Llego tarde a casa, ¿cómo hacer para que eso no afecte a mis hijos?

Por: Silvia Renata Figiacone

En las últimas décadas, el acceso de la mujer al trabajo y la participación de la mujer en el mundo fuera de casa aumentaron tan dramáticamente que se tradujo en modificaciones sustanciales de la vida hogareña, las relaciones conyugales y la participación masculina en el marco de las tareas del hogar y la crianza.

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Desde que las mujeres han comenzado a desempeñarse en ámbitos laborales competitivos, y a veces altamente competitivos, muchos hogares han cambiado rutinas, costumbres y modos de criar a los chicos.

El desafío siempre es, en la conciencia de la mujer, ¿cómo hacer para que el trabajo no altere la calidad de la crianza que ofrece a sus hijos? Y, si bien dice la expresión popular, cantidad no es calidad, los chicos necesitan ambas cosas, tiempo y calidad de vínculo.

Conciliar trabajo y maternidad no es fácil para muchas mujeres pero el intento vale la pena. Hoy se sabe que el nivel educacional de la madre es uno de los factores de protección para el desarrollo de patologías del desarrollo y es también un factor de protección en relación al pronóstico cuando la patología ya se ha establecido cabalmente.

Rachel Bassett plantea, en su texto "Parenting and Professing: Balancing Family Work with an Academic Career" (2005), que una de las reflexiones que es necesario hacer supone no pensar a la paternidad y el trabajo como dos elementos de una estructura jerárquica de roles. La autora refiere que, cuando se piensa en roles de manera aislada o se intenta jerarquizar los roles (soy mamá, soy empresaria, soy maestra, soy operaria, etc.) el conflicto aparece naturalmente. Bassett expresa que, las mujeres, están en condiciones de tener carreras exitosas a tiempo de cumplir con pautas de crianza funcionales que estimulan el sano desarrollo.

Sugiere además que, en el intento de ejercer acciones tendientes a encontrar evidencias de su buen ejercicio de ambos roles en la vida (padres y profesionales), tienden los padres a sostener acciones que a veces postergan incluso el ejercicio de la paternidad (tendré hijos una vez me haya establecido profesionalmente, quiero primero establecerme profesionalmente y luego tener hijos porque requieren tiempo, etc.)

Es así como Bassett reflexiona acerca de cómo las percepciones que tenemos en relación a la paternidad y el ejercicio profesional influyen directamente sobre las pautas de crianza. Ello es así para otros espacios de la vida y en general: el ser humano lee e interpreta la realidad a partir de sus creencias y aquello que cree condiciona su accionar.

Cuando los padres creen que están postergando a sus hijos por sus carreras o viceversa, comienzan a llevar adelante una serie de comportamientos que no necesariamente acompañan el desarrollo sano de los chicos:

- Y sí, reconozco que le compro más de lo que necesita porque lo veo poco
- Solo lo veo a la noche… no es hora de poner límites si no lo veo en todo el día
- Lo mínimo que espero a la noche cuando llego es que se porten bien… no estoy en todo el día

Son estas percepciones que, en gran medida, afectan la posibilidad de criar chicos sanos.

Según Bassett, la capacidad de ejercer ambos roles con tranquilidad y naturalidad, sin el sesgo de la necesidad de jerarquizar o de porque soy madre que trabaja estoy poco y debo darlo todo, colabora con:

- La percepción de la calidad de vida

- La prevención de síntomas depresivos

- El sostenimiento de la autoestima positiva

Esto se traduce en: si logras no plantearte si ser mujer que trabaja o madre es más importante, si las cosas deben hacerse de una u otra manera o si dar tiempo al trabajo posterga a tus hijos, tu calidad de vida será mayor.

Por otra parte, aquellos padres que modelan compromiso por el trabajo, dice Bassett, tienen hijos que se comprometen más con el estudio y las actividades intelectuales. "Aquellos que modelen compromiso activo con la vida intelectual, transmitirán entusiasmo por el conocimiento a sus hijos".

En virtud de todo esto, la respuesta a la pregunta inicialmente planteada sugiere que, trabajar y desarrollar actividades fuera de casa pueden incrementar las posibilidades de desarrollo de nuestros hijos. Sin embargo, para que esto sea posible es necesario derrumbar los mitos acerca de si llego tarde le doy todo, no lo limito y lo dejo que haga lo que quiera… no voy a llegar tarde para retarlo. No importa si llegamos tarde o si estamos todo el día, el tiempo con los chicos ha de ser tiempo de calidad y ello no significa de armonía pese a todo sino de sostenimiento de pautas parentales funcionales. Sostener límites a pesar de llegar tarde, sostener rutinas a pesar de llegar tarde, modelar para los chicos el amor y/o compromiso por lo que se hace y no debatirse internamente entre una jerarquía de roles sino entender que la madre y la profesional son la misma persona, parece ser el secreto.

REFERENCIAS:

Bassett RH (2005) Parenting and Professing: balancing family work with an Academic Career. Vanderbilt University Press.

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