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Lo que NO me enseñó mi mamá (por suerte)

Texto: Mariana Israel

 

Hay muchas cosas que nuestras madres nos enseñaron que nos convirtieron en mejores personas y profesionales. Sin embargo, hay otras que les damos gracias por NO habérnoslas inculcado. Por ejemplo:

 

1. A terminar algo aunque no te guste. Algunas personas tienen el afán gestáltico de completar, clausurar y concluir “como debe ser” cualquier cosa que empiecen, ya sea un libro aburridísimo, una película mal hecha o una carrera universitaria. “Por suerte, mi mamá no era de estas personas”, cuenta Sofía, de 30 años.

Ella siempre fue una artista; desde chica, estudiaba canto y danza, y obtenía el rol principal en los musicales de su escuela. Pero, por algún motivo extraño, al cumplir los 18 años decidió empezar la carrera de economía. ¡Ella, que siempre había gozado de la música y del arte! Le llevó un año darse cuenta de que iba por la senda equivocada y le pidió un consejo a su madre que, en lugar de incentivarla a concluir sus estudios, la alentó para que le diera un giro de 180° a su vida y se inscribiera en la escuela de música. Tu mamá, ¿te impulsa a terminar todo lo que empiezas?

 

2. A ser competitiva. A la hora de elegir a qué escuela mandarme, varias personas le recomendaron a mi mamá una muy sofisticada, muy cara… y terriblemente competitiva. Ese colegio, al cual asistió Máxima Zorreguieta, me aseguraba un futuro promisorio y una educación de primerísimo nivel.

Pero ella no quiso que yo pisara ninguna cabeza para llegar a la cima. Eligió una escuela de un perfil más bajo, donde se valorara la amistad y el compañerismo. Gracias a esa decisión, hoy tengo puras amigas de oro, ¡y ninguna enemiga!

 

3. A gastar y a ahorrar de más. Mamá nunca me invitó a salir de compras y a “reventar” la tarjeta. No nos faltaban los recursos para hacerlo, pero ella prefería educarme en la mesura y enseñarme a valorar las cosas.

Tenía una regla: mientras no trabajara, y siempre y cuando no tuviese una necesidad real, podía elegir una sola prenda por mes. Lo que quisiera: un par de tacones, un abrigo, una falda… Era mi capricho, UN capricho mensual. Gracias a esa norma materna, me considero una mujer muy medida con mis gastos. Soy inmune a la adicción al shopping. Mi novio, ¡agradecido!

Pero mamá también me enseñó a no acumular. “¿Para qué coleccionar el dinero?”, solía decirme. Desde chica, me educó a ahorrar con una meta, no por amor al arte del ahorro.

 

4. A tomarte demasiado en serio las convenciones sociales. La familia de Agustina, de 28 años, vive en San Isidro, un suburbio de Buenos Aires de clase alta, en general, y súper tradicional, donde todavía te juzgan por el apellido que tengas. Agus se enamoró de un chico ajeno a esa “burbuja” social, pero le importaba lo que opinara su madre al respecto. Temía que su novio no terminara de “encajar” en su familia. Sin embargo, su mamá la sorprendió al tener una actitud súper abierta y amigable. “Desde que era pequeña me inculcó que hay que buscar la felicidad, ¡donde sea! Aunque eso signifique pasar por alto varias convenciones sociales”, afirma Agustina.

 

Tú, ¿qué cosas le agradecerías a tu madre por no habértelas enseñado?

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