Las mamás también tienen un mal día

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Marisa Russomando es psicóloga especialista en Maternidad y Crianza y directora de La Cigüeña.

Existe en el imaginario social el ideal de madre como una mujer siempre equilibrada, tierna, con una paciencia y ternura desmedida. Es esperable que hayan días buenos, con esas características. El problema radica en que se espera eso todos los días, como si a las madres no les sucedieran otras cosas en la vida que generan preocupación, angustia, bronca y otros sentimientos para los que no están preparadas. Muchos crecen creyendo que “eso” a las madres no les sucede.

Por un lado, es antinatural considerar que durante el embarazo, el nacimiento y la crianza de un hijo no sucede nada más que despierte estos sentimientos llamados negativos: el trabajo, las relaciones, la familia, lo económico, parecen quedar en suspenso. Por supuesto que esto no es así, ya que una madre es en principio una mujer, con diferentes áreas en la vida, distintos roles que cumplir y por ello, con vaivenes.

Pero además de lo ajeno al bebé, en esta lista debemos incluir lo propio de la maternidad: las preocupaciones por la salud del pequeño; los cambios de organización doméstica en casa a partir de su llegada; decisiones a tomar; nuevos roles para los padres; la familia en sentido extendido: abuelos, tíos, primos y hermanos recientes; entre tantas otras situaciones a enfrentar, más los “malos días” de los bebés.

Así es, los bebés también tienen malos días. No pasan bien la noche, se despiertan varias veces, lloran por todo, nada les conforma, tiene algunas líneas de temperatura, se pelean con sus hermanos, etcétera. Por eso no se trata de negar los malos días sino asumirlos como tal, aunque vaya en contra del modelo idealizado que tal vez intentamos seguir, y hacer algo con ellos.


Para los malos días que TODA persona puede tener, algunas sugerencias:



- Tener una posición optimista genera decisiones y actitudes solidarias, que claramente trae mejores consecuencias que cualquier otro estado. El hecho de ver las situaciones desde esa perspectiva, lleva a tomar decisiones más ajustadas y a recorrer el camino con una templanza que garantiza mayores posibilidades de éxito.

- Entre las herramientas educacionales por excelencia existe la llamada “tiempo fuera”. Se trata de retirar a la persona en crisis de la situación, por el tiempo que necesite para tranquilizarse y centrarse nuevamente en su eje. A veces salir a dar una vuelta puede ser aconsejable.

- Liberar tensiones es necesario, encontrar medios socialmente aceptables no tanto. La actividad física puede ser una buena alternativa. Otras opciones pueden ser las de sublimación por medio de expresiones artísticas.

- Cada persona necesita su tiempo de esparcimiento. La tele o un libro permiten la descentralización que se necesita para descansar de nuestros propios problemas y poner nuestra atención en otro lado.

-Se dice que tener un ambiente ordenado, ayuda a ordenarse en lo personal. Si sientes que esto ayuda, ¡adelante!


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