Padres modelo siglo XXI

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Marisa Russomando es psicóloga especialista en Maternidad y Crianza y directora de La Cigüeña.


Avanzado el siglo XXI, la maternidad y la paternidad continúan siendo enigmas. Todas las civilizaciones y en todas las épocas, sabios y filósofos se han ocupado del tema. Tal vez porque se trata del origen de la vida, tal vez porque el amor es un tema que siempre convoca y está entretejido, o simplemente porque madres y padres siempre necesitaron algún tipo de brújula en la nueva tarea.

En la vida actual, signada por el ritmo vertiginoso, el cambio de jerarquía de valores y cierta desorientación de hacia dónde vamos, necesitamos retomar la valoración del vínculo entre padres e hijos.

Es frecuente dar con libros de crianza que nos orientan hacia un estilo que se supone el mejor de ellos: el estilo del autor. Y es que cada interlocutor que logremos en este camino, obviamente hablará desde sí mismo: con sus fantasías, sus emociones, sus cuestiones inconscientes, sus ideales. Sin embargo, cada persona tiene su manera de ser padre.

En el momento del embarazo y nacimiento de un hijo, los padres se enfrentan con aquellos modelos cercanos que incidieron a lo largo de su desarrollo. Desconociendo muchas veces esta incidencia, se encuentran sin poder despejar cuál es su propio criterio al respecto, conviviendo con ideas que no les pertenecen y con las cuales, además, muchas veces no están de acuerdo; publicidades color pastel, películas hollywoodenses, libros de autoayuda, seminarios científicos, investigaciones de National Geographic, todos abocados a dar un mensaje acerca de la paternidad.

Recibo a diario en el consultorio padres desorientados, que requieren un tiempo y espacio diferente para ser escuchados y respetados en su singularidad, orientados por alguien que brinde una mirada permisiva y alegre de la paternidad.

¿Por qué no podemos ser padres de otra manera al modelo tradicional o idealizado? ¿Por qué deberíamos ser todos igualitos?

Sabemos del compromiso que tenemos al ser padres, de la enorme responsabilidad que iniciamos con la llegada de nuestro hijo y que implica la crianza y seguramente ser tan conscientes de ello nos aleja de nuestro instinto, de nuestra naturaleza, porque estamos atemorizados, superinformados y acartonados.

La brújula es la mirada de nuestros hijos. Los niños desean y necesitan padres responsables y divertidos. ¿Por qué no apuntar a esa combinación? La mejor manera de aprender es jugando, grandes pedagogos lo afirmaron y demostraron. Los niños lo hacen instintivamente y les encantará que seamos sus compañeros de juego. Y allí, sentados en el suelo o conversando a su altura, dedicándoles tiempo y estando disponibles, desentrañaremos este enigma: ¿Cómo ser padres?

La respuesta es cada uno a su manera…


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