El peligro de gritarle a tus hijos y consejos para ser una madre más calmada

Si te has sorprendido gritándole a tu hijo —y lamentándolo- estos consejos son para ti.

Mi esposo, nuestros dos hijos y yo estábamos disfrutando de un viaje idílico por Hawai, manejando por las complicadas (y peligrosas) carreteras de Hana y observando las hermosas vistas y parajes de las montañas y las costas. Entonces sucedió. Sin razón aparente, mi hijo (de entonces 5 años), lanzó una botella de agua desde el asiento trasero hacia mi esposo, haciendo un tremendo ruido al estrellarse contra el parabrisas. De milagro no chocamos, pero perdimos el control… demasiado. Los dos, mi esposo y yo nos alarmamos, empezamos a gritar y a amenazar a mi hijo: "¿Por qué harías eso ¡Nos podríamos haber matado! Estamos en las vacaciones de nuestras vidas y tu lanzas una botella de agua ¡Sin razón!". Así sucesivamente, tirando más veneno en contra de nuestro hijo de preescolar del que ningún niño merecería, o entendería, para el caso.

Lágrimas comenzaron a rodar por sus mejillas, y sus labios temblaban mientras intentaba retraer los sollozos. Después de lo que seguramente le pareció una eternidad, nos calmamos y continuamos nuestro camino… yo intenté enterrar el incidente en mi cabeza.

Casi lo había olvidado por completo unas cuantas semans después, y cuando puse el video de nuestro viaje, ahí estaba yo, grabando las cascadas desde el auto. Guardé la cámara en mi bolso sin darme cuenta que seguía encendida, y luego ocurrió el incidente de la botella de agua. Aunque la pantalla estaba en negro, nos escuché a mi esposo y a mi hijo, avergonzándolo.

Este fue mi turno de contener las lágrimas. ¿Cómo pude haberme puesto así enfrente de mis hijos, y hacia uno de ellos? La gritadera era mucho más vil y cruel de lo que recordaba, pero estaba en video como prueba de que yo era la peor madre del mundo. Podría haber borrado el incidente de nuestro video, pero nunca lo podría borrar de mi memoria.

Nos guste o no, la mayoría de los padres solemos explotar frente a nuestros hijos de vez en cuando. Algunas veces, el enojo es dirigido hacia ellos y otras no, pero casi siempre resulta en una experiencia inquietante. Afortunadamente hay algunos pasos —sorprendentemente fáciles- para reparar el daño y hasta prevenirlo en un futuro.

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El alto costo de perder la razón

Primero que nada hay que reconocer que explotar frente o hacia tus hijos no está bien. Puede causar daños severos en la psique de los niños, dice el psicólogo Matthew McKay Ph.D, profesor en el Instituto Wright en Berkeley, California, coautor de Cuando el enojo hiere a tus hijos. "Estudios han probado que los padres que expresan demasiado enojo o ira frente a sus hijos, generan hijos menos empáticos. Estos niños son más agresivos y más depresivos que sus compañeros provenientes de familias más tranquilas, y les va peor en la escuela. El enojo tiene una forma de disminuirla habilidad de los niños de adaptarse al mundo" dice McKay.

Gulp. Y mientras más pequeño sea el niño, mayor es el impacto, dicen los expertos. "Cuando los niños son pequeños, te conviertes en su universo," dice el psicólogo Robert Puff Ph.D., autor de Trabajo de enojo: Cómo demostrar tu enojo y ser noble al respecto. "Cuando te enojas, su mundo se sacude. Para el momento en que crecen, tienen amigos y otras personas en sus vidas a quienes acudir, y eso minimiza el impacto." También es importante notar que el enloquecimiento ocasional no abusivo es mucho menos dañino que varios consecutivos regulares, que envían al niño el mensaje de que él o ella no están seguros y hay algo mal con ellos, dice McKay.

Con esto dicho, los niños pueden aprender una importante lección al verte perder el temple y luego recuperarlo. "Esto provee una oportunidad para mostrar a los niños que todos nos enojamos, pero lo que cuenta es que arreglemos las cosas después," dice McKay. Aquí, una guía paso a paso para hacer justo eso.

