Él no quiere la pelota, juega con muñecas

Los padres sabemos lo que queremos para nuestros hijos y creemos que es lo mejor. Si es niña jugará con muñecas y se vestirá de rosa. Si es un muchacho, elegirá ropa celeste, será rudo y un fanático del fútbol. Pero a veces la vida nos da sorpresas y no siempre se cumplen nuestras expectativas.

Un día nos damos cuenta de que el pequeño se inclina por las muñecas o, si es niña, quiere estar rodeada de varones jugando a la pelota. Entonces, lo primero que hacemos es decir “no”. Pero en el fondo sabemos que no es la mejor manera de reaccionar ante un chiquito que sólo está jugando. Entonces, ¿debemos estimular lo que le gusta?

Es que, como adultos, no podemos evitar los prejuicios. Lo primero que pensamos es que el chico ya estaría demostrando una futura inclinación sexual. Pero la realidad nada tiene que ver con eso. Así lo explica la psicoanalista de niños María Teresa Vercesi.

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¿Es normal que un chico quiera jugar a juegos del otro género?

“Es totalmente normal. Una persona nace con un sexo, no con un género. El género se va definiendo a lo largo del tiempo. Un chico suele jugar con todo lo que hay a su alrededor. Para él todo lo que ve son juguetes. Lo que sucede es que en esta sociedad solemos ofrecerles algo con una forma determinada y les decimos que son juguetes. Pero en realidad ellos quieren jugar con todo lo que ven. A veces terminan por darle más atención a una cacerola de la mamá que a un autito. Por eso digo que es lo mismo que una nena agarre una pelota o un niño, una muñeca, siempre que disfruten con ese juguete”.

¿Qué hay que decirles a los papás que se asustan porque su niña juega al fútbol?

“Que no se asusten. Que dejen que su hijo juegue, que disfrute”.

¿Está mal insistir con los juegos que nos parecen bien a nosotros?

“Si, porque seguramente lograremos lo opuesto”.

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¿Y si piden un regalo que ‘supuestamente’ no deberían…? Por ejemplo, un niño quiere el cochecito de las muñecas… ¿Hay que alentarlos?

“Los papás tienen que decirles la verdad a sus chicos. Que no les gusta regalarles ese juguete. No tienen por qué fingir ni hacer todo lo que quiera su hijo. Por ejemplo, pueden decirle: ‘Yo prefiero regalarte una pelota u otro juguete para varones’. Pero jamás agredirlos ni ofenderlos. Los adultos también deben respetarse lo que tienen ganas. Es preferible que sean sinceros porque los chicos captan enseguida lo que sienten los grandes”.

El problema, ¿es el prejuicio de los padres?

“Si, es totalmente un problema de los padres porque es algo cultural. El adulto primero debería preguntarse si está mal que un niño juegue con un juguete de niñas. Pero de todas maneras, no tiene por qué aguantar lo que siente. Siempre tiene derecho a decirle a su hijo lo que no le gusta. Lo mejor es dejarlo libremente que elija con qué jugar, siempre y cuando no esté en riesgo ni ponga en riesgo a los demás. Ese sería el límite infranqueable. Pero fuera de eso, lo mejor es no estar encima, ni prohibirles ni estimularlos”.

¿Cuándo se empieza a definir la sexualidad?

“Se supone que la definición total es recién en la pubertad. Te diría que a eso de los 16 o 17 años. Y no siempre… Pero vivimos en constantes cambios culturales, así que no está todo dicho”.

¿Una vez que ya son más grandes, ya se trataría de una tendencia homosexual o es simplemente una búsqueda de su sexualidad?

“Sin dudas, es una búsqueda. Un momento de investigación. Es temprano para decir que es gay por tal o cual motivo. Por otra parte, el tiempo de búsqueda es individual y singular en cada persona. No todos tardan lo mismo”.

¿Qué pasa cuando uno de los padres lo rechaza y el otro no?

“Lo mejor es que se pongan de acuerdo porque el mensaje que deben trasmitirle a su hijo debe ser uno. Pero siempre, no solo con respecto a este tema”.

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¿Y si aún sigue sintiendo rechazo?

“Es aconsejable que haga un tratamiento psicológico, tanto por su hijo como por él mismo, para que lo ayude a aceptarlo tal cual es. Y que entienda que existen diferentes formas de ejercer la sexualidad”.

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