Mamá y papá, ¿por qué son tan diferentes?

Texto: Natalia Iscaro

La maternidad y la paternidad no son iguales. En el esquema familiar de la crianza, las madres y los padres llevan en su interior los designios culturales de sus propias familias y, además, sus posibilidades biológicas y químicas.

Mamá y papá, ¿por qué son tan diferentes? / Foto: Thinkstock
Mamá y papá, ¿por qué son tan diferentes? / Foto: Thinkstock

En este sentido, el psicólogo de pareja y familia Jonathan Bartlett explica en un artículo publicado en el sitio Buena Terapia, que los niveles de testosterona, dopamina, serotonina y oxitocina en el cerebro, así como las interacciones entre el cerebelo, la raíz del cerebro y el neo córtex, determinan diferencias fundamentales en la forma de construir los vínculos de padres y madres con sus hijos de maneras muy distintas.

De sus estudios se concluye que, mientras los padres manejan mejor los límites, son más racionales en sus decisiones, visualizan mejor las consecuencias y pueden pasar tiempo compartido sin hablar, las madres suelen ser más empáticas, emocionales, implicadas y amigas del diálogo.

Melina Bronfman es Musicoterapeuta, Terapeuta Corporal, Coach Ontológica y Doula de Parto y Postparto. A lo largo de su carrera, ha trabajado con múltiples parejas, preparándolos para el nacimiento de sus hijos y su posterior adaptación a una vida nueva en familia. Ella aporta: “El hombre es el gran soporte de la maternidad. Es su rol, y no quedar afuera como si nada ocurriera. Con este descubrimiento, mucho más reciente de lo que pareciera, las familias se redefinen desde un lugar mucho más natural y saludable para sus hijos”. Aquí repasamos algunas situaciones para que madres y padres puedan entenderse mejor, y criar en respeto y confianza mutuos a sus hijos.

Algunas situaciones cotidianas

Juegos en familia. Suele ser el padre el promotor de generar espacios para jugar al fútbol, tenis u otros deportes con sus hijos. Esto se debe a que encuentran en el juego una manera de vincularse activamente con sus hijos. La madre, en cambio, cuenta con otros ámbitos para hacerlo, y muchas veces critica a estos juegos por sentir que agitan o ponen en riesgo a los niños (especialmente madres sobreprotectoras). Según la especialista, es importante que la madre adopte un rol comprensivo en este punto, y de ser posible participe para disfrutar de un momento compartido junto a toda familia.

Realizar manualidades (pinturas, dibujos, galletas). Esta suele ser una situación convocada por la madre, quien tiende a presentar mayor facilidad o tendencia a las actividades creativas y de tipo manual. En general, el padre se siente excluido, o no lo encuentra lo suficientemente interesante. Para la experta, el hombre puede procurar mostrar su interés por el resultado de la actividad, sin necesidad de participar activamente, especialmente para destacar los logros de su hijo.

La hora del biberón. Usualmente, cuando el hijo es bebé, la mujer es la encargada de hacer cumplir los horarios de alimentos, siestas y juegos. Esto se debe a que suele pasar mayor tiempo con él, y a su vez porque naturalmente interpreta mejor sus necesidades. En cambio, el varón suele resistirse a que los horarios de sus hijos se limiten a su rutina. En estos casos, muy frecuentes según la especialista, es importante que el hombre logre acompañar a la mujer en respetar este cronograma, no sólo para apoyarla y comprenderla, sino porque esto suele resultar en una mujer más cariñosa e integradora con el padre, que en esta etapa inicial suele sentirse excluido del vínculo madre-hijo.

Ir a pescar o mirar un partido de fútbol. El hombre suele encontrar estos momentos de soledad como necesarios y tolerables, y por eso, es posible que se interese por compartirlos con sus hijos varones. Para las madres, muy frecuentemente, estas actividades no son “auténticos” momentos compartidos, y suelen reclamar a sus maridos otros espacios con sus hijos de mayor diálogo o interacción. Para la especialista, lo más aconsejable es que las mujeres hagan el esfuerzo de entender que estas situaciones tienen que ver con la naturaleza masculina y, especialmente, con el disfrute. Por eso, no hay ningún motivo por el cual no pueda ser un momento de calidad entre padre e hijo, aun cuando haya muchos otros.

Castigos o retos. “Espera a que tu padre llegue a casa” es una frase que todavía se escucha en muchos hogares. La madre, tras alguna travesura o actividad desaconsejable de su hijo, espera a que sea el padre quien dicte los límites. Según Bartlett, poner reglas y límites implica visualizar las propias intenciones y manejar correctamente sus consecuencias. Mientras la mujer recoge información a un nivel verbal y emotivo, el hombre lo hace en términos espacial y abstracto. En este sentido, reconoce que la citada frase no tiene que ver con el poder de castigar, sino con la capacidad natural del hombre de ser justo y adecuado con la situación. En este caso, ¡nada de malo con seguir en este camino!

Una cuestión de percepciones

Naturalmente, la crianza no sólo depende de los padres: los hijos también tienen formas diferentes de procesar y percibir la crianza de sus padres, según sean varones o mujeres, y también dependiendo de la edad.

La Facultad de Psicología de la Universidad Nacional de Educación a Distancia de Madrid, realizó un estudio sobre cómo perciben los hijos la crianza materna y paterna. Según los resultados, que analizaron las respuestas de 1182 niños y adolescentes, las niñas otorgan mayores puntuaciones a los niveles de afecto y comunicación, es decir, perciben a sus padres y madres más cercanos e implicados. En cambio, los niños otorgan mayor puntuación a los niveles de hostilidad y control, lo cual explica que perciban a sus madres y padres como más controladores, autoritarios y hostiles.

Sin embargo, aun cuando las niñas sean más sensibles al afecto y los niños a la disciplina, el estereotipo “padre estricto y madre cariñosa” sólo se sustenta parcialmente, afirman los encargados del estudio. Las madres también fueron consideradas disciplinarias y controladoras, especialmente en casos de padres divorciados. Otro resultado fue que la comunicación paterna es similar con hijos de ambos sexos, mientras que las mamás se comunican mejor con sus hijas mujeres que con los varones. Algunas ideas para empezar a pensar los vínculos familiares, sin descuidar lo más importante: el diálogo abierto y, claro, el amor.

Fuentes: Buena Terapia (www.goodtherapy.org). Universidad Nacional de Educación a Distancia de Madrid (www.uned.es).

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