Cuando les gritas a tus hijos

Crisis de madre real: Cuando Jennifer*, de Huntington Beach, CA, fue a visitar Disneyland con sus tres hijos, no se dio cuenta de que "el lugar más feliz de la Tierra" podría ser el escenario para uno de los más horroríficos momentos de la maternidad. "Era un gran paseopara nosotros, en el parqué había muchísima gente y hacía mucho calor," recuerda. "Dos de mis hijos tienen fibrosis quística y necesitan un pase especial para hacer las filas, pero mi hijo de 13 años perdió el suyo. De la nada grité, "Debes estar #$#"% bromeando. ¿Qué te pasa?" Inmediatamente mi hijo empezó a llorar. Nunca me había escuchado decir groserías o ser ruda con él, y estaba devastado. Todos a nuesro alrededor me miraron con disgusto. Yo comencé a disculparme y así continué hasta que comencé a llorar porque me di cuenta de que lo había lastimado en serio.

Un estudio de la Universidad de Hampshire descubrió que el 90% de los padres admiten haberle gritado a sus hijos entre las edades de 2 a 12 en el transcurso de un año (el otro 10% deben haber sido ángeles o tenido memoria selectiva).

Para evitar un festival de gritos, intenta este truco: En ese momento en el que ves destellos blancos del enojo, visualiza a tu hijo como un bebé, dice Sandra P. Thomas, Ph.D., profesora en la universidad de Tennessee, en Knoxville, y coautora de Utiliza tu enojo: La guía del empoderamiento de la mujer. "Los niños mayores y los adolescentes no son adorables como los bebés, y a veces pueden ser muy molestos," explica. "Cuando los recuerdas como los bebés que algún día fueron, puede ayudarte mucho."

También puede ayudarte tomarte un momento. "Si puedes, tómate el tiempo y ve a otro cuarto, aunque sea por un minute o dos," dice la psicóloga Laura J. Petracek, Ph.D., autora de El taller del enojo para las mujeres. La clave aquí, es tener una distancia literal de la situación y recobrar tu calma.

Si tu enojo ha llegado al tope, lo más importante ahora es reconocer lo que tú has hecho mal para llegar a ese nivel. No te dejes ir con la tentación de culpar a tus hijos por disparar tus arranques. "Di, estoy muy decepcionado de tu falta de cuidado, pero no te debí haber gritado así. Fue un error de mi parte perder la razón de ese modo, y lo siento mucho." Es el consejo de Thomas. (Consejo: No sobreactúes tus disculpas- si te dejas enredar en ellas, puede hacer que el hijo en cuestión se sienta victimizado.) Luego, prométete que intentarás por todos los medios posibles no hacerlo otra vez, calma a tu hijo en la medida de lo posible y sigue adelante con tu vida.

Cuando discutes con tu pareja

Crisis de madre real: Angie*, de Seattle, dice que ha sido un tiempo particularmente estresante desde que su esposo perdió su trabajo, y sus disputas comenzaron a ser más frecuentes delante de su hija, Lexi de 3 años. "Apenas anoche, estaba gritándole a mi esposo por no limpiar la casa," confiesa. "Lexi vino conmigo, jaló mi camisa y me dijo, 'Se buena con papá.' Su mirada en sus ojos era de terror; me detuvo en seco. Eventualmente hicimos las paces e intentamos asegurarle que mamá y papá se amaban, pero no estoy segura de haberla convencido."

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Puede ser devastador para un niño ver a sus padres ponerse furiosos con el otro, previene Charles Spielberger, Ph.D., psicólogo que se especializa en el estudio del enojo en la Universidad de Sur de Florida. Es importante recobrar la calma y hacer control de daños. No intentes explicar la situación haciendo hincapié en las maneras en las que tu pareja te provocó —esto sólo ocasionará que el niño se enrolle en el drama y el estrés. "En su lugar, puedes decirle 'Estaba muy molesta con tu padre esta mañana. Hemos hablado de ello y estamos trabajando en arreglarlo. La gente que vive junta se enoja a veces. Sentimos mucho haber gritado. Todavía nos amamos,'" recomienda Thomas. Aunque aún quieras discutir con tu pareja, decirle a los hijos que estás trabajando en ello los ayuda a sentirse tranquilos y más seguros.

