir los chicos, fuera de la supervisión de sus padres.

El registro del peligro y el sentido del cuidado son conceptos a construir, como consecuencia de un proceso que comienza en la infancia y que se complejiza a lo largo del desarrollo.

Es decir que no se trata de una única charla previa antes de las vacaciones sino de un trabajo a realizar en el día a día.

Por supuesto que como complemento de ello, esa charla puede tener lugar.

En ella hay algunos ítems que son sugeridos de incluir:

· La responsabilidad que adopta cada chico al decidir irse de vacaciones solo

· Una visualización de diferentes situaciones que puedan tener que enfrentar y evaluar maneras de resolverlas: normas, cuestiones económicas, orden e higiene, cuidados y peligros.

· Dejar un canal abierto para que puedan contar con sus padres si alguna situación lo requiere

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Una de las preguntas más frecuentes de los padres, es a qué edad debería permitirse a los chicos a irse de vacaciones con amigos. Como en todas las responsabilidades, la edad depende de la madurez de cada chico, pero en líneas generales se considera que al concluir la secundaria suele ser un antes y un después en estas decisiones.

Uno de los mayores problemas que recorre la adolescencia y por ello es una etapa que requiere la supervisión de los adultos es la sensación de omnipotencia que genera actitudes de descuidos basados en “a mí no me va a pasar nada”, junto a otra característica que es la sensación de infinitud o inmortalidad.

Frente a ello los padres deberían:

  • Advertir los posibles peligros

  • Anticipar posibles soluciones

  • Establecer normas a la distancia

  • Acordar medidas preventivas y de cuidado

Es un desafío de parte de los padres lograr ser escuchados para tener una buena comunicación y poder llegar a los hijos al generar pautas de cuidados.

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Marisa Russomando es Psicóloga especialista en Maternidad y Crianza y Directora de La Cigüeña

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