Si puedes enfatiza lo que harás diferente la próxima vez, dice Jerry Deffenbacher, Ph.D., profesor de psicología en la Universidad del Estado de Colorado, quien estudia situaciones de enojo e ir; esto puede ayudar a los niños a aprender desde la experiencia. Por ejemplo: "Estaba enojada porque tu padre quemó el pan de ajo, pero lo siento; no debí haberle gritado así. Estaba molesta desde antes porque tuve un día ajetreado. La próxima vez pondré el cronómetro cada vez que usemos el horno."

Evita, en la medida de lo posible, comentarios a futuro sobre la situación. Si sobreexplicas podrías enredarte al punto de convertir a tu hijo en el mediador o tu terapeuta, previene Puff. No hay necesidad de enrollarlos más allá de lo indispensable en tu drama.

Cuando discutes con un extraño

Crisis de madre real: Mientras Fiona*, de Detroit estaba asegurando a su hijo en el auto después de un viaje a la panadería, un conductor mayor se detuvo junto a ella y comenzó a tocar la bocina. "Él me gritaba '¡Cierra tu puerta! Sin haberme dado previo aviso de que estaba bloqueando su paso. En un segundo enfurecí y le grité de vuelta, '¿No puede ver que estoy poniendo al bebé en su asiento? ' Mi hijo un poco mayor, estaba bastante inquieto por mi arranque y me sentí fatal al respecto."

Tu primer instinto puede haber sido pedir una disculpa a tus hijos por haber enfurecido, pero no es el correcto. Todos nos enojamos, entonces no debes pedir disculpas por sentir esa emoción. (Esto es especialmente importante si tienes hijas — las niñas de cierta edad son educadas creyendo que no deben mostrar enojo, dice Puff, incentivando que guarden sus emociones.)

En lugar de eso, diles a los niños lo que te molesta. McKay explica: "Puedes decir, 'Ese señor dijo algo que lastimó mis sentimientos y me enojé mucho.'" Después, pide disculpas por cómo expresaste tu enojo. "Asegúrate de que sepan que decir malas palabras — o lo que sea que hayas dicho — no era la forma apropiada de reaccionar ante la situación," dice Thomas.

"Enfatiza en que no te gustaría que ellos reaccionaran de la misma forma." "También discúlpate si tu reacción los asustó o les dio verguenza. (Hay que admitirlo — es probable.) Explícales que dejaste que tus emociones te dejen llevar, y que lo vas a manejar major la próxima vez. Luego, vienen tu próximo reto: asegurarte de hacerlo mejor.

Minimiza tu enojo

Para controlar tu enojo, sigue estas reglas básicas:

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Haz la pregunta correcta Cuando un niño tiene un temperamento difícil y está apunto de hacer un desplante, sigue el consejo de McKay: En lugar de pensar, Por qué me está haciendo esto?, concentrate en el niño; probablemente está actuando así por alguna razón. Estará aburrido, cansado, o necesita atención? Trata de decifrar su necesidad en lugar de dejar que tu enojo te gane.

Lleva un diario de enojo eso documenta las situaciones en las que pierdes el control de tu temperamento. "Busca patrones — en qué momento del día te enojas más? ¿Bajo qué circunstancias?" aconseja Deffenbacher. "Cuando identificas los 'desencadenantes' en tu vida, una lluvia de ideas puede minimizarlos." Hasta puedes sorprender a tus hijos en el acto: Por ejemplo, "Me molesta cuando evaden sus obligaciones — cómo podemos resolver esta situación"? Al darle importancia a la voz de tus hijos, los estás involucrando en la resolución del problema.

Minimiza tus disputas maritales "En un momento de tranquilidad, tú y tu esposo deben acordar cómo manejar las

discuciones de una forma distinta," dice Deffenbacher. "Dénse permiso de dejar la discusión para otro momento si están muy enojados en frente de los niños. Desarrollen un código para cuando las cosas se están poniendo más escandalosas, y hagan esa señal que significará qie van a discutir sobre eso en otro momento, en privado, cuando estén más calmados.

Habla de tus sentimientos en voz alta cuando un extraño te exaspera. "Ejemplo, 'Esa persona se metió en la fila — ¡Qué grosero! Tal vez no me vio. No importa cuál sea el caso, no voy a dejar que esto me arruine el día,' " recomienda Deffenbacher. Haciendo esto, tú estás ejemplificando como lidiar con estas frustraciones del día a día - y cómo controlar tu ora y cómo esta puede controlarte a tí.

-Por Julie Taylor